El sol entró violentamente y por suerte dio contra la pared opuesta a la cama. Abrí los ojos y miré. Habíamos dejado la persiana abierta. La miré a Carmela. Su cabeza era un lío de mechones colorados que de a ratos dejaban ver su cara pálida, sus labios más oscuros. Levanté mi torso y la miré de más arriba. Me encanta su tamaño. No era alta, estaba en el límite para insistir con que no era petisa. Su cuerpo se esculpía debajo de las sábanas, excepto por una pierna que escapaba desnuda. Escapaba… Todo era un escape en la vida de Carmela. De alguna manera sabía que me había metido en algo que no iba a ser fácil con ella, pero sabía que sin ella nunca iba a tener paz. Prefería las búsquedas nocturnas por caminos de tierra, la casa vacía e inexplicable, sus silencios, antes de estar tranquilo y sin ella.
Me levanté sin preocuparme del ruido. Sabía que ese sábado Carmela dormiría hasta hartarse. Me preparé el mate y salí al jardín que todavía no tenía forma, aún faltaba pasto en algunas partes, faltaban flores, pero estaba prolijo y daba ganas de sentarse a la mañana con el fresco. Entre mate y mate, la mañana pasó. Pasó con imágenes de cada planta, de cada rincón de ese jardín, con los aromas, los sonidos de las diez de la mañana, el aroma de la leña a las once y media, la carne asándose… En el barrio el sábado se despertaba. Imaginaba a las familias acostumbradas a sus sábados de años, con los chicos llegándose hasta la parrilla, tomando coca, los mayores vino, el timbre que suena, alguien que va a abrir, la mujer haciendo unas ensaladas, risas, charlas, música… Carmela dormía.
Si bien ese asado el fin de semana fue siempre mi sueño, ya lo había resignado, al menos por un tiempo, hasta que Carmela se adapte, si es que alguna vez lo hacía. Se adapte a mí. Me costaba pensar en Carmela sin sentir muchas ganas de abrazarla para que se le vayan sus miedos. A veces sentía que la pensaba más a Carmela de lo que estaba con ella. Estaba en mis momentos muertos de la oficina cuando no sonaba el teléfono, o cuando caminaba por la calle yendo a alguna parte, o cuando veía algo interesante… Ella era como una idea real, algo con lo que soñaba, pero que ya tenía. Disfrutaba recordando sus manos, el movimiento de sus manos, o su manera de reírse. Disfrutaba recordando sus chistes tontos, sus comentarios contundentes, su insistencia en mostrarse segura sin disimular jamás sus derrumbes emocionales, sus escapadas llenas de miedos. La puerta mosquitero de la cocina chilló.
Carmela de pie en el umbral y con una mano de visera intentaba adaptar sus ojos a ese mar de luz que la recibía. Tenía la cara hinchada, su pelo revuelto, algunas marcas de la almohada en sus mejillas, sus labios haciendo puchero, su camisón mal acomodado dejando una teta semi desnuda brillando con el sol, sus patitas flacas asomando por debajo de su camisoncito. Se acercó hasta mí casi con los ojos cerrados, se sentó de costado en mis faldas y me abrazó, dejando su cabeza apoyada en mi hombro. La abracé.
Después la senté en una silla y le traje un café y unas tostadas con mermelada. Carmela no dijo “gracias” hasta haber tomado la mitad del café. Una brisa fría movía las hojas marrones del otoño, y el sol de luz lavada hizo lo que pudo porque Carmela termine su café, pero al dejar su taza vacía, se puso de pie y se fue para adentro. “Está empezando a hacer frío”, dijo. Y después de bañarse preparó unas milanesas con puré.
-¿No sentís que ya no nos falta nada?
-Carmela, nos falta todo…
-No, no. No me refiero a la casa, me refiero a la vida.
