…Qué lejos siempre de ti mismo.
Juan Ramón Jiménez
A la mañana madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el cielo
Ciego, que nada veo;
sordo, que nada escucho,
mudo que nada hablo,
sueño que nada sueño.
Peces voladores vuelan volando,
sobre la medianera,
sobre los malvones,
sobre los tigres invisibles que no se ven.
Un mar de agua, de agua triste,
de agua líquida;
moja mis pies alados, desnudos y descarnados;
moja a mis pies mojados,
a mi alma mojada
y a mis manos mojadas.
Teatro en miniatura,
por la mañana:
una mosca,
un suspiro olvidado
y una luz luminosa cenital;
un aplauso aplaudido
y un público indiferente.
Un sol caliente
muerde al frío helado,
Madrugó la madrugada,
madrugó a la mañana
con un orgasmo lleno de placer.
Madrugó la Luna y el sol y el pájaro
y el cielo y el tigre invisible
que no se ve, que sólo ruge.
Un viento frío de brisas de aire en cubos
me muerde con su boca sin dientes
y me hace rodar por la panza del cielo
mientras me persigue
el tigre invisible que no se ve.
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