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Cartas en la niebla

Vieja, no sé si esta carta que estoy escribiendo te va a llegar o simplemente estoy escribiendo cartas a la niebla. Dice el cabo Ibáñez que revisan todas las cartas y que muy pocas llegan al continente, espero que sea mentira y que esta carta te llegue.

El subteniente a mi cargo nos dijo que ayer empezaron a desembarcar los Ingleses en el estrecho de San Carlos y que es posible que pronto entremos en combate, están todos con muchas ganas de entrar en combate, para eso hicimos la colimba, quieren ver acción. Yo opino otra cosa mama, ya no soporto más este lugar.

Al principio fue difícil, nuestros jefes pidieron equipos que nunca llegaron y la comida empezó a faltar, estos dos meses adelgace unos cuantos kilos, pero no es nada para preocuparse vieja. Lo peor de todo es el frio, pero cuando entramos a la tronera con mis compañeros la pasamos un poco mejor. Esto no es Mendoza, acá es frio y hay mucha humedad, si no te cambias las medias seguido el frio se sufre mucho más.

Hoy estábamos hablando con los muchachos, Ibarra extraña mucho Corrientes, me enseño algunas mañas con el cuchillo y estoy aprendiendo algo de guaraní. Andolini me dijo que cuando volvamos al continente vamos a ir a dar una vuelta en el fairlanedel viejo por la 9 de julio. Nos hemos hecho muy amigos los tres, cuando vuelva vamos a ir a Mendoza para que los conozcas, son buenos pibes.

La verdad no te voy a mentir vieja, te estoy escribiendo y se me caen las lágrimas, así que te voy a mandar algunas con la carta, extraño mucho los domingos, el mesón debajo de la parra de los abuelos, los tallarines con tuco que preparaban con la tía María, las tardes de mate con la radio de fondo, extraño al papa y nuestras rabietas con la renoleta, extraño cuando nos peleábamos con Joaquín por la ultima galletita del paquete, siempre se la daba al final, y extraño a Juana mama. Quiero volver a verla, quiero darle un beso e irme a dar una vuelta con ella, comerme un helado en la Belgrano y verla sonreír. Cuando la veas decile que la amo.

Mama, quiero verte pronto, te extraño más que a nadie y ya quiero entrar por la puerta de la casa y verte preparando esas milanesas con queso que tanto sabes que me gustan, quiero abrazarte y pensar que todo esto fue una pesadilla, quiero sentir el calorcito de la casa, quiero ir a comprar una docena de tortas fritas y tomarme unos mates en el patio con vos, el papa y Joaquin.

Mama, ya no te puedo escribir más, se me acaba la hoja. Quiero decirte que te amo mama, creo que dentro de poco nos vamos a volver a ver. Les mando un beso grande.

Natalio Quiroga

Pradera del ganso, islas Malvinas, 26 de mayo de 1982.

Natalio fue herido el 27 de mayo de 1982 en acción, se encontró frente a frente con un enemigo y su fusil no disparo, el sargento Curtney del segundo batallón de paracaidistas lo hirió de gravedad y no se despegó de él hasta que llegaron al hospital de campaña. Antes de perecer Natalio le entrego esta carta y cerró los ojos para no volver a abrirlos jamás. Gracias a Curtney su carta no fue enviada a la niebla.

Natalio nunca pudo volver a Mendoza, se quedó en esa isla del sur, como muchos de sus amigos. Andolinie e Ibarra pudieron volver a sus casas, con un alto precio, el olvido.

Dedicada a nuestros héroes.

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