/Carta de disculpas de un hombre a todas las mujeres

Carta de disculpas de un hombre a todas las mujeres

Quiero empezar por decirles que las admiro profundamente como género, no es fácil ser mujer hoy en día, como tampoco lo fue nunca. Y quienes lo hicimos difícil fuimos nosotros.

Por eso quiero, en primer lugar, pedirles disculpas por un sinnúmero de causas, de las cuales la gran mayoría, desgraciadamente, no van a sanar las heridas que les causamos, aunque quizás algunas podamos remendarlas.

Discúlpennos por cosificarlas, por hacerlas objeto, por exhibirlas en televisión como mercancía para atraer mentes vacías, por transformarlas en atracciones de circos nefastos, por convertir la belleza femenina algo que no es, y por obligarlas a seguir un modelo ideal de mujer quizás inalcanzable, y que acepta a quienes se asimilan y condena a las que alejan de ese modelo.

Perdón por hacerles creer que son el sexo débil, por hacerlas sentir inferiores en todo, por ocupar los lugares que ustedes merecen «sólo porque somos hombres». Toda la vida utilizamos eso como excusa para maquillar nuestra incapacidad, y no las dejamos crecer, porque nos faltó humildad para darnos cuenta que les sobra capacidad para las mismas cosas que creímos que sólo eran inherentes a los hombres. No, no somos superiores, estamos hechos de lo mismo, somos iguales ante todo.

Perdón por transformarlas en luchadoras, no era necesario que tuviesen que batallar desde siempre para gozar de los derechos que le son correspondidos. Demostraron que las subestimamos, y que a pesar de que quisimos negarles tantas cosas, las lograron a fuerza de corazón y temple.

Perdónennos por reprimirlas, por violentarlas verbalmente, por obligarlas a ser como queremos nosotros, por gritarles groserías en la calle, por no dejarlas vestir como ustedes quieren sin que tomemos eso como una excusa para justificar nuestra falta de educación y por tratarlas de putas por disfrutar del sexo. Perdonen el hecho de que creamos que somos mejores por tener sexo con muchas mujeres mientras ustedes son peores por hacerlo.

Perdonen que las secuestremos, que las torturemos y que las usemos como mercaderías en los más oscuros negocios del ser humano. Perdonen que apaguemos sus luces, perdonen que las despojemos de sus sueños, que las arranquemos de sus vidas.

Pero mas que nada, perdonen que las violentemos físicamente, que hagamos de sus vidas un infierno, que las golpeemos y matemos. Créannos cuando decimos que estamos avergonzados como hombres, de ser quienes ejercen el más cobarde e injustificado de los actos. Pero también deben saber que así como sentimos vergüenza, también sentimos el deber de acompañarlas y de lograr que esto se termine de una vez, porque no queremos perdernos de disfrutarlas todos los días.

Y entre tanto perdón, no quiero olvidarme de agradecerles también, porque si hay algo que las distingue, es ese amor a la vida. Gracias por el abrazo que cura, por la palabra justa, por la sonrisa que hace más lindos los días, por cuidarnos y por ser quienes tengan el deber de llevar en sus cuerpos el futuro del mundo, porque si algo las distingue como mujeres, es ese amor infinito a la vida.

Las queremos mucho. Las queremos vivas.

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