La tarde nos encontró jugando al truco. Y después a la canasta. Empezamos con el truco a pedido mío, y en la mitad del partido Carmela empezó a recordar cuando jugaba a la Canasta con su abuela. Y recordó que la abuela fumaba tanto que tenía un baldecito con agua en los pies, y que la Elvira, una vecina que todos los días jugaba con la abuela, le hacía chistes con ese baldecito y se reía, y que su mamá estaba seria en la cocina, y que llegaba ese hombre y se ponía nerviosa, y la abuela ya no reía, y se acababa la Canasta, y la voz lúgubre del hombre, y la mamá nerviosa, y sus zapatitos fuera del ropero, y los gritos de la madre, y la marca transparente de su manito en un vidrio, y los gritos de la madre, y un cachetazo del hombre a la madre, y la abuela con la escoba, y un cachetazo del hombre a la abuela, y correr. Correr por la calle de tierra, y trepar el alambre de gallinero de la cerca, y correr, y bordear el árbol caído, los pajonales filosos, los plumerillos altos, y correr, y llegar a la casita descolorida, y sentarse contra la pared sin ventana hasta que aparecía la mamá de Tomás. “Pasá, Carmín, que hay galletitas en la cocina”, decía con su voz dulce de madre buena, y Carmela entraba, y Tomás la miraba detrás de un vaso grande de chocolate con leche oscuro, dando sistemáticamente un trago, y otro, y otro, de miedo por no saber qué decir frente a ella.
Cuando volvíamos del supermercado Carmela me contó que un día llegó y la mamá no estaba. Se había ido con el hombre, y ella se quedó con la Juana, su abuela. “La abuela cambió de trabajo y estaba ausente casi todo el día. Cada noche, cuando volvía, la abuela inventaba una sonrisa, no sé cómo, pero en aquel entonces me parecía natural que sonriera si era el momento de vernos. Pobre santa”.
-Ella también me enseñó a hacer las milanesas que te hice hoy. Bien finitas, y en el empanado ponerle el perejil, bah, el provenzal con el ajo, no tanto huevo, horno suave para que no se sequen…
-¿Y qué hacías durante el día mientras tu abuela trabajaba?
Esa noche habíamos decidido ir al terraplén, pero con carne y vino para hacer un asadito. Yo ya empezaba a sentirme más cómodo con esta usurpación temporal de los espacios públicos, que en el campo parecía ser lo más habitual del mundo. Elegimos varios CDs para poner en el reproductor que habíamos comprado para enchufar con el encendedor del auto, cargamos el fernet, la coca, una botella de jerez que acababa de comprar, la parrillita portátil, y salimos con los faros del auto en alta, que al fin iluminaron el viejo puente de madera y bajamos.
-Al principio me quedaba en casa –dijo Carmela mientras tiraba palitos al agua-, pero… -y su voz se afinó, y la corrigió con una tos breve-, pero no soportaba la idea siempre presente en la casa de que mamá me había abandonado así, sin problema, sin despedirse…, sin importarle mucho. Y un día llegué hasta arroyo, a un puente parecido a este, de madera, uno que está cerca del restaurante donde me conociste, por ese camino de tierra. Empecé a ir a ese puente a matar el tiempo hasta que una mujer que también frecuentaba ese lugar empezó a darme charla. Se encariñó conmigo y me invitó a su casa. Yo la adoraba. Y mientras la abuela no estaba yo me iba a lo de esta mujer que poco a poco ocupó el lugar que mamá había dejado vacío.
Nos volvimos al auto y salimos hacia el terraplén. El sábado anochecido tenía un áurea diferente. Tal vez porque no había que madrugar al día siguiente, pero era como más liviano, más placentero.
Detuve el auto arriba del terraplén, sobre las vías enterradas y bajo el manto de estrellas, y nos bajamos con la parrilla y la carne. Carmela prendió el fuego y nos sentamos juntos y anaranjados sobre un tronco para ver la carne asarse. Carmela no podía dejar de hablar sobre su vida. Era como si se hubiese aflojado algo dentro suyo y no pudiese contener la necesidad de hablar de su pasado.
-Cuando murió mi abuela, esta mujer se ocupó de todo como una madre. Se ocupó del entierro, y se ocupó de mí. Si bien yo seguí viviendo en mi casa, ella pagó los impuestos y mi comida hasta que me consiguió un trabajo y ya pude hacerlo yo sola. Y ahí conocí a un hombre, y a otro, y empecé a salir.
