/La leyenda de Sol y Luna (Parte 1)

La leyenda de Sol y Luna (Parte 1)

El fue producto de la desobediencia del Dios Sol, ella fue concebida bajo un rayo de luz de luna.

Fue en un atardecer que se conocieron, la luna y el sol danzaban alegremente en el cielo, mientras uno se escondía el otro salía anunciando la llegada de la noche. Bajo un árbol de el cenote sagrado de Chichen Itzá el príncipe observo a la plebeya nadando en sus aguas, sus cabellos negros ondeaban en el agua y su cuerpo dibujaba una sombra espectral en el fondo. Él sabía que no debía, un príncipe con una simple campesina, su familia no lo permitiría, no dejarían que el futuro rey traicionara sus tradiciones.

Todas las noches huía el príncipe del palacio y se encontraba con su amada, nadaban los dos enamorados en las aguas del cenote y hacían el amor bajo la luz de la madre luna. Luego observaban la inmensidad de la noche, los astros los observaban y no estaban de acuerdo.

Después de un tiempo la familia del príncipe se entero de su traición, ordenaron capturar a la plebeya y sacrificarla para remendar los daños. El príncipe hablo con su padre, suplico de rodillas, pero no había marcha atrás, la joven campesina seria sacrificada en el castillo de Kukulcán. El joven estaba sumergido en una laguna de lágrimas.

La noche antes del sacrificio el príncipe ingreso al castillo, asesino a los guardias y huyo con su amada hacia la selva, corrieron toda la noche, hasta que sus pies no dieron más. Esa noche durmieron los dos abrazados sobre la rama de un árbol.

Cuando el rey escucho la noticia envió una escuadra de guerreros jaguares en busca de los enamorados, con la única orden de asesinarlos en el instante que los encontraran, no podía tolerar esa traición. Los buscaron por días, meses… años y no los encontraron.

Vivieron muchos años los enamorados en la selva, todos los atardeceres hacían el amor, el niño fue producto de la desobediencia del dios sol y la niña fue concebida bajo un rayo de luz de la luna, ambos crecieron bajo el cariño de sus padres. Sol y Luna los llamaron, y de la desobediencia de un príncipe y una plebeya surgieron.

Fue una tarde cuando llegaron los guerreros jaguares, el príncipe les ordeno a sus hijos que se escondieran, ambos observaron horrorizados como sus padres eran brutalmente asesinados por hombres cubiertos de pieles amarillas manchadas.

Ambos juraron venganza, juraron que no morirían hasta vengar a sus padres, juraron seguir el legado de su padre y sentarse en el trono de Chiche Itzá.

Continuara…

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