El martes que llegamos entramos las cosas, las pocas cosas que teníamos, y la casa seguía vacía. Ese mismo día compramos una cama, cosas para la cocina y una mesa. Íbamos a tener que ir copando la casa con el tiempo porque no teníamos un peso, pero el ropero ya estaba armado, la cama tenía sus sábanas blancas, su frazada, el espejo ya colgaba sobre la ausente cómoda que le pensaba regalar a Carmela, en el baño colgaban dos toallas, los jabones, el shampoo y otros frascos femeninos se agolpaban al borde de la bañadera esperando el mes que viene para su estante, la cocina tenía algunas cosas, una sartén, una olla barata, unos cubiertos, seis vasos, lo indispensable para cocinar y comer, dos o tres cosas de limpieza envueltas en una rejilla adentro del balde, y nada más. El living vacío, otro cuarto de la casa, vacío, la entrada, la salida al jardín, el jardín… la casa estaba pelada. El 18 en la puerta.
El miércoles que tuve el día libre con permiso del laburo para instalarme, barrimos las hojas del jardín y encontramos, entre unos arbustos descuidados en una esquina, un pilar, como una columna rectangular baja de ladrillo visto donde habían puesto cuatro azulejos pintados con la imagen de San Francisco de Asís. Mientras Carmela le pasaba un trapo a la imagen me acordé de Amanda, del día que la vi en la iglesia, rezando frente a la imagen de San Francisco, y me di cuenta de que nunca le conté a Carmela sobre cómo fue que llegué a ella. Nunca le conté de las visiones de Amanda, ni que estaba en ese restaurante mirando a la Tere, a punto de ir a romperle la boca de un beso… El único nexo entre Carmela y yo antes de conocernos fue Amanda. No habría sido posible conocerla de otro modo. Ella habría seguido en General Tomé, yo habría buscado otro laburo, habría seguido en mi departamento… Amanda. Pasando un trapo con lavandina sobre las manchas de humedad en la pared sur de la casa empecé a sentir una sensación desagradable pensando en que nosotros podríamos haber forzado al destino nuestro encuentro. Tal vez no debimos nunca habernos conocido. ¿Quién es Amanda? ¿A quién le di entrada sobre mi destino?
Pero en realidad la vida son decisiones. Yo quise hacerle caso a Amanda. Yo opté, y fui a General Tomé, o mejor dicho, a cualquier parte, y ahí estaba ella. Y sea como sea que llegué hasta ahí, yo llegué hasta ahí, y punto. Al tiempo que le pasaba los plafones amarillentos del cielorraso de la cocina, Carmela los limpiaba en la pileta. La tarde llegó con un color amarillo, ocre, anaranjado, luego sombras diurnas, y después apareció el frío y prendí el calefactor del living que era enorme. No me di cuenta del detalle. Era enorme. Tal vez no nos iba a alcanzar con una sola frazada cuando pegase el otoño. El sol se fue pero aún quedaba la estela de su partida, esa luz oscura sin sol que se va muriendo, y Carmela descorchó un vinito barato que compramos para comer con un poco de fiambre y pan esa noche, y festejar relajados la llegada a la casa, ya que la primera noche caímos rendidos en la cama sin comer, agotados de tantas emociones juntas.
Cuando no hay rutinas las horas no tienen autoridad, y no sé a qué hora fue que ya estábamos desnudos y abrazados en el living, sobre una lona suelta, ni en qué momento fumábamos abrazados en el jardín cubiertos por la frazada de la cama, ni tampoco a qué hora nos quedamos definitivamente quietos entre las sábanas deshechas de la cama, pero a la mañana me costó mucho levantarme. La mañana helada se me clavó en los huesos hasta que salió agua caliente de la ducha y resucité. No la quise despertar a Carmela, seguro que nos habíamos acostado tarde, así que me tomé mis mates, le di un beso que ni acusó recibo, y me fui a la oficina. Cuando llegué al mediodía Carmela no estaba.