Preparé dos fernet un poco cargados, y le pasé el suyo. Le dio un primer sorbo.
-Veo que tenés ganas de que cuente todo de todo, ¡está un poco fuerte…!
-Ya voy a empezar a preguntarte por detalles de tus relaciones.
Nos reímos.
-Los hombres eran todos iguales. En el pueblo los hombres no tenían aspiraciones. Por lo menos los que yo conocía, y con… bueno, en realidad a esta mujer que se ocupaba de mí yo le decía “mamá”, no la quería llamar así para no confundirte, pero bueno, con mamá hablábamos de esto y ella me decía que tenía que irme del pueblo, tenía que salir. Pero para mí irme significaba abandonar a mi abuela. Mi abuela se quedó conmigo hasta el último día, yo no podía irme. Bah, eso sentía yo en aquel entonces.
Por suerte la carne estuvo y empezamos a comer, porque ya estábamos dándole duro al fernet y noté que al pararme sentía un muy leve, pero concreto mareo. Carmela se reía de todo, lo que me gustó porque quería decir que la historia no le estaba doliendo tanto.
-¿Y cuando yo te conocí estabas sola?
-No, cuando vos me conociste estaba saliendo con un tipo, que era buen tipo… lo peor era eso, los tipos con los que salí eran buenos tipos, pero sin aspiraciones, sin mayores proyectos que el de repetir la historia de sus padres, y eso me limaba la cabeza. Por suerte los miedos de mamá de que repita la historia nunca pasaron. Hablo de repetir la historia de mi vieja mamá, de mi mamá biológica.
-¿Pero… -ya sentía con claridad el pedo que me estaba agarrando-, pero tu mamá sabía cómo eran los novios de tu mamá…? Hablo de tu mamá vieja, si sabía de los novios… No, digo, tu mamá nueva, ¿sabía de los…?
-Oíme. Para que no nos mezclemos, “mamá” decile a mi mamá biológica, y a mi mamá del corazón decile “Amanda”.
(Continuará…)
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chau, chau, CHAAAAAAAAAAAAAAAU..!
salto la fichaaaa de Amanda, esto se esta poniendo mas interesante de nuevo..
genio, Marquitos, genio.!
Gracias, Johnny! No era todo tan azaroso como parecía!
WOOOOOOOOW!! Te quería preguntar algo pero terminé de leer y quedé tan sorprendida q me olvidé…cuando recuerde te vuelvo a comentar…WOOOOOOOOOW!!
Jajaja, Belu, acordate!
Cuando las mujeres se disponen a hablar se ponen un poco densas, pero cuando uno las escucha es por algo. Por amor….o también porque te la querés cepillar, lo que no va al caso porque marcos ya ha tenido sus cosas con Carmela así que ahí hay amor.
Don Rata querido! Comparto. Escuchar a una mujer es una actitud amorosa. Cómo cuando una mujer tiene ganas de hacerle una comida a un hombre. Son pequeños rastros de amor.
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO TE LA PUEDO BELIVEEEE!!!! Amanda, la bruja que te mandó a buscar el cachetazo de tu vida, es la Mamá del corazón de Carmela?????
Ahora, cómo le explicas a ella que su mamá del corazón fue la que te marcó el norte???? ah? cómo hacemos???
Qué buen giro Valenciaaaa!!!!
Genial como sólo vos sabes escribir, meloso como a mí me gusta, clarito y emotivo como la historia lo necesita y, lo mejor de todo, tan real que cualqier corazón herido se identifica…
saludos, besos y abrazos… 🙂
Gracias, Marichi! No sé cómo corno le va a contar Marcos que Amanda tiró la primera piedra. No sé si para una mujer es igual la historia de un beso por impulso que inducido por una profecía. Y no sé si Marcos quiere arriesgar lo que tienen por compartir algo que ya no tiene importancia… Bueno, por ahora no tiene importancia…
venia todo bien, y el final… me confundi con las mamás, vuelta a leer todo de nuevo… me da todo como a friamente calculado por Amanda, pero no puede ser porque conocer a Amanada fue una casualidad, salvo que ella le dijera a Carmela que si un chico la besaba ella le tenia que pegar un cachetazo…
Se hizo larga la espera, pero como lo vale.
