/Corpus Dipietricus: La Gauchita

Corpus Dipietricus: La Gauchita

El Corpus Dipiétricus es un grueso volumen que recopila diferentes libros, textos y ensayos que la Srta. Dipietro fue desarrollando y ensayando a lo largo de su gran experiencia y sabiduría en el tema del sexo, y de todos los contextos, raíces, historias, geografías, y demás ciencias que lo contengan

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Una brisa fuerte y fresca llegaba con fuerza cada vez que alguien entraba o salía del Isaac Estrella.

– Tulio, ¿me hacés el favor de cerrar la puerta?

– Dale, seguí, Marcos.

– Sí, discúlpame, Ernesto… Bueno, pero es así, lo dice el Corpus Dipietricus en los anexos de las mociones “futbolares”. No me acuerdo si está en los apartados 22 y 23 donde lo explica.

– Pero es que eso está equivocado, Marcos. No puede ser… -dijo Ernesto buscando por la mesa un sobrecito de azúcar.

Otra ráfaga de viento helado hizo bailar las ásperas servilletitas de papel de la mesa, y Ernesto intrigado alzó la mirada para buscar a Tulio antes de advertir el silencio que había ganado terreno en el bar, cuando lo vio a él, y después a Marcos clavándole los ojos. Otro señor de una mesa cercana también mostraba el mismo encono en su mirada puesta sobre él.

– ¿Qué?

– Desde acá –dijo Tulio bajando con poco cuidado su bandeja- se entendió como que decías que el Corpus Dipietricus estaba equivocado.

– Ernesto –dijo Marcos tratando de romper la tensión que se había generado en segundos-, yo respeto lo que vos quieras pensar, pero tenés que ser más cuidadoso con lo que decís. Si vas a hablar del Corpus Dipiétricus, al menos en el Isaac Estrella, podés decir que no lo comprendés, o que te falta estatura moral para opinar al respecto. O de última, que estás en rebeldía intelectual y acompañás la postura con una objeción a la autoría de Borges sobre el Aleph. Te lo digo porque antes de que nos demos cuenta alguien se va a levantar y te va a romper la cara a trompadas.

– Marcos, perdón, no quise decir eso. Es que… a ver… mucha gente que sabe un toco del tema asegura, y yo lo comparto, de que “Gauchita” y “Puta” son sinónimos. Pero ojo que no hablo de “putita”, hablo de “puta”…

– ¡Tulio!–dijo Marcos girándose-, ¿tenés el “Corpus” por acá?

– Se lo llevó Sabina Beltrán hace dos semanas para una disertación que tenía sobre la incorporación de la palabra “pistola” en el glosario de Urología Médica para el Mercosur.

– Bueno, no importa. Mirá, Ernesto. El Corpus Dipietricus explica muy claramente que “Gauchita” y “Puta” son términos muy diferentes. Pero ojo, hablamos del término contemporáneo de Puta, el término inscripto en el Argot Castellanos del 2010/2011.

– Sí, ese.

– El Argot está –dijo Tulio que se estaba llevando un platito con servilletitas usadas-, ahora se los traigo.

Las toscas manos de Tulio dejaron caer el pesado libraco sobre la mesa, y dejó notar en la parte inferior del lomo unas gotas pegajosas de un fernet de noches de estudio.

– A ver… Puta. Acá está. “Puta: del Argot Castellanos argentino – uruguayo (incl. Bco Inglés e Is. Martín García); mina que le gusta mucho pero mucho coger, que lo practica sin mesura moral ni obstáculos de tipo social (maridaje, matrimonio, noviazgo, 2da, amigoviazgo, etc – véase: relaciones de estructuración social con apremios morales y/o comerciales-) y que entrena de forma periódica y sin horarios fijos para su perfeccionamiento en las maneras y modos, o por deleite personal. Si se detectase el cobro de alguna prima por el/los coito/s que le permita a la practicante el ahorro o el crecimiento patrimonial en su vida personal o en pos de un grupo de personas, se lo considera Prostituta. Y si cobrase una prima en pos de un bien mayor o de la Patria, se la denomina Patricia (en algunas localidades del centro del país –exent. Uru-, Samantha). Perú (ambig.) trono hecho de caracoles que los ganubis ofrendaban a Palante; Guyana (Fam.) hermana –la p. esta -.”

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– Y fijate Gauchita.

– Gauchita… a ver. “Gauchita: del Argot Castellanos ultrargentinismo; Puta servicial –voz coloq.: Tu hermana es g.-”. Chile: carabina de tres caños; Ven: Vestimenta típica de los habitantes de los árboles -…y bajaron los tipos de los árboles tapándose el culo con una gauchita de cuero…-“.