Como no vi nada de comer preparado, quise darle una sorpresa y busqué el arroz, el caldo… pero Carmela no tenía plata. Apenas veinte pesos que le dejé por cualquier necesidad. ¿A dónde había ido? Marqué su celular, uno que compramos ayer ya que yo tenía el de la oficina, pero sonó en el dormitorio. Todavía no me asustaba porque me parecía lógico que hubiera querido salir a dar una vuelta, recorrer un poco. Pero ningún aviso, ninguna nota… Preparé un arroz con crema y le dejé bastante en la heladera para cuando llegara. Distraído volví a llamar a su celular que volvió a sonar en su cuarto. A las tres de la tarde salí para la oficina. Sí me preocupé cuando al llegar a las ocho seguía el arroz en la heladera, su celular en el cuarto y ninguna noticia de ella. Salí a la calle. Un jueves a la noche en el pueblo es como un cementerio. Con el auto empecé a recorrer las esquinas, las cuadras, las calles aún desconocidas para mí. Empecé a preguntar en algún quiosco sobre lugares públicos, restaurantes, bares, miradores, plazas. Después ya empecé a preguntar si no habían visto a una mujer pelirroja, medio petisa, de sonrisa fuerte, de caminar decidido… de manos de ángel, de mirada de remanso, de voz de lluvia… la extrañaba muchísimo.
Por indicaciones, por tomar mal algunas calles, por seguir senderos que no van a ninguna parte, y por las dudas, aparecí en un puentecito sobre un camino de tierra y ahí la encontré. Estaba parada mirando las estrellas nadar en el agua serena del arroyo. Dejé el auto con las luces iluminándola y, como un flash de una máquina de fotos que ennegrece el fondo y la resalta descolorida a ella, me esperó llegar con una sonrisa y dos ojos enrojecidos de mucho llorar.
-Es muy lindo este lugar, Marcos –dijo sin dar ninguna explicación.
-¡Carmela, te busqué por todos lados!
Ella volvió la mirada al agua. Si yo ya sabía todo, ¿para qué enojarme?
-¿Qué hacías?
-Nada. Miraba el arroyo.
-¿Me querés contar qué te pasó?
Carmela me miró con una sonrisa real, desfigurada en una cara deshecha de mucho llanto.
-Nada, necesito adaptarme a esta nueva vida. Me da mucho miedo, pero no quiero que te canses de mí, Marcos. No quiero que te hartes de verme llorar.
-Carmela, yo sé que te va a costar, y te voy a dar el espacio que necesitás, pero debiste haberme dejado una nota, algo para que yo no me volviera loco pensando que te pasó algo. Te encuentro sola, acá, en plena noche, en este puente de madera podrida que se puede deshacer a tus pies…
-No, Marcos –y rompió en una risa opaca de mocos y saliva, una risa fuerte, divertida-, ¡no sabés nada del campo! ¿Ves las hendiduras de la superficie de la madera? ¿Ves que son surcos gruesos y que no alcanzan un centímetro? Así se lava la madera dura con las lluvias. Este puente es macizo, Marcos…
Y mientras me explicaba del puente la vi más cómoda de lo que imaginaba. Estaba más en su lugar que yo. La vi segura, por eso no tenía miedo de estar a la noche en ese lugar oscuro, en ese camino negro.
-Conozco los ruidos de la noche, sé qué hacer si alguien viene.
-Y ¿qué hiciste durante todo el día?
-¡Ah, tengo que mostrarte algo! ¡Vamos con el auto!
