/La maldición del bosque | Parte 3

La maldición del bosque | Parte 3

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El domingo por la mañana Jeremías escucho como golpeaban a su puerta. Eran los padres de Diego que lloraban desconsoladamente.

Los padres de Jeremías lo recibieron y estos le contaron lo sucedido. El padre de Jeremías , Gabriel un hombres grande físicamente y sabio lo llamo. Jeremías se visto fue hasta el living adónde estaban los padres de su amigo fallecido.

– Hijo es muy, muy importante, si sabes algo, lo que sea. Decilo- el tono de Gabriel era el de un tipo que sabe que le están mintiendo o le están por mentir.

– ¿Sobre que papá? – preguntó Jeremías habiéndose el tonto.

– Tu amigo Diego ha desaparecido – Las miradas se cruzaron, la electricidad en el ambiente aumento y la atmósfera se volvió muy pesada. Si existiera la telepatía, ahora estaría en problemas pensó Jeremías, sin embargo su cara era inmutable, no mostró satisfacción por la muerte de Diego, estar preocupado.

– Hola Jere – dijo la mamá de Diego – una mujer de 40 años que aparentaba 50 en ese momento. Trato de hablar pero las lágrimas le nublaban su capacidad del habla.

– No te preocupes Claudia – agregó Federico, el padre de Diego – Jere, sabemos que sos el mejor amigo de Diego, hoy cuando volvimos, no estaba en casa ¿Sabes algo?

– Mmm no señor – Jeremías se mostraba asustado y confundido, hasta pensó que podía volverse un gran actor. – El viernes salimos de la escuela. Después fui a su casa en la noche. Golpee y no salió nadie – “el maldito mal amigo murió, pensó”, “se lo merecía”, “ el puto sabía que yo la amaba y me traicionó. Pensó – Creí que se había ido con ustedes.

– Se quedó solo en casa hasta hoy – el tono de Federico se quebró – Vamos a ir a la policía. Hasta luego – Se despidieron yéndose tan rápido como llegaron. Caminando como una pareja de ancianos débil y desganada.

– Estás seguro que no sabes nada – la expresión de Gabriel se había agravado

– No papá – respondió enojado, acaso se dio cuenta que estoy mintiendo pensó.

– ¿Jugaste a las escondidas la otra noche con tus amigos en el bosque?

– Déjalo tranquilo – interrumpió la madre de Jeremías, que dejó de cocinar cuando se percató que la conversación se elevó de tono – Si dice que no sabe nada, es así. Yo le creo.

– No digo que no le crea. Es una de las últimas personas que lo vio, seguro que la policía vendrá a interrogarlo.

– ¿Puedo volver a la cama?

– Si mi amor – respondió. Y mientras Jeremías huía de la escena, sonreía al oír como peleaban sus padres. Nunca le gusto que discutieran, pero esta vez le pareció gracioso.

Jeremías tomó su celular y le contó a sus amigos lo ocurrido en el grupo. Todos respondieron menos Pablo. Quedaron en verse esa tarde para hablar de lo sucedido.

Se reunieron esa misma tarde del domingo. Florencia por fin volvió a hablar después de lo sucedido. Les contó sus amigas lo que pasó. Pablo por otra parte estaba completamente ido, parecía estar en otro mundo encerrado en sus pensamientos.

Jeremías venía con un hacha, como si algo tan simple pudiese dañar al majestuoso Jacaranda.

– ¿Que vas hacer con eso? – murmuró Belén

– Voltear el árbol – los gestos y expresiones de Jeremías no eran los propios de él, los que conocían sus amigos, ya no era el chico humilde y tímido. Respondía con soberbia y enojo a todo lo que le decían o preguntaban .

– Viste lo que hizo esa noche, crees que con una simple hacha vas a ponerle fin, sea lo que sea – refutó Florencia.

– Esa noche vi mucho más de lo que quería ver – Florencia se ruborizó – El que quiera venir que venga, ya son las de la tarde y quiero volver antes de que se haga de noche.

Los cinco marcharon por una calle vacía, parecía que estaban desfilando por el pasillo de la muerte. Una brisa fría y tajante rodaba por sus mejillas partiendo su piel. Llegaron al árbol, Pablo se quedó más atrás de las mujeres, no se atrevía ni a mirar. Entonces Jeremías elevó el hacha lo más alto que pudo. Esperando que el Jacaranda lo frenara, el quería que lo frenase, no sabia el porque, pero no quería dañar al árbol. Sin embargo, nada sucedió, el hacha se clavó en la corteza seca y una astilla voló por los aires. Una tras otra, las astillas volaron, con cada hachazo y nada sucedió. Jeremías se sintió exhausto y se sentó.

– Que alguien más siga – soltó el hacha. Pero nadie la recogió – por favor muchachos, esto está mal y lo saben. ¿Me van a decir que quieren que algo igual o peor suceda? – Belén se aproximó hasta a él, se sentó a su lado y le dijo.

– Ya está de noche, mañana después de la escuela venimos y terminamos el trabajo.

Jeremías se levantó enfurecido y volvió a su casa al igual que todos los demás. Apenas llegó Gabriel le preguntaron…

– ¿Adónde estabas?