Gracias, Testeña! Pero no tiene por qué haber arreglado ningún cachetazo, si es que estuvo arreglado. El cachetazo incluso puede ser algo que salió mal. O tal vez no es la misma Amanda. Hay un dato que me parece que a todos se les pasó. Un dato más que importante. Y me encantaaaaaaaaaaaaa!
ya entendi, Amanda es su verdadera mamá! que volvio por ella, pero como no se queria hacer cargo de que la habia abandonado se hizo llamar asi….
Vos lo que decís es que la que la crió no era la verdadera madre y Amanda la dio en adopción de chiquita, y que volvió para ayudarla de incógnito? No querés escribir Fue Foul conmigo? jajaja, no sé, pero es una buena alternativa!
Noooooooooooooooooooooo, mira vos che! Estos últimos capítulos me vienen gustando muchisimo, un groso valencia!!!
Muchas gracias, Ematon!!
Desde el más allá se escuchan las risotadas divertidas de Hitchcock, Poe, London y demás, ante tremendo giro, curva cerrada, derrape y bandera a cuadros que tomaste, Marcos. Genio, genio total.
Sos un grande, Zippo!!
«SIN ELLA NUNCA IBA A TENER PAZ» Que frase!!! uno viendo como es Carmela piensa todo lo contario, pero esa frase encierra muchas cosas, cosas que Marcos pudo dejar atràs para animarse a salir del pantano emocional en el que se encontraba. La Paz uno la encuentra haciendo lo que siente sin importar lo que venga…
Bueno ahora conociendo detalles del pasado de Carmela entendemos por què es como es. Si bien se nota un abandono marcado en ella, tambièn se nota que fue contenida y nada màs y nada menos que por Amanda!!! la mamà del corazòn serà la bruja Amanda!!!? Si es asì nos empieza a cerrar lo que Amanda dijo y no dijo a Marcos!!!
Excelente, como Carmela le relata su pasado a Marcos…
Que lindo el estado de Marcos!!! Hace que respiremos Amor!!!
Genial Marcos! Gracias totales !!!
Gracias a vos, Marcela! Sí, el tema de la paz de la persona es complejo, porque siempre se piensa que se encuentra en la seguridad, pero la paz se encuentra cuando uno está donde quiere estar. Y puede estar en cualquier situación, pero si es donde uno quiere estar, entonces se está ocupado, y no impaciente. Si Amanda es la verdadera madre del corazón de Carmela…? Es algo que tal vez lo sepamos más adelante!
Muy bueno marcos lo tuyo como siempre, y yo aca dando el presente. Me encanta como va esto. Ya era hora de conocer el pasado de carmela que en lo personal me intrigaba demasiado… je. Y por marcos, que se puede decir, cuando uno ama, escucha!.
Ya estoy esperando al martes proximo. un abrazo!
Gracias, Ghandy, por dar el presente!! No pude contestar enseguida porque me mudé, y no tenía señal. El pasado de Carmela era importante para entender un poco a esta mujer de pelo de sangre y espíritu inquieto. Estoy convencido de que las conductas de las personas están escritas en su pasado.
Que vuelta de rosca de pascuas!!!! Valencia querido, no puedo creer la bomba molotov que tiraste!! Pero la pucha, me caigo y me levanto!!! Me cuesta creer en las casualidades… Amanda, que genia esa mujer que armó tal caUsalidad para la vida de su hija del corazón y la vida de ese muchacho que creyó sería el indicado! y acertó … Yo no lo veo negativo a esto, lo veo totalmente positivo!! y me estoy adelantando a cualquier cosa que pase en el capítulo siguiente.
Que gusto leerte Marcos. Un abrazo de pascuitas!!
