/Amores y amantes

Amores y amantes

Se hacía la hora y Minerva estaba cada vez más impaciente. «Está mal, yo lo sé, esto está mal» se decía a sí misma mientras que miraba el casio de pulsera en su mano derecha cada dos minutos. No lo podía evitar. Él tenía algo que la atraía misteriosamente, como un imán muy poderoso dirigido hacia ella. Había intentado alejarse, había intentado convencerse de que tenía que seguir en la misma relación monótona, que su familia no tenía que pasar por la vergüenza de que ella se separara, una vez más, de que se quedara sola. Soledad. No sabía si le tenía miedo a eso o a dar el paso y caerse al abismo. Pero había una ligera posibilidad de que todo saliera bien, y a eso, se había aferrado esta vez.

A Ezequiel lo había conocido meses atrás en Facebook, ella tenía un negocio virtual y él le había preguntado por unos presupuestos. Vaya uno a saber porque siguieron charlando, pero había algo tan atrayente en él, y Minerva como algo normal, le dio su teléfono y empezaron a hablar por WhatsApp. Pero había un problema, ella estaba casada, y aunque sin hijos debido a un problema de salud de ella, su marido la quería. Ella también. Pero lo que había sentido cuando hablaba con Ezequiel no lo había sentido nunca. Quizá, valía la pena dar el paso.

Ya las cosas con Damián, su marido, no habían sido lo mismo en mucho tiempo. Había estado chateando un buen tiempo con Ezequiel cuando él le propuso el paso de conocerse, y ambos sabían muy bien lo que vendría después. Se vieron una vez y él la invitó a su departamento, esa noche, cuando él la estaba desnudando ella sintió escalofríos cada vez que esas manos la tocaban donde antes, la había tocado su marido y otros hombres en relaciones fallidas. Se dejó llevar, sus más bajos instintos afloraron esa noche, él sabía muy bien como provocar lo que provocaba, esa noche dejaron de ser dos extraños para ser una sola piel, un solo éxtasis.

Pero como con cada noche, viene el día, al otro día lo vio dormido a su lado, los dos desnudos y sintió culpa por Damián. Ambos hombres eran tan diferentes, tanto física como mentalmente, cuando su marido la tocaba lo hacía tontamente, con miedo, en cambio Ezequiel lo hacía con la delicadeza justa, y la forma ideal para hacerla estremecer. Pero estaba mal. Y vistiéndose rápido sin que él se despertara, al irse dejó una nota en la mesa de luz que decía: «Gracias por todo, pero esto está mal. Buena vida».

Cuando él la leyó, le mandó un mensaje, y cuando Minerva le dijo que no se podía repetir lo que había pasado entre los días, le dijo » Yo te voy a esperar, porque tarde o temprano te vas a aburrir, y yo voy a estar acá. Siempre voy a estar acá para vos.».

Y esa frase que él le dijo le quedó resonando en su mente durante mucho tiempo. «Tarde o temprano te vas a aburrir». Wow. Esa no se la esperaba y esa frase tenía una sensación de fanfarronería y superioridad que la superaba. Poco sabía ella que esa frase, dicha en el punto justo, sería la realidad.

Minerva trató de hacer su vida normal junto a Damián, él la trataba igual que antes, con amor, pero no con lo que ella necesitaba. Pero su familia no se merecía pasar por otra vergüenza. Entonces, ya pasado casi un año desde que habló por última vez con Ezequiel, y ya cansada de la vida monótona que tenía con su marido, decidió dar el paso, darle la razón finalmente, y mandarle un mensaje nuevamente.

Cuando él le respondió sintió que todo su cuerpo se estremeció, y en vez de presumirle que, finalmente, había demostrado tener razón, la citó en aquel bar que se vieron la primera vez, para darle una justa continuación a lo que habían vivido. Si se sentía de la misma forma que aquella vez, estaba decidida, hablaría con Damián, ya no podría seguir viviendo en aquella monotonía.

Cuando por décima vez ella miró el casio en su muñeca, alguien le apoyó su mano en el hombro y le susurró al oído «hola, tanto tiempo». Toda su piel se erizó, conocía esa mano, era Ezequiel. Y ahí supo justo que hacer. Finalmente era hora de sentir todo lo que había sentido antes, era hora de volver a darle un vuelco a la vida.

ETIQUETAS: