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Afinidad

Lo que cuenta simplemente es ese momento de pánico y no su explicación.
René Magritte

Un  texto sin conflicto, sin fuerzas opositoras que se enfrentan, eso es esto que escribo.

Tengo afinidad con el agua, el fuego, el aire y la tierra, con los peces que nadan en el patio, bajo el sol, entre los malvones.

Camino en círculos, en triángulos y en decaedros. Voy descalzo y el suelo acaricia mis pies desnudos y frágiles.

En el techo de chapa acanalada el calor fluye, cómo un río en la Luna, y complementa el frío que tengo en las venas.

Acaricio la cabeza del tigre en mi regazo. Respira quedo, entredormido. Los dos estamos dentro de la jaula mientras la gente nos observa sin hacerlo. En parte porque somos invisibles, en parte porque ellos son ciegos.

Un  texto sin conflicto, sin fuerzas opositoras que se enfrentan, eso es esto que escribo. Es el recuerdo de tus pupilas mirándome desde tu escondrijo entre las sábanas, son las manos de mi madre acariciándome el pelo desde el espacio de la no existencia, son pasos en la oscuridad -torpes, tiernos y salvajes- pasos de tigre en su jaula.

Siento afinidad con mi otro ser, el que me mira agazapado en el espejo.

Pienso que los sonidos son sanguinarios y hermosos: Están hechos para el amor, dicen desde la profundidad del silencio. Se equivocan, nadie puede estar hecho para tal calamidad.

Un texto sin conflicto, sin fuerzas opositoras que se enfrentan, esto es eso que escribo. Como dos caravanas se encuentran en  la Ruta de la Seda, en la mitad del desierto de Mongolia  y descubren que ambas son fantasmas de lo que fueron y que seguirían vagando por siempre.

La ceguera me toma de a poco, la energía de las cosas se desvanecen en la oscuridad delante de mis párpados heridos, como pájaros cazadores de estrellas en el día radiante. Me siento en consonancia con la noche que vendrá pronto.

La nada crece exponencialmente, respecto de un punto central, sobrepasa la medianera y cae sobre las hojas secas que nunca se barren, se expande, entra por la ventana de mi habitación e intento escapar buceando en el éter, pero me atrapa y entro en su sintonía. Cierro los ojos y, placenteramente, me hace flotar en su placenta.

Un texto sin conflicto, sin fuerzas opositoras que se enfrentan, esto es eso. No se contraponen ni el agua con el fuego con el agua; ni la tierra con el aire; ni la noche con el día; ni el mar con el desierto; ni tus manos mercenarias con los labios perdidos.

Las cosas están de a buenas, ese es el pacto con el todo, el ponerse de común acuerdo con el universo más inmediato, con el contexto que nos abraza y nos da de beber en la boca, como si fuésemos un recién nacido.

Un  texto sin conflicto, sin fuerzas opositoras que se enfrentan, eso es esto que escribo. Eso es lo que cae desde las nubes en forma de lluvia, gotas de átomos…

Un conflicto sin texto, con fuerzas opositoras que se enfrentan, eso es lo que hay todo el tiempo, en todo momento, pero no en este día en el cual tengo las palmas de mis manos al sol y la sonrisa a toda marcha.

Un  texto sin conflicto, sin fuerzas opositoras que se enfrentan, eso es esto que escribo.

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