Gracias, Rusita! Pero ya decretaste todo! Decretaste que Amanda armó todo por Carmela. ¿Habrá sido así? ¿Será la misma Amanda? ¿Fue todo un plan? ¿Carmela estará al tanto y empieza a sacar el tema porque tampoco se banca el secreto, como le pasa a Marcos? ¿Tendrá un secreto que falta conocer para entender mejor la cosa…?
NO no de por sí que te leo tarde, me siento y encuentro un Marcos cada vez mas enamorado de la Colo (eso me mata)… con un sábado de pasado fernet y asado. Culminando con este giro y vuelta de página con Amanda. Categoría la tuya para darle suspenso a FF. Amanda no era bruja… era simplemente “Madre”.
Nos dejas mas enganchados todavía.
Maestro como siempre! 😉
Gracias, Vani! Jajaja, te mata cómo se metió Marcos hasta la manija con Carmela? El tipo está tarado. Y yo creo que cuando uno se enamora, se enamora así, ciego, un poco tonto, vulnerable… Pucha, es lindo estar enamorado. Pero vamos a ver si Amanda hizo lo que haría una madre, o hay otra cosa en todo esta galleta…
Marcooosss!!!! pense q ya habia aprendido a controlar mi ansiedad con tus capitulos y vos venis y tiras esta bomba!!! nooo ehhh asi nooo!! me vas a volver locaaa!! jejeje
Se puede sentir la paz en este capitulo, ahora me pregunto si no sera «la calma q antecede al huracan».
Como siempre un enorme placer leerte, gracias x hacerme viajar con mi mente a ese pueblito, a esos momentos; sos un genio!!! besos =)
Gracias, Tefita! Sí, la paz de este capítulo es esta cosa que se está sacando Carmela de encima, que es exponerse, y también el cuidado con que la escucha Marcos. Porque a nosotros nos puede parecer la historia de su vida, pero Carmela le está mostrando dónde están enquistados sus miedos. Carmela se está poniendo en las manos de Marcos, y eso es, para Carmela, apostar por la relación. Seguí controlando tus ansiedades, Tefita!! jajaja
Por fin enganche fue foul antes del martes !! Me encantaron estos últimos capítulos , cada vez se suelta mas esta chica , poco a poco empieza a contar su historia de a poquito se sabe mas de ella , que vuelta la de Amanda.
Sos un maestro , espero muy ansiosa el próximo.
PD: si este comentario no tiene sentido es por los efectos de los remedios para la gripe
Jajaja!!! Sí, tiene sentido, Chiquita! Carmela se empieza a abrir, se empieza a entregar. Creo que se está animando a ser feliz.
Puede ser otra Amanda ?no? ¿NO? DECIME VALENCIA SI ES OTRA!!! Perdón, esta historia me está matando la cabeza, quiero saber ya el desenlace.
Muy bueno el capítulo, Mark Valence.
Todavía no me cierra de dónde sale tanto amor por esta mujer.
Chori querido!! Que la historia te tenga intrigado me parece un logro enorme que me llena de orgullo. Me llena de orgullo, Chori. Palabra!
Puede ser otra Amanda, Chori. Ese no es el problema, el problema es que puede ser la misma!! Pero hay un dato que se les pasó a todos. Creí que sería más evidente, pero por suerte pasó de largo.
ha bueno!
Te sorprendí, Facsf? No te la esperabas, no? Genio!
Noooooooo es de no creer!!!!! Resultó ser la más trucha de todas las videntes, esta arregla citas con estilo!!! jajajaja Me lo imagino a Valencia medio en pedo, y totalmente descolocado con la frase de Carmela.. jajaja las cosas q le pasan a este pobre cristiano!!! Igual me parece que él está tan enamorado, que poco le va importar que todo haya estado medio arreglado, pero y Carmela??….
Muy buen Capítulo este,muy de culebrón, pero muy bueno!!!
Meli!! Sí, casi me tiento a describir la sorpresa de Marcos, pero el final tenía que ser así. La trompada que se comió Marcos con el nombre de Amanda en los labios de Carmela debe haber sido demoledora!!! Gracias, Meli!
hey me encanta esta historia! genio! hasta dan ganas de enamorarse 😛