No hay juicio de valor para lo bello y lo sublime, y está bien que así sea, pero ver esos ojos verdes azulados hace entrar a uno en un ligero estado donde el alrededor se vuelve de colores más vivos, las luces fulguran con un color más intenso, los segundos terminan y empiezan con sus pestañeos, las pupilas se emocionan y se dilatan, y los ojos del espectador brillan con una intensidad inusitada, como renovados.
Los ojos de Lulu son elementales. Hay veces que son celestes, y tienen la transparencia del aire y del cielo. Otros días son azules, y asumen la claridad del agua, también la tranquilidad y la inmensidad del mar, también se pintan de un verde azulado y ostentan la firmeza y contención de la madre tierra, pero siempre los veo con la calidez, la luz y la energía intocable del fuego.
Mil estrellas paseaban por el cosmos y se dispusieron a descansar, a reposar en sus ojos. Y en su mirada se puede ver ese albor de energía que los cuerpos celestes le brindaron, sus ojos claros, dos micro éteres, emiten energía a cantaros, y pulula una luz agradable alrededor de ellos, como dos claros de luna en plenilunio con un bosque verde en su centro, un espectáculo lunar. Un paisaje casi irreal, pero el color y el brillo de sus ojos también lo son.
Los ojos de Lulu son todo lo que está bien. Apreciarlos un breve momento, es una caricia a los sentidos. Los ojos de Lulu me dan un violento golpe de inspiración, siempre, tienen esa mirada que irradia una inefable pero reconfortante sensación. Y el día es menos gris, las palabras son más vivas, y más amigables. Y lo hace sentir a uno que puede con todo, y lo que puede venir más adelante parece menos. Y esas acciones se vuelcan en un carácter, un carácter más alegre, más vivo. Si, todo eso con un simple gesto, un detalle, pero eso es lo que le da sentido a la vida, apreciar lo bello y sublime de las cosas.
Pero lo que vemos con los ojos es una forma torpe y bruta de percibir realmente las cosas. Y estoy seguro que detrás de esos ojos lirondos, de esa mirada sublime, hay un profundo ser, una mujer con un mundo del cual apenas rozo una pequeña parte de ella, una ligera superficie de lo que es, de su todo. Detrás de los ojos de Lulu, hay una Lulu, un ser con una inmensidad tan grande e inconmensurable como el firmamento.