Me sorprendió lo ubicada que estaba Carmela. “Doblá por acá”, “acá andá despacio que hay pozos grandes”, “guarda con la lomada”, iba indicándome mientras el Renault iba descubriendo fragmentos breves del camino de tierra de entre la gula de una noche cerrada que deglutía cualquier imagen fuera de la luz del auto. “Es acá”, dijo. “Subí un poco más, un poco más…”
Frené exactamente arriba de las vías de un ferrocarril que, en lugar de un terraplén, parecía ser una lomada más del camino. “Hay un cartel más atrás, la equis de chapa, pero no la viste”, me aseguró Carmela. Los árboles que se adivinaban en una silueta negra se abrían y el cielo, esa noche cerrada, ya no era tan cerrada. Un azul más claro se abría inmenso sobre nuestras cabezas y millones de estrellas colgaban sobre nosotros. Al rato mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y pude ver con mejor definición las banquinas, el cartel que me decía Carmela, el camino hundirse en la negrura de los árboles, el terraplén de las vías…
-Carmela, voy a sacar el auto de las vías porque puede venir el tren.
-Marcos, estas vías están muertas. No pasa el tren por acá. Mirá –y me señaló con el pié las vías perderse adentro de la tierra y salir por el otro extremo-. Cuando los trenes funcionan las vías están desnudas, cuando no pasan se van quedando enterradas.
-¿Te gustaba General Tomé? –le pregunté; me parecía que de alguna manera Carmela estaba evocando la ciudad, siempre despreciada por ella, de su vida.
-Tenía cosas lindas. Es un pueblo como tantos… Los pueblos tienen cosas lindas. Los pueblos tienen esto, Marcos –y levantó sus brazos intentando abarcar el manto de estrellas.
Miré para arriba. Era impresionante ese cielo. Hacía frío, pero no me quería ir. Dando vueltas, volviendo a mirar todo con los ojos acostumbrados, vi algo grande al costado del cruce del paso nivel. No distinguía qué era.
-¿Qué es eso?
-Un tanque de agua. Es raro porque tiene más forma de silo que de tanque de agua…
-Y ¿cómo sabés que es un tanque de agua?
-Porque pierde y deja un rastro de agua del otro lado del terraplén.
Crucé las vías y vi el charco, como un río chiquito en miniatura que corría lento pero vistosamente de un lado al otro del camino. Las estrellas se hamacaban en su reflejo delgado, y su forma se agrandaba o achicaba con las huellas de los neumáticos esculpidas en la tierra. Ya veía con mucha más claridad, pero al mismo tiempo el frío empezaba a dolerme.
-¿Vamos, Carmela?
-Vamos –dijo, y entrando en el auto preguntó- ¿podríamos venir mañana a la noche, no? Traemos un vinito, una picadita…
El viernes a la noche llegamos no muy tarde al terraplén. Era un lugar más bien alejado del pueblo por unos escasos cinco kilómetros, pero lo suficiente para que pareciera deshabitado. Carmela había estado todo el día hablando de la noche en las vías, y se encontraba dichosa cuando nos sentamos en la tierra del camino. Hablamos de las cosas del día, de los sueños incumplidos, nos emocionamos, nos reímos e hicimos el amor de manera torpe y graciosa. “Ya le vamos a tomar la mano”, dijo feliz. Y yo también estaba feliz. Acabábamos de encontrar un refugio fuera de nuestra casa, que ya era un refugio. Era como que Carmela necesitaba volver a la soledad para ir aceptando poco a poco una vida social y compartida. Una vida donde se puede creer en los demás, en donde nadie se burla de nadie, y donde lo marginal es lo que le pasa a otros.
-Mañana voy a comprar carne y hacemos un asadito, ¿te parece?
-¡Carmela, pero esto es el camino! Pasan camiones y autos por acá. ¿No querés que lo hagamos en casa?
-No, Marcos. Los autos pasan durante el día. Este camino va a una balanza de hacienda. A la noche es nuestro.
Con cuidado bajé del terraplén como yendo a la balanza de animales, di la vuelta y volví a cruzarlo. Empecé a tener curiosidad por esa balanza de la que hablaba Carmela. El pueblo empezaba a ser más grande de lo que abarcaban sus calles. Y acelerando con cuidado por el camino de tierra, por el pedacito de camino que le robaban las luces a la noche, volvimos.
