/10 cosas que odiamos de los bares de la Arístides

10 cosas que odiamos de los bares de la Arístides

1.  Que cobren el maní o las papitas que acompañan la cerveza.
Pocos ya son los bares en la Arístides que cuando uno pide un porrón helado te lo traen con algún acompañamiento como maní o papas, y ni hablar que sea “de onda”. Muchas veces cuando llamamos al mozo y se lo pedimos, bichos ellos, te dicen sin repetir y sin soplar: “Tenés maní de 5 pesos, de 15 pesos y las papas medianas a 15 pesos”. Y si te agarran algo desprevenido y con poca autoridad, te primerean con la opinión “Las papas tipo gourmet con hojas de zarasazasa al espiedo y salsa de moca estreñida natural y saladas especialmente al piringundín a 25 pesos, yo se las recomiendo.” Como nabo las pedís y cuando te las traen te das cuenta que no es más ni menos que papas sin pelar, cocidas más que fritas y con una cantidad de aceite tal que a partir de ahora va a quedar en toda tu ropa.

2. Que el baño no tenga ni papel, no toalla ni jabón.
Es muy bueno que decidamos pagar precios sobre evaluados por productos que en otros lares se pueden conseguir a la mitad de precio. También es positivo que por cuenta propia digamos “si, no importa, la mesa está sucia, hay porrones de la parejita anterior y hasta me estoy comiendo todo el humo del flaco que tengo al lado”. No te vamos a decir tampoco nada si te tardás 18 minutos en traer un vino y dos copas, y ni hablar si se trata de un trago preparado. Pero macho, manteneme el baño como la gente, con las cosas mínimas como para lavarme y no tener que secarme las manos en el pantalón. O salir victorioso sin tener que sacrificar ninguna media si me dieron ganas de hacer del 2.

3. Que tengas que corregir un trago.
Calculo que el precio promedio de un trago preparado en nuestra inflada Arístides debe rondar entre los 20 y 30 pesos lo que sacando cuentas aproximadas les dá un lindo numerito (botella de fernet = 45$ + coca grande 13$ = 15 vasos (aprox) x 25$ …). No obstante lo pagamos y después de una larga espera, nos traen el trago (o lo retiramos de la barra) que muy pocas veces está como nos gusta. Al probarlo le decimos al mozo (o al barman directamente) “¿podés agragarle más de esto o aquello?”. Las posibles reacciones son las siguientes: a) No puedo, el trago es así. b) Poniendo cara con mezcla de horrorizado y ofendido te dice ok, pero solamente le agrega 2ml de lo que él cree que le falta. c) No hay respuesta alguna.

4. Que entreguen vasos sucios.

Esto se ve pocas veces si pedimos un trago ya preparado porque no lo vamos a notar por la bebida. ¿Pero han mirado con detenimiento los vasos que les llevan si están vacíos? Esto a mi entender es una de los principales puntos que los dueños y/o encargados tendrían que tener más presente. Me ha tocado ver dedos marcados, restos de no se qué en el fondo del vaso, varias partes engrasadas o manchados por el agua de lavado que seguramente tuvo detergente en el medio.

5.  Que pongan la música muy alta
La diferencia entre un bar y un boliche es que uno elige estar sentado (en lo posible), charlar, estar cómodo y por sobre todo, escuchar lo que te dicen. No hay nada mas pelotudo que hablar con alguien en algún lugar y que a causa del volumen de la música, no paren de decir “¿Ha? ¿Qué? ¿Qué lo qué? Ni hablar si estás con una minita y estás en plena etapa de levante. Señores, si hubiera querido escuchar Dady Yankee o Don Omar a volumen nivel Dios, seguramente iba a otro lugar.

6. Que te levanten de donde estás.
Hoy en día está muy de moda el bar-boliche y no hay nada más molesto que estar en medio de una charla, con una botella recién abierta de un vino que no tenés idea que es pero pasa como trompada y llaves del auto, celular, frente del stereo, etc. y que el mozo venga y te diga “Vamos a empezar a levantar las mesas chicos, ¿saben? Te querés matar. Te tenés que tomar el vino casi a fondo blanco porque la botella después la vas a tener que sostener con el ano, empezás a manotear cual ahogado todas las cosas para calcular si todo te entra en el bolsillo y claro, es invierno y justo hoy trajiste es camperón estilo esquimal. No está bueno eso, sépanlo.

7.  Que crean que vivimos con la economía de Suiza.
Todos sabemos que los precios de los bares de la Arístides son mucho mas elevados que los demás, pero hay límites. Hay lugares que falta que después que el mozo te diga el precio, lo acompañe con la palabra “euros”. Los tragos que como siempre digo, todavía no encuentro un solo lugar en donde pongan el hielo proporcional y correspondiente al trago. Peor todavía los que lo muelen con la excusa que el trago tiene que ir con hielo molido, y cuando ves el vaso parece un helado de agua. Ni hablar de las comidas o “platos gourmet”, es evidente que el Papa está de cocinero en varios lugares, sino no se explican esos precios.

8. Que los mozos no tengan idea de vinos
Quizás acá me puse un poco más caprichoso, pero digo, estamos en Mendoza, mucha gente toma vino porque está bueno que en tu mesita se vea una botella de “algo” y no solamente vasos. Pedís recomendación y ahí es cuando arrancan los “Heee… mmmmm… este….” Piensen que no es mucho trabajo por ahí leer las contraetiquetas de las líneas que manejan, incluso es hasta muy bien visto ver que la persona que te está atendiendo tiene idea de lo que se maneja en ese negocio.

9. Que les dé un paro cardio-respiratorio si pedimos factura.
En algunos lugares nos entregan solamente los tickets de la caja cuando pagamos lo que consumimos, pero esto no sirve como factura sino lo especifica. Peor es que al momento de reclamar la factura (no hablar si es tipo “A”) empiezan: “Necesito el CUIT, dirección, nombre titular, fecha de nacimiento, PIN de celular, grupo sanguíneo, opinión de la última de Transformers, dependencia legal, estudios universitarios y una boleta pagada de este mes.” Y es cuando si no sabemos unos de los 372 datos que necesitan, te avisan que no se puede hacer.

10. Que la carta sea un desastre.
Hay bares que deben estar desde hace 20 años, sino no se explica el estado de muchas cartas que te traen, con hojas fotocopiados, rotas, manchadas. Hay otros bares que tienen unas lindas cartas auspiciadas con alguna que otra bodega, pero los flacos no se gastan en mantener la tapa como el contenido. Cambian los precios y sobre escriben arriba del anterior, o lo borran con corrector y estando fresco remarcaron y no se termina de entender nada, o les van pegando papelitos que ya parece una torre de la cantidad de veces que aumentó el precio (nótese que no usé bajó porque en esta realidad es imposible). Quizás suene una boludez pero suma. Muchachos, rehacer una hoja no es trabajo, y suma mucho a la hora de ver bien lo que te ofrecen.


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