– Fuimos al bosque.

– ¿Quienes?

– Mis amigos papá, los mismos de siempre – la conversación no parecía una charla de padre eh hijo, era mas bien una instancia previa en la que los boxeadores se miran intentando intimidar al rival.

– ¿Que hacían en el bosque?

– Queríamos talar el Jacaranda – su mamá, que estaba presente, se espantó, lo miró atónita, como si hubiesen visto un fantasma -. ¿Que tiene? ¿Porque me miran así?

– Está noche – dijo Gabriel, buscando las palabras para no pelearse con su hijo y tranquilizar a su esposa – cuando te acuestes voy a hablar con vos -. Sin embargo mientras hablaba su mente se llenó de sudor. ¿Porque se puso tan nervioso? pensó Jeremías.

A la media noche Gabriel entro a la habitación de Jeremías con un gran libro de fotos. Su papá era un historiador de la zona este de Mendoza y guardaba muchas fotos de todas las localidades y hechos históricos. Se sentó en la cama, Jeremías se puso a su lado y le mostró el contenido.

Mientras tanto a solo una cuadra, Pablo buscaba una soga que sabía que su padre había guardado.

– Hijo lo que te voy a mostrar ahora es solo por necesidad. Nunca creí que fuese necesario hablar de esto, pero no queda otra – abrió el libro y recorrió hasta el capítulo de Fundación de Tiburcio Benegas.

Había una pintura ilustrada por un pintor de la época donde se podía ver a quien por aquel entonces fuese gobernador de Mendoza posando para una pintura. Atrás de este en el paisaje se podía ver que el bosque todavía no existía, pero si el Jacaranda muerto.

Jeremías lo noto y se intrigó. La curiosidad, el peor defecto de la mierda de los seres humanos floreció – Es el árbol – se sintió extasiado y maravillado- ¿Pero porque no está el bosque?

– La Duperial de Palmira todavía no existía, entonces no era necesario. Ahora presta atención a estos recortes de diario.

Mientras tanto, Pablo buscaba una viga resistente en su casa.

Los recortes de los diarios eran escalofriantes y macabros para cualquier ser humano que los leyera. Aquí voy a enumerar unos cuantos, no recuerdo bien lo que leyó Jeremías y otros los leyó en voz baja. Pero aquí hay unos cuantos.

3/5/1889 Aparece cabeza decapitada debajo de un Jacaranda en la localidad de Tiburcio Benegas: Un cráneo aparentemente de 100 años o más fue encontrado por un puestero de Palmira mientras salía a pastar.

Más abajo otro enunciado:

5/9/1901 Un hombre se suicida colgándose de un árbol en la localidad de Tiburcio Benegas. Aparentemente el hombre encontró a su esposa siendo infiel

23/8/1910 Impactante caso estremece a todo cuyo. Dos esqueletos de bebés mellizos de casi dos años aparecen debajo de las raíces de un árbol muerto en la localidad de Tiburcio Benegas. El mismo a sido llamado el árbol maldito

Los ojos de Jeremías se dilataron, no podía creer lo que vía. Su padre noto la expresión en su mirada y le gusto, sintió una hermosa conexión padre e hijo – Espera aún hay más.

30/1/1957 Se inaugura la fabrica Duperial en Palmira. El nuevo emprendimiento dará trabajo a 500 personas de la zona este. Y trabajará sobre el Orujo de las bodegas.

26/9/1957 Peligra la continuidad de la Fabrica Duperial instalada en Palmira por no cumplir con la reglamentación necesaria. Provoca un gran impacto ambiental. La empresa deberá cultivar 100 hectáreas de bosque si quiere seguir trabajando.

20/2/1959 El árbol maldito de Tiburcio Benegas vuelve a dar que hablar. Maquinista desaparecido. Un hombre Augusto Panar, el maquinista encargado de arrancar malezas desaparece cerca de la zona del árbol maldito. Se dice que el hombre después de almorzar tenía que arrancar el Jacaranda y desaparición.

22/2/1959 Las autoridades municipales se dan por vencidas al no poder arrancar el árbol, tanto los maquinistas como la máquina sufren fallas y alucinaciones . Los vecinos de la zona le echan la culpa a la contaminación creada por la fabrica.

01/3/1959 La municipal junto con la empresa Duperial deciden rodear al Jacaranda con el bosque artificial en vez de arrancarlo alegando que está poseído y que dicha tarea es peligrosa.

Ese ese momento Pablo pateo la silla adónde se había subido y…

– Creo que me queda 15 o 16 artículos más.

– No lo puedo creer papá

– Ese árbol es lo más viejo que hay por aquí. Por su tamaño calculo que debe tener cerca de 300 o 400 años. Por eso te pregunté que pasó, temo que tu amigo haya caído ahí.

– No papá – negó Jeremías rotundamente – no se nada de él.

– Está bien hijo te creo, pero si sabes algo lo más mínimo quiero que lo cuentes.

– Si papá te lo prometo. ¿Me dejarías tu libro? Es muy interesante.

– Está bien pero dormite temprano, mañana tenés que ir escuela.

– Si papa- respondió sonriendo Jeremías.

Continuará…