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Bookstagram I

La muchacha rubia creía que algo en ella estaba mal, o que algo hacía mal. Se preguntaba en las noches por qué el chico de la facultad con el que empezó a hablar hace unas semanas ya no le habla, quizá dijo algo que lo ofendió, pero no se acuerda, y eso un poco la atormenta. Y para colmo ese chico ahora le empezó a hablar a su mejor amiga, pero no quiere decir nada porque no son nada y no hay reclamos para esas cosas. Al otro día también se da cuenta, por una storie de Instagram, que otro muchacho con el que se escribía ahora está saliendo con alguien más, y hasta hace unos días le contaba chistes y le mandaba mensajes tiernos. Y se pregunta… «A lo mejor fui muy intensa y el chico se asustó» o «Tal vez fui muy despacio y se aburrió», cualquiera cual fuese la razón no iba a cambiar nada. Mientras estudiaba y tomaba mates seguía mirando el celu, y ve que un mensaje le llega, es el chico nuevo del curso de francés. Antes de la cuarentena habían pegado onda, pero debido al aislamiento se mermó un poco esas risas que compartían en el café del instituto. La rubia sin querer se quema un poco la lengua con el primer mate, fue la emoción y la alegría de ver esos mensajes. Le manda un audio con la lengua un poco adolorida y todo, pero cree que a lo mejor los mensajes cansan un poco y eso aburría a los chicos, como le pasaba antes. La rubia volvía a mostrar esa deslumbrante sonrisa, pero solo por unas semanas, porque el chico de francés le dejo de escribir, así, de la nada. Y se vuelve a preguntar que hizo mal, mientras le da otro sorbo a ese mate sin sabor, lavado, así como sus energías de encontrar alguien con quien reír por más ganas y voluntad que pusiera de su parte. Pero lo que la rubia no sabía era que el problema no era ella, sino de los otros, que solo podían sostener su papel de alguien interesante solo por unas pocas semanas, y antes de quedar como unos aburridos preferían huir y ponerse la camiseta de cobarde. Muchos la hacían reír, eso era sencillo. Lo difícil era mantenerle esa sonrisa, ahí todos fracasaban.

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Leandro sabía que Ivana estaba hasta las bolas con él, y le sacaba provecho, claramente provecho totalmente personal y egoísta, por no decir que se aprovechaba. Leandro le mandaba un mensaje cuando necesitaba algo sabiendo que ella le respondería al instante, y solucionándole como sea su contratiempo. Leandro en el fondo entendía que Ivana quería algo más serio con él, pero eso a él no le convenía porque sino no podría salir con otra persona en el caso que le llegara a pasar, entonces se hacía el boludo. Tampoco le decía que no quería nada serio porque sino ella dejaría de darle bola. Leandro cuando recibía un mensaje de Ivana los ignoraba porque sabía que no se iba a enojar ni nada si no le respondía en el momento. Diego les respondía a las horas y en modo ahorro de palabras, y con las típicas frases inservibles como “es todo un tema”, “no te enojes”, “tranquila”. Leandro aprovechaba la tolerancia de Ivana y se desaparecía por semanas, sin escribirle ni un mensaje y dejándola en una deriva emocional por días. Y después volvía como si nada, claramente porque necesitaba o quería algo de ella. Leandro de un día para otro dejó de interesarle Ivana, y sin darle explicaciones se retiró, pero nunca se lo dijo. Simplemente ella se enteró al mes porque vio fotos de él con otra chica, cayéndole la ficha que todo el último mes que estuvo pensando y derramando lagrimas por Leandro fueron por nada. No sea como Leandro, no sea cagón. Sea responsable emocionalmente con el otro/a.

@cristian_wonders

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