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Bookstagram IV

Pequeño manifiesto sobre una musa anónima.

Sus ojos verdosos que brillan según el tiempo tienen una cuota de realismo mágico.
La delicadeza de su mirada sugiere una cautivadora sensación de observarlos como quien mira el crepitar del fuego en una fogata de esas noches de primavera donde el tiempo se detuviese, sus ojos tenían el mismo don.

Su mirada tiene vida, desparrama una fulgurante energía joven, ineludible a la vista de cualquiera.

La musa es maga. Cuando menos lo esperas larga un hechizo en forma de risa y te cautiva, quedas a su merced.

Ella es arte, tiene el cuerpo esculpido por el cincel de un artista de antaño. Sus curvas delicadas y torneadas son un espectáculo, una obra maestra hecha realidad.
La musa es elemental. Tiene una tez suave como las nubes, quizás tocar su piel sea igualable a esa inefable sensación de tocar el cielo con las manos.
Su sonrisa dibujada con cincel conquista quemando todos los sentidos hasta consumirse presurosos en pensamientos idóneos.

***

Noelia dejó los apuntes, se sacó los lentes y se dispuso a recostarse. Trató de dormirse, pero los recuerdos pululaban y le costaba dejar los ojos cerrados sin que un recuerdo le sacudiera la cabeza.

Primero fue el recuerdo de Federico, ese chico que parecía un buen amigo. Un amigo que la escuchaba, la acompañaba a lugares y se solían juntar a tomar unas cervezas y hablar de la vida. Pero era solo eso: “parecía un buen amigo”, porque en realidad él buscaba algo más: amor, sexo, o ambas quizá. Nunca lo supo porque ella fue clara de primera y le dijo que lo veía como amigo, y él después de escuchar eso no volvió a ser el mismo chico atento y bueno que solía ser con ella, o quizás al final mostró su verdadera cara.

Volvió a cerrar los ojos y trato de dormir, pero pensó en cuando vio a su novio con otra chica en el boliche, trató de pensar si hizo algo mal, pero no se le venía nada a la mente.

Después, por unos minutos, un pensamiento le entró a la cabeza: “Quizá no tenga suerte con los hombres”, pero esa idea se esfumó cuando recordó que su mejor amiga era esa otra chica con la que estaba su ex novio, y que esa ex mejor amiga, solo estuvo para pedirle favores, y por arte de magia se esfumaba cuando ella necesitaba un hombro en cual soltar unas lágrimas.
Mientras tomaba unos mates al otro día luego de una noche difícil, entendió que todos estamos un poco rotos, y eso no está mal, es parte nuestra que nos distingue, nos hace lo que somos. Dejo el mate, agarró sus cosas, y se dispuso a empezar su día, con una sonrisa sincera y deslumbrante.

***

Diana, por favor…

“Diana, por favor…” la frase que más escuchaba en el día, obviamente seguida de alguna petición.

Diana por favor, ¿Me prestas el libro, ese que terminaste de leer y me dijiste que estaba bueno?-Le mandaba un mensaje su amiga de yoga. Y Diana, tan amable, le prestaba el libro, aunque su libro no tuviera vuelta.

Diana por favor, ¿Nos podemos juntar esta noche en tu casa que vivís sola y no tenes problema? – Le escribían o prácticamente se auto invitaban sus amigas de la secundaria, aunque después ninguna se ofreciera a limpiar el desastre que le dejaban post juntada.

Diana por favor, ¿nos podemos ver mañana? Es que hoy se juntan los chicos a comer un asado, me invitaron y me avisaron a última hora. -Le decía su chongo, y ella aceptaba. Aunque ya había sacado las entradas para el cine con su plata, y obviamente entradas que tuvo que pagar ella porque su “hombre” ni se inmuto en preguntarle por eso.

Diana por favor, ¿Me cubrís el turno de esta noche así tengo franco? – Le preguntaba la compañera del trabajo a la que ya le había contado que al otro día tenía que rendir un parcial, pero ella aceptaba, aunque llegara liquidada para rendir ese difícil parcial que venía preparando con semanas de insomnio y estudio.

El problema no era que Diana aceptara esos favores, o que esos favores solo tenían un viaje de ida, y nunca volvían. El problema era que después a Diana no le dejaban ganas de ser Diana, porque a veces algunos/as se abusaban de su buena fe, agotando su altruismo, acabando con su buena fe, y apagándola de a poco. Ella terminaba siendo una persona que no es por los otros. A veces fría, otras veces distante, y de vez en cuando un gusto a desazón en su interior.

Diana, por favor… Si lees esto, no dejes de ser lo que sos por los otros.

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