(Continuará…)
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Fue Foul: “Tenías razón”
Tené cuidado con Carmela.. esta planeando algo! seguro te tira al tanque o algo mucho peor! es una resentida jaja
Jajaja, me fascina las cosas que transmite Carmela. Pero aparentemente es solo una mujer que tiene miedo, pero lo prefiere enfrentar con coraje y todo de golpe. Por eso pienso que tiene estos ataques.Igual te tomo el consejo, lo del tanque de agua me sonó creíble…
Gracias, Loquita!
Carmela es una verdadera caja de Pandora… es complicada, es noble, loca, campestre(¿?) , exploradora ctas cualidades tiene… Me pregunto qué tan listo esta Marcos para acompañar a Carmela?
“Después ya empecé a preguntar si no habían visto a una mujer pelirroja, medio petisa, de sonrisa fuerte, de caminar decidido… de manos de ángel, de mirada de remanso, de voz de lluvia… la extrañaba muchísimo”… suena tan enamorado increíble descripción
… Me colgué pensando cdo fue la última vez que vi un cielo con tantas estrellas…
Este capítulo Marcos majestuoso como el cielo en el k se perdió Carmela.
Maestro un Beso!! 😉
Vani, Carmela es mujer. Tal vez no sea como vos, o como la mayoría, pero tampoco es una mujer tan atípica. Es una mujer que con sus manifestaciones acapara la atención, que tiene ataques que no le interesa disimular, un poco caprichosa, transparente en sus sentimientos, bueno, tiene muchas cosas muy femeninas. Lo de que sepa cosas de campo no es porque haya vivido en un establecimiento agropecuario, sino porque los pueblos están muy cerca del campo, y de chicos aprenden sobre la naturaleza alejándose un poco de las calles, yendo a pescar a algún arroyito, buscando tierra para los jardines… Marcos, en cambio, no sé si ha caminado descalzo por el pasto todavía. Es muy de ciudad, y empieza a fascinarse con esta faceta de Carmela. Ella en el campo empieza a sentir un lugar conocido, un punto de unión entre su vida anterior y la nueva que va tomando.
Gracias, Vani!
Marcos sigo encontrando emociones en tus capitulos el de hoy me ha dejado con una paz q solo puede otorgarla el campo y las estrellas, es como q estaba ahi sentadita entre ustedes jeje y hasta te puedo decir q no estoy ansiosa x el proximo, parece q me has enseñado a la fuerza a tener paciencia jejeje Exelente como siempre!! Besos
Jajaja, qué bueno que aprendiste a esperar!!! Ese reducto que encontraron es un placer. Carmela lo supo enseguida, apenas lo vio. Y Marcos no puede creer lo que está aprendiendo a valorar, porque un cielo estrellado no es lo mismo en el mar que en el campo. El cielo es el cielo y el lugar desde donde se mira. Qué bueno que te gustó!
Gracias, Tefita!
Que miedo da sentirse tan feliz. Y que felicidad sentir ese tipo de miedo, un temor sano a lo que tanto deseamos que llegara.
En fue foul he leído confusiones, enojos, decepciones, búsqueda interior, y mucha pasión.. pero hoy leí tanta paz y armonía que me transmitió tranquilidad y una sonrisa.
Grande Valencia!!! Que gusto me da leerte siempre.
Qué lindo la descripción que hiciste de todas las emociones que hubo en Fue Foul! Me encantó, Rusa! Y sí, da miedo relajarse y creer, confiar y disfrutar. A todos nos cuesta un poco, y a veces hasta ni lo notamos porque nos acostumbramos a determinado placer, pero Carmela va por todo. Ella quiere sentir lo que nunca sintió, la estabilidad, y también por eso tiene crisis tan grandes, porque quiere desterrar cualquier sentimiento de desestabilidad, y confiar.
Gracias, Rusita!
Demasiado bien están surgiendo las cosas ahí. Cuando esta todo tan tranquilo es cuando mas hay que preocuparse; disfrutarlo, pero no colgarse.
