Me están buscando, siento que se esconden hasta en mis sombras. No busco perdón por lo que hice, pero no crean todo lo que les cuentan.
Hay un gran ejercito de personas cegadas del color del dinero, que me persiguen en cada esquina, no saben por que lo hacen, no son culpables, ni lo serán cuando me maten, solo son víctimas de la ignorancia.
¿Voy a justificar mis acciones? Ya casi no me quedan recuerdos de esa época, me quitaron la poca humanidad que tenía. Si la tenía, aunque digan lo contrario.
Como todo, mis actos fueron motivados por amor. Casi todo lo que sale bien, es motivado por amor, el amor no se puede juzgar, así fuera enfermizo y ciego como el mío.
Incluso la traición que cometí después, que es la verdadera razón por que la me buscan, fue motivado por amor, esta vez fue amor a la humanidad y no al hombre, esta vez mi “traición” como le suelen decir, no fue egoísmo.
Ya los siento golpeando las puertas, quieren entrar y satisfacer su sed de venganza, esa sed que nunca terminas de saciar.
A ellos les pido, que cuando finalmente entren y logren romper esa cadena que nos separa, que lean esto y que no crean todo lo que les dicen: dicen que soy culpable, que no tengo alma, pero fue gracias a esa poca alma que me quedaba que lo hice. No voy a justificar nada, ni les voy a pedir perdón, solo quiero que sepan que lo hice por amor a ustedes.
El terror me empieza a invadir, hace mucho no sentía miedo, ya lo extrañaba. Que raros son los sentimientos cuando estas muerto por dentro, los golpes en la débil puerta de madera me hacen sentir viva, los gritos de la gente a fuera me hacen latir el corazón.
Es casi egoísta disfrutar de alguna manera este momento, saber que cause un impacto y aunque vengan por mi cabeza, es la mía y no la de otra.
Ojalá encuentren la verdad en este mundo de sombras y puedan finalmente recordarme por quien fui.
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Yo estaba entre la multitud que venia por ella, y su actitud altanera fue la que me hizo encontrar esta nota…
Cuando entramos ella simplemente se paró, soltó la pluma y sonrió, con esa sonrisa que un día nos conquistó y que ayer parecía irónica, casi como si se burlara de todos nosotros.
Cuando leí esta nota supe que debía ser publicada, que debía ver de qué verdad hablaba y por eso estoy acá: para buscar la verdad, que es el principio de cualquier periodista. Aunque temo que en esa búsqueda sufra el mismo destino que Ana.
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A Ana la decapitaron, como no se hacía en aquel entonces, frente a una multitud lujuriosa y sedienta de sangre y venganza.