Las realidades son desiguales en diferentes puntos de un mismo lugar. Ahora mismo en algún extremo de la ciudad alguien está maniobrando su vida hacia algún punto incierto de su existir y en algún otro punto, alguien esta acomodando su vida para que todo salga de forma perfecta en su futuro. Del mismo modo, en algún momento alguien está acompañado realmente y alguien se siente acompañado. En esto último, que no es lo mismo, quiero detenerme.
Su día empieza bien temprano en la mañana cuando el sol todavía tímido se hace presente por entre las estropeadas cortinas de su habitación. Esas mismas cortinas que le sirven de barrera para alejarse del exterior. Está solo, vive solo y sobrevive solo. Despierta con timidez entre sus sabanas y estirándose al nuevo día, se levanta. Prepara alguna bebida que lo haga despertarse y con una prisa de algún nuevo saludo, se dispone a darle vida a su única amistad. Entre las hojas de algún escritorio, cubierto de polvo y demás descuidos domésticos; se asoma una radio ya maltratada por el tiempo. Desde los parlantes estropeados unas voces corrompidas por gastados agudos cobran vida: se cuelan por toda la habitación, se entrometen entre sus oídos y le llenan ese vacío que siente día tras día. Él se sienta cómodo en una silla y mientras bebe su desayuno se pone al tanto con las frecuencias. Estas le hablan de las noticias actuales, le cuentan historias e incluso le alegran el día con alguna que otra canción.
El tiempo pasa y la rutina lo lleva a trabajar. En el camino las otras voces, las de la razón, gritan los problemas cotidianos y lo llevan a pensar soluciones, lo llevan a preocuparse…lo que él menos busca. Entre pensamiento y pensamiento extraña a su única compañía. La radio lo aleja de las preocupaciones, lo deja en un estado de cierta felicidad que muy pocos entienden y es por eso que extraña, porque uno solo extraña lo que de verdad quiere.
Llega del trabajo y como en esa especie de ritual, enciende el transmisor, del otro lado las personas al micrófono parecen darle la bienvenida, él siente que hasta lo reciben con los brazos abiertos y el corazón en flor. Siente que lo esperan para contarle cosas nuevas. Se sienta frente al dial y con parpadeos leves espera que el sueño reine sobre él. Se irá a dormir sin preocupaciones en su cabeza. Esa simple compañía es todo lo que necesita para sentirse completo. Mañana repetirá lo de hoy y el día después de mañana lo mismo. Pueden cambiar las voces, pueden cambiar los temas de conversación, pero nunca dejaran de ser su compañía hasta que el silencio infinito se apodere de ambos en algún punto del vivir.
Las desiguales realidades en diferentes puntos de un lugar son a veces abismales y a veces tan parecidas que asustan. Hoy alguien esta sonriendo porque sus amigos irrumpieron en su hogar…y en algún otro lado de esa misma ciudad alguien está igual de feliz, solo por el hecho de que una radio haya tocado su canción favorita.
También podes leer:
Déjame ser parte de esa locura
El año pasado escribíamos:
Excelente, Diem. Pero creo que esto ya se lo dije miles de veces.
muy buena lectura, creo ya encontre un pasatiempo más de lunes…
EXCELENTE
Que buen escrito.. Es cierto, muchos preferimos la voz de alguien a través de un radio, otros necesita compañía y calor humano..
En fin, la radio es una buena compañía para mi.
Iván!
me encanto..
Buena cosa Diem, como siempre!
Qué bueno, Diem! Excelente!