Nunca me cerró Carmela loco, desde hace mucho la tengo con que va a salir con algo raro. Me agrada de todos modos.
Un saludo capo!
Fijate lo que le costará a Carmela confiar y relajarse, que vos mismo sentís que algo va a pasar con Carmela!! Pobre mina, no sé por qué genera tanta incertidumbre. Es complicada, por supuesto, pero ella se muestra tal como es, y actúa como una chiquita cuando se siente indefensa, desprotegida, y actúa como una leona cuando quiere defenderse, y como un pajarito cuando anda divertida. Carmela es lo que hace, ni más ni menos. Me alegro, Blanco querido, que al menos le des el voto de que te agrada. Carmela me da una penaaaaa….!
Gracias, Blanco!
Ese cielo estrellado me trajo un recuerdo imborrable de una noche cerrada con un cielo bañado de estrellas, donde casi me parecía que podía tocarlas con las manos, como añoro volver a verlo y sentir eso, increíble. En un lugar así, hace que todo sea diferente, todo huela diferente y el interés se centre en lo que verdaderamente necesita el alma. Que lindo capítulo!!! Me encanto!!!
Como siempre Gracias!!! Gracias por compartir esto con nosotros!!! Besos!!!
Tal cual, Marchu. Ese cielo es un imán, cambia nuestra perspectiva de lo que sentimos. Son cielos que abruman pero en el relax, nos descansan, nos dejan quietos, hipnotizados con la cabeza hacia arriba. Disfruté mucho de la primera noche en que Marcos se encuentra con todo ese firmamento salpicado. Gracias a vos, Marchu!
y Marcos desaparece… hasta que una pesquisa policial encuentra el cadáver en avanzado estado de descomposición, en una bolsa tipo consorcio, sumergido en el viejo tanque de agua en desuso…
Valencia querido, un genio! Todavía me tenés atrapado en esta historia!
un abrazo hermano!
Jajaja, es imposible que creas en que están aprendiendo a quererse, a sentirse mutuamente, que ella empieza a adaptarse a la vida con Marcos, y él a estos miedos de Carmela, ¿no? Tal vez hagas bien. Pero no creo que Carmela sea una loca de atar. No señor.
Es un honor enorme que sigas atrapado en mi historia, Facsf! Un gran honor! Gracias, querido!
jajajjaja!!! es difìcil la tarea de enganchar a un gorila con TDAH…
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asi voy a empezar el comentario….no puedo haber encontrado tantas coincidencias en este capitulo….el tanque……san francisco….tengo una tao colgada del cuello, la hizo mi hermano con sus manos…el año pasado….el esta la orden de los franciscanos….y tantas otras cosas mas…me dejaste perplejo, QUIZAS halla encontrado mi Carmela, falta el cambio nada mas….
en fin….en algun momento te tendre en frente y te cagare a trompadas!!!…jajajaja…..un abrazo de mol marquitos!!! 😛
La verdad que son muchas coincidencias, Arkano! Pero no esperes que llegue el cambio. El cambio hacelo vos. Cuando vuelva a Mendoza te aviso y nos cagamos bien a trompadas! Gracias, Arkano!
un bajon mudarse y no tener donde sentarte, y que llenar la casa parece imposible, solo esta llena de sueños y de proyectos. es la mejor etapa de las parejas cuando conviven,… despues se va todo al carajo
Jajaja, cuando ya empieza a haber un sofá, la mesa de comedor, la biblioteca… todo se va al carajo!! Genia, me hiciste reir. Gracias, querida!
Excelente como.siempre. Carmela es la mujer de la cual cualquiera se enamoraría, una flor de minon con todos sus altibajos.. Me encanta.. Ojala todos tuviéramos ese lugar, apartado de todo y de todos, donde escaparnos con nuestra media naranja. Saludos Marcos.
Iván!
Carmela a mí me gusta, pero no sé si es el estereotipo común, Iván. Hay muchos que no la soportan, y me fusilan a privados para que le agarre ezquizofrenia, la internen y quede out de la historia.Pero me alegra que te guste. A mí también me gusta Carmela.
