/La Posada del Fracaso – Sofía y Juan

La Posada del Fracaso – Sofía y Juan

En el capítulo anterior: les hablé sobre la Familia Vrodsky. Ellos son Polacos y se han venido en busca de un futuro. Están solos en Mendoza. Lo que Patryk, el padre de familia, no sabe es que su hijo Dominik huye de problemas de pandillas. Quemó un laboratorio de la pandilla rival y antes se llevó una carpeta que contiene la fórmula para que la cocaína no tenga olor, de esa manera es indetectable para la eficiente barrera canina.

Ahora les voy a comentar sobre Sofía y Juan, marido y mujer. Ellos viven en la planta baja, en el tercero. Realmente da gusto ver dos personas así. Sobre todo el vínculo amoroso que los une. Ella es frágil y delicada, tu tez blanca hace un contraste perfecto con sus negros ojos. Tiene el pelo más hermoso que vi en mi vida, largo, tupido, brillante, le envuelve todo el cuello y los hombros como un manto. Sus labios son rojos y su boca gruesa, por nariz tiene un dulce y fino trazo que resalta la elegancia de su rostro. Parece una muñeca de porcelana. Camina suave y sensual, acompañada por sus rítmicas caderas y su pelo ondulante. Verla da una sensación de frescura y calma.

Sofía es oculista, aparentemente trabaja en una clínica del centro. Ha hecho varios cursos en Buenos Aires y viaja bastante. Una vez tuve conjuntivitis y fui a su departamento para que me recomiende algo. Ahí vi las parvas de posgrados que tiene hechos, ahí me enteré que la mina es grosa en su rubro. Con lo que gana aporta a una casa que está construyendo con su esposo Juan y el resto lo invierte en una clínica privada que está armando con unos socios.

Juan no es menos que Sofía. Es un tipo atractivo y dinámico, de aspecto varonil y pasional. Porta una cara de esas que transmiten seguridad y confianza. Tiene muchos amigos que lo visitan los fines de semana. Siempre vienen parejas de visita, pero intuyo que son amigos de él. Lo veo siempre llegar de jugar a la pelota, salir a correr y a dar vueltas en bicicleta, es obvio que ama el deporte. He visto que tres veces por semana hace algún arte marcial, por lo que frecuentemente llega con cortes y uno que otro golpe, pero jamás pierde la estampa, la buena cara, mucho menos la compostura.

Es abogado, trabaja en el poder judicial todo el día y tiene una especie de fundación con unos amigos con la que le dan de comer a chicos carenciados, me dijo que lunes y jueves por la noche se junta con sus socios a planear y controlar la semana. Según él la única salvación que tiene un chico para salir de la pobreza y la ignorancia es ser bien alimentado hasta los cuatro años. Parece que es igual de exitoso que Sofía, porque también aporta para la hermosa casa que se están construyendo en un barrio privado no se donde (una vez me lo dijo pero lo olvidé) sin dejar de atender los gastos domésticos. Le gusta la música, el cine y la literatura, siempre lo veo llegar con películas, cds y libros bajo el brazo. Varias veces le he pedido recomendaciones sobre estos temas y el tipo siempre me ha dado algo acertado como consejo. Es un buen flaco, creo que de no saber su secreto sería muy amigo mío…

Como pareja los dos son la envidia de cualquier amante despechada. Te das cuenta que se aman con solo verlos mirarse. En los ojos de ambos brilla la chispa del amor juvenil, es como si recién se conocieran. Están casados hace tres años y aún parecen novios impúberes. Cuando están juntos van de la mano o abrazados a todos lados, él la cuida, ella lo mima, él es cortes, ella complaciente, él es cariñoso, ella dulce. Son la pareja ideal, es imposible no acordarte de tus viejos o abuelos como los veías de chico…. Cuando creías que el amor era eterno.

Una tarde de julio cobré una deuda en especies. Me debían plata y a cambio me dieron un vale de ocho mil pesos en mercadería a retirar en el acto… una importante franquicia de ropa para chicos. No tengo hijos ni sobrinos, solamente un primito lejano… ¿a quien le regalaba toda esa ropa? Entonces, como era jueves, decidí buscar a Juan. Y aunque eran ya las once de la noche, iba en auto, con un carro repleto de ropa, por lo que supuse que se iba a poner muy contento con mi regalo.

Llegué a la fundación en Godoy Cruz y estaba cerrada. Una señora que limpiaba me dijo que los socios se juntaban solamente los lunes, los demás días solo habían empleados. Llamé a Juan y le pregunté por donde andaba. Cuando me dijo que estaba en la fundación sospeche que algo raro pasaba. Más aún cuando le pregunté, de forma suspicaz, si quería que pasara por ahí que tenia  ropa para donar. Me respondió con un rotundo “no”, luego me dijo que mañana me buscaba, que cualquier donación podía esperar, que había un evento importante en la fundación… y yo estaba parado ahí y no pasaba nada ni nadie.

¿Gastará sus noches en el casino como Inés? No me imaginaba a Juan entre fichines, ruletas y maquinitas, no era su target. Entonces decidí averiguar que había pasado esa noche… quizás “el marido perfecto” tenía una amante… ¿Puede ser que sentí como una especie de ilusión de verlos peleados y quedarme con Sofía? ¿Sentí celos?… No se. Pensé en mí, tan alejado de Juan… yo Alberto Juarez… ¿Qué tengo de parecido a él? Nada…

El viernes al medio día vino Juan a mi departamento, le mostré toda la ropa que tenía para donar…

– ¡Que excelente gesto Alberto! Tuvimos una noche agitada, discúlpame. – me dijo con sus mejillas rojizas.

– ¿Mucho laburo? – le pregunté una vez más haciendo uso de mi suspicacia lejanamente maliciosa.

– Si, muchísimo… vamos solamente dos noches a la fundación y hay mucho por hacer – me dijo mientras sus ojos se achicaban y se envolvían de valor.

– ¿Falta comida para los nenes? – Le pregunté.

– No… sobran malos padres – me dijo cortante. Es increíble la maldad que puede impartirle un tipo a un niño inocente… increíble – me dijo mientras sus ojos se tornaban furiosos.

– Me imagino… pero nadie pueda hacer nada, suficiente lo que haces vos Juancito – le dije compadrón, intentando suavizar su mirada.

– Casi nadie puede… – me contestó al tiempo que comenzaba a cargar cajas de ropa.

Cuando terminamos de subir en el baúl y asiento de atrás de su auto todas las cajas de ropa le dije:

– Juan, el jueves que viene voy a estar cerca de la fundación, ¿te parece si paso a conocer?

– Mejor veni el lunes, este jueves voy a estar complicado –respondió sin titubeos.

Algo hacía Juan los jueves y no precisamente en la fundación.

Continuará

En el próximo capítulo: Enterate de que lo que hace Juan los jueves por la noche…

Fuente de la imagen: sensualidadesminombre.blogspot.com.ar

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