Para leer la primera parte: Todos los viernes del mundo – Parte 1
Ramiro:
Tu risa tenue suena al son de la cantata de los pajaritos de mañana, ahora tengo unas plantitas en el patio de invierno que dan a mi ventana y se posan ahí y te piensan conmigo.
El otro día caminando me encontré con tu sombra, siempre tan clara y liviana, andabas cantando melodías de Charles Trenet Que reste – t il de nos amours? Y yo siempre tan obstinada a querer cantar me ponía en la aventura de inventar un idioma afrancesado pero que nada tenía de francés, salvo los baisers volés y los revés mouvants porque claro, quién no querría pedir un beso robado o hablar de esos sueños cambiantes… Inevitablemente me aferré a tu sombra y así nos íbamos, apolillados, siendo sueño en vigilia, recuerdos futuros.
El tiempo por estos lados está bastante estancado, el estudio me consume los días, las noches, las madrugadas, y yo entre tanto me imagino que vivís acá a unas casas y nos juntamos a tomar unos matecitos, leyendo alguna prosa de Juarroz, o de Oliverio Girondo, o nuestro querido Cortázar y nos quedábamos jugando al desvelo entre besos y palabras.
Si querés puedo leerte un poco y que imaginés mi voz murmurándote al oído un pensamiento que se me vino, que de seguro es nuestro, hijo de alguna charla:
“¿Si los colores se extinguieran? Si sólo viviéramos en blanco y negro, ¿cuál sería nuestra alegría de mañana? ¿Cómo disfrutaríamos sin tantos matices transgresores del camino? ¿Será la vida un color cualquiera o los colores una cosa que inventamos para describirla?”
Será la fantasía de vivir en otro tiempo la que me hace pensar en blanco y negro y tantas otras peripecias, o el caprichoso empeño de que vengas un día cualquiera y le pongas color a este andar.
Hoy me propuse aletargar la nostalgia, reciclar la distancia y decidirla a ser una callecita de esas que caminamos alguna vez. Sé que tendría que estar leyendo, pero tengo que vivir, y en ese vivir está ser, y en ese ser estás vos, y esta carta.
Como siempre, te espero. Te espero en la esquina del tiempo. Dale, dale una vueltita.
Te quiero. Te sueño.
Mercedes
Negrita:
Amarillo, ese sería el color.
¿Sabes algo? Me llego tu carta… no se bien que escribirte. Podría ponerme a divagar acerca de las tantas cosas lindas que tengo para contar, o no, o que acá está lloviendo, o sí. Tenés una forma de hacerme sentir inmóvil, quieto, tranquilo, después no tanto, se me pasa.
El fin de semana me fui a pescar y fue todo tan verde… tan verde como la situación en la que me encuentro. Ojo, no por el cliché de “verde esperanza” sino por el sentido distante de esta amplia colina de letras y palabras sin sentido ¿Te gusta cómo escribo? ¿Mis letras forman palabras sin sentido? Ojala pudiera ser solo prosa y estar ahí esperando que alguien me lea mientras se toma un matecito o un tereré.
Y bueno che, al final termino escribiendo estos pedazos de cositas insignificantes. Tan insignificantes como la vida misma, como vos misma, como todo lo que alguna vez fue algo y ahora es todo, o nada, no sé ni lo que estoy diciendo, o escribiendo. Otra vez la porquería esta no me deja borrar lo que escribo. Mientras, pienso en el laburo y en la cantidad de cosas que hay que hacer, en la vida sis-te-má-ti-ca que vivimos.
Como me gustaría estar escuchando música… pero vos sabes que me gusta más hacer música desde mi ignorancia, tocar un par de acordes pelotudos e intentarlo. A veces me sale algo viste, otras veces se me cae la guitarra… Es tarde, me pica la espalda… ¿me rascas? Dale, un poquito nomas, una caricia te pido, algo, un flan casero o un chupetín chupeteado, caramelo carameleado. Qué estoy hablando, si las cosas fueran tan fáciles no estaría escribiendo esto.