Jajajaja, no.. Carmela tiene que estar en el Final Feliz (?) de Fue Foul.
Que lindo capitulo, otra vez un placer leerte. Hoy colmaste mi noche de paz y de muchas ganas de encontrar ese refuguio solo para dos. Abrazo grande
Qué lindo lo que decís, Soly! Sí, a pesar de la locura que le agarra a Carmela que se va a durante todo un día a caminar y llorar por cualquier parte, el capítulo es contenedor. Hay paz desde ellos mismos. Ese refugio de los dos solo aparece cuando hay complicidad. Otro indicio de que realmente están enamorados. Gracias, Soly!
Que linda que es Carmela… te felicito Marcos otra vez me he enamorado de una chica imaginaria.
Carmela me encanta. Me encanta que sea tan mujer. No se banca ella misma de lo mina que es. Si bien no existe, y no es un estereotipo tan común, hay muchas Carmelas dando vueltas por ahí, para horror y espanto de Facsf. Gracias, Don Rata!
Esa maldita Carmela….
Bueno, episodio diferente, tranquilo diría. No por eso aburrido, pero leerlo me trajo eso que dicen «después de la calma viene la tormenta» o algo así….me huele a tragedia marcos….con intensión o sin ella…me suena a que algo groso se viene…jeje
Estare esperando al proximo martes. Un abrazo genio!
Y tal vez sea así nomás, Ghandy, porque varios sintieron lo mismo. La calma de alguna manera es lo que está. Después veremos si es la Calma que antecede a la tormenta, o la Calma Chicha, de cuando se muere el viento y los veleros quedan estáticos en el mar. Dale, esperá al próximo martes, Ghandy! Gracias!
la Verdad que de a poco se acomoda la vida de estos seres..ahora…una cosa…en que país viven??..porque comerse un asado??..con lo que cuesta!!
Pareciera que los dos viven en un paraje de Islandia donde se habla un español acuoso y conservasen de ancestros turcos refugiados en la isla la costumbre de tomar mate, pero no, viven acá, Furioso. Creo que resignaron comprar muebles para la casa en los próximos dos meses con tal de comprar un poco de carnaza, palomita, tres choris y una morcillita bombón.
Cuando estás con quien tenés que estar, no hay mejor lugar que aquel en el que estás… Creo que eso sentís, Marquitos, con Carmela, y por vez primera no necesitás tantos aderezos para saborear una relación.
(Ah!, buen día.)
No importa si nos sentamos sobre sillas o almohadones, si nos lavamos la cara con agua fría o caliente, menos si lo hacemos sobre la vía o sobre un colchón de rosas, importa si somos nosotros los que lo hacemos. Es el mensaje que me llevo de la Carme, pero un detalle no menor es tu tolerancia, compadre. La tipa se desaparece sin ponerse colorada, y vos sin comerla ni beberla te la fumas como un duque.
El enamoramiento es una de las especie del boludismo, la mejor a mi humilde entender, la que más se disfruta.
¨Marcos¨: Un gran capítulo puente de lo que estamos esperando. ¨Marquitos Valencia¨: No desconfíes ahora, que perder así vale la pena!
Abrazo grande, M. M.!!!
Cada uno elije su par. La tolerancia tal vez es la adrenalina que necesitaba Marcos para sentir que participa activamente de la vida de Carmela. Y Carmela necesita que la vengan a buscar. Necesita poder irse sabiendo que la vienen a buscar. Y esa libertad exagerada, y la búsqueda permanente de Marcos es lo que la va a ir consolidando en la confianza. Pareciera un juego peligroso, pero cuando las necesidades se complementan, es la receta de la felicidad.
Y sí, el enamoramiento es un boludismo profundo, pero creo que es lo único que se extraña de la intensa adolescencia. A la infancia volvemos siempre a llevarnos cosas, pero a la adolescencia creo que solo eso. Que es la pasión comprometida, la emoción, los nervios.
Un capítulo puente, sí, pero guarda que tiene mucha información. Por eso es el capítulo más largo que escribí de FF.
Un abrazo grande, viejito querido! Estoy muy complicado con los tiempos y me estoy atrasando con el tan querido Eterno Amanecer. Ya me voy a poner al día, abuelo!
La miel más melosa es la que comparten los enamorados… Mi muy queridos Amigo, se halla usted en las garras de tan dulce malechor???
Es la cotidianidad de lo bello lo que hace (a mi entender) que la comodidad de la rutina nos sorprenda. Más aun cuando antes, la costumbre nos encontraba solos y sin norte.
Ahora, la duda que me carcome: podrá esa leona de melena color fuego abrazas el día a día con los colores que vos pintás????
Saludos, besos y abrazos!!!! 🙂
Las garras de ese malechor creo que andan tanto sobre Marcos como Carmela. Por eso estas vivencias que aparentemente son muy simples, son tan intensas. Sobre su dida, MaryJo… Solo el tiempo lo dirá. Gracias, Mary Jo!
No pasó nada en este capítulo. (por encima de la superficie, jejeje)Se necesitaba un alto en el camino, un recodo para descansar y acomodar cargas, Marcos. Para que lo que venga, sacuda con más fuerza.
En apariencia no pasó gran cosa, pero este capítulo subterráneo tiene mucha información. En los capítulos en que pasa poco, generalmente, se cuenta mucho. Gracias, Zippo!
Bonita Carmela, no sé porque la odian tanto si la pobre mina no ha hecho nada. Está medio loca, pero bue… hay que esperarla, está en pleno proceso de aceptar la realidad en la que se ve hoy, es comprensible que le cueste y quiera encontrar un refugio. Lo que si m extraña a mí es que Valencia la re entiende y se comporta muy a la altura, de donde le salió tanta sabiduría ahora???
Meli!! Qué bueno verte otra vez por acá! Sí, Carmela genera rechazos porque es auténtica. Y no está mal que los genere, porque por ese motivo mucha gente no es auténtica, por temor al rechazo. Carmela se la banca bien, y es como se le canta. Valencia no es que sepa lo que hace, sino que se guía un poco por lo que siempre fue Carmela. Él sabe que Carmela es como es, y no va a cambiar. La magia, la novedad de su vida, es que no la quiere cambiar. La quiere así. Gracias, Meli!
Tengo unos celos rabiosos de sus sentimientos, emociones y sensaciones! Es tan hermoso el amor, y más cuando se acompaña de cosas sencillas.
Carmela me ganó… LA HIJA DE PUUUU ME GANO!!! Y es gracias a su sencillez.
Me da mucha risa ver cómo te desconcierta cada día… Será de que vivías bajo una misma receta, y no estás acostumbrado a las espontaneidades??
Fue demasiado muy bello este capítulo querido amigo… Me ha fascinado! Hoy, más que en cualquier otro, me sentí muy ahí!
Besotes!
P.D: Dónde está la psicóloga de la pareja? Ya es jueves!!!!
La verdad que lo que pasa en ese terraplén es muy lindo. Yo estoy convencido de que la complicidad es inevitable para poder lograr una relación sólida. Y este capítulo es pura complicidad. Carmela lo recibe a Marcos en el puente con la cara deshecha en llanto, y lo lleva al terraplén sabiendo que Marcos, le guste o no, no desvalorará su sorpresa. Y Marcos no necesita ninguna postura de hombre fuerte y ganador ante Carmela. Él sabe que Carmela ya lo junó de entrada, y sabe que su papel es el abrazo cuando ella rebalsa en lágrimas. Lo demás es disfrutar del pequeño mundo individual del otro, compartido como un alfajor en el recreo largo en el colegio. Gracias, Betty!
El firmamento visto de un pueblo es otra cosa. Media bipolar resulta ser esta Carmela che, pero me gusta. Saludos Marcos…