En realidad no sé si te amo, aunque acabo de escribir la palabra, pero no cuenta. No se vale. Rewind o erase o borrame esto maquinita. Lo he considerado y lo he analizado desde un punto de vista culinario: no sé si me gusta el sushi, pero lo como, lo pago, se me achinan los ojos, el mozo es japonés no chino, Ramiro ¿Cuándo vas a aprender eso? Viste que ironía, bueno, así son las cosas en mi vida… un sin sentido, un cuento chino ¡Por el sushi! No, mentira, por la película de Darín que en realidad no me gustó mucho pero le rescato un par de sentimientos.
En fin, espero una respuesta sobre esto que te estoy diciendo, no me voy a quedar así de brazos cruzados en el sinsentido del sentimiento análogo de la flauta dulce. Bah, cualquier cosa, tengo sueño.
¿Te sentís segura en tu lugar? ¿Quisieras vivir en otro lado? Obviando el hecho de que tal vez quieras estar con migo, o seas una hipócrita, o una loca, linda. Eso era lo que te quería preguntar, después me contás ¿Dale?
Estoy inseguro, no me siento estable geográficamente, Mercedes. Ya te mareé muchísimo con tanta boludez. Perdóname, que le voy a hacer, si al fin y al cabo no puedo borrar. Y no me voy a poner a escribir de nuevo todo.
Te mando un beso, Mercedes. Los viernes son tuyos.
Ramiro
ohh que emoción! soy el primer comentario!!
uhh que linda se pone la cosa… inestable ?? upa la la
UUU-PA-LA-LAAA
como me engancho esta historia, la tengo encarnada como pelo testicular.
jaja fuera de joda muy buena
espero el próximo viernes con ansias!
Sos un escritor de la putisima. Que placer volverte a leer.
¡Qué hermosa historia! Me encantan los viernes de Mercedes y Ramiro…
Sin dudas, si los colores se extinguieran y la vida fuese un color cualquiera, para mi sería verde… como las manchas de tinta en el escritorio de Neruda que una vez vi… verde, no por la esperanza, sino porque es simbolo de vida… y también «por el sentido distante de esta amplia colina de letras y palabras sin sentido». Seguramente a Mercedes le gusta como escribís… y a mi también. 😉
Verito, yo elegí el color amarillo… Un amanecer, o un atardecer bien reflejado en unas comisuras que me sonrien me basta para estar feliz. Gracias por el comentario, sos grande…
Un beso
Nuuuuuu… Soy re pequeña… 1,65 y paremos de contar…
«Hoy me propuse aletargar
la nostalgia, reciclar la
distancia y decidirla a ser
una callecita de esas que
caminamos alguna vez.»
Muy lindo, confieso que esbocé una sonrisa mientras lo leía. Lo disfruté mucho.
Muchas gracias che! Cuando la distancia escarba intenta encontrar algún recoveco fresco donde quedarse ahí, unas horitas aunque sea para tomar impulso y seguir.
Le usurpé el espacio a Milo, es que Mechita tenía tanto que decirle a Ramiro y no encontraba por donde… Saludos, espero les guste como sigue la cosa.
Verito, yo elegí el color amarillo… Un amanecer, o un atardecer bien reflejado en unas comisuras que me sonrien me basta para estar feliz. Gracias por el comentario, sos grande…
Un beso
la verdad milo, me dejaste sin palabras… leer esto es casi como meterse en una pelicula francesa
«¿Te gusta cómo escribo? ¿Mis letras forman palabras sin sentido? »
A veces sí y demasiado, esas son mis respuestas a esas dos preguntas..pero ojo la primera responde a la segunda y la segunda a la primera..y me gusta demasiado que muchas veces palabras sin sentido gusten y respondan..y respondan algo que sentimos, y quién es quién para decir que no tiene sentido lo que expresamos que sentimos?
Me gusta mucho.
«¿Te gusta cómo escribo? ¿Mis letras forman palabras sin sentido? »
A veces sí y demasiado, esas son mis respuestas a esas dos preguntas..pero ojo la primera responde a la segunda y la segunda a la primera..y me gusta demasiado que muchas veces palabras sin sentido gusten y respondan..y respondan algo que sentimos, y quién es quién para decir que no tiene sentido lo que expresamos que sentimos?
Me gusta mucho.