– “Puta servicial” es una redundancia, Marcos. La puta siempre es servicial.

– Es que el Argot Castellanos es impreciso en esto. ¡A mí no me parece nada coloquial que me digan que mi hermana es gauchita!

– ¡Marcos, es que son sinónimos!

De pronto una brisa volvió a hacer planear las servilletitas de la mesa, pero la ventisca era cálida esta vez, y un perfume alegre y feromonal embriagó el aroma tostado de todos los cafés de aquel recinto. Una señorita decorada de invierno, con géneros oscuros que caían envolviendo sus piernas, gruesos mantos confeccionados para atrapar sus brazos y cintura, una estola de colores que abrazaba su cuello, tubos de cuero con corderito que besaban las palmas de sus manos, y una lona recortada de seda que mimaba su torso bajo la protección de gruesas capas de lana desparramó una sonrisa de ojos apretados por todo el lugar. Sólo se escuchaban risas nerviosas y el ruido de las cucharitas sobre los platitos de las tazas. El fenómeno duró unos minutos hasta que salió del bar con algún pretexto innecesario, tal vez hacia alguna calle recién indicada. Fue como un breve suceso cósmico que deja a todos interrumpidos de sus vidas por unos instantes. Luego de hacer un breve duelo silente por las bellezas perdidas del mundo, Ernesto retomó la conversación.

– ¿Qué dice el Corpus Dipietricus, Marcos?

– ¿El Corp…? El Corpus, sí. El Corpus Dipiétricus explica en uno de sus anexos futbolares, que la “Gauchita” aunque tiene una primera aproximación hacia la “Puta”, es bastante diferente a esta. La Gauchita es una mujer que tiene el mismo gusto por el arte amatorio, tiene la misma inclinación, sin embargo carece de cualquier iniciativa. Es raro ver a la Gauchita de levante, o encarando a algún tipo. La Gauchita es una chica que está probablemente en su casa, o en su trabajo, y parece tener una disposición excelente ante cualquier solicitud culinaria, gastronómica, hogareña o sexual, sin ningún costo, o un costo realmente bajo. La Srta. Dipietro lo coloca en los anexos futbolares porque es en esa área de la vida de las personas, de los hombres en este caso, en que ella se destaca con prestancia y soltura. La Gauchita es una mujer que disfruta muchísimo del sexo, siempre y cuando esté al servicio de un tipo que se lo requiera. Y el requerimiento, al ser gratuito, viene acompañado de papas y una cerveza fría, lo que la Gauchita sirve en dulce manera. Putas hay muchas, Ernesto, pero Gauchitas, lo que se dice Gauchitas, hay pocas.

– Pero ¿por qué el feminismo no las combate, si son como una degradación femenina absoluta, son como la sumisión del género ante el único placer del hombre?

– Porque la Gauchita es indetectable a simple vista. Se viste bien, habla correctamente, a veces tienen estudios, a veces son más simplonas aunque tienen conocimientos de algún tipo que las destaquen, generalmente son inteligentes…, perdón, siempre son inteligentes. Si no lo fuesen pertenecerían a lo que el Corpus Dipiétricus coloca en los libros “Cornamentalis Supremme” y “Pelotudípolis Fernetteadis”, que es otra rama diferente a la Futbolar. En los anexos futbolares no hay tontas. Todas obtienen lo que buscan. Y en abundancia.

– ¿Qué obtiene la Gauchita?

– Bueno, la Gauchita no es como la “Mosquita Muerta”, no va por el Poder Absoluto del Gobierno Universal. A la Gauchita el gobierno de cualquier cosa que implique tomar decisiones le molesta. Ella hace lo que le pidan, y eso es para absolutamente todos sus ámbitos y cuestiones. Los maridos de las Gauchitas siempre tienen miedo de que estas pasen por una obra y los albañíles le griten “vení a chuparme la pija, mi amor”, porque ellas van de muy buena gana. ¡Son Gauchitas! ¡No sabés los cuentos que hay de Gauchitas al servicio de una comunidad entera!

– Alguna se hará pasar por Gauchita…

– Es posible, Ernesto. Es posible…

– No sé qué pensar, Marcos. ¿Dónde puedo conseguir un Corpus Dipiétricus?

– Sólo sé que acá en el bar hay uno, con los libros de recetas. Sé que hay otro en Sfax, Túnez, una traducción francesa, y una traducción italiana en Trípoli, Libia. Y una traducción árabe en San Rafaél…

– ¿En San Rafaél, Mendoza?

– Sí. Una traducción árabe.

– Ah, árabe…

– Sí, en San Rafaél…

– Ah…

Y por casi un minuto ninguno dijo nada.

– Entonces le digo que mejor no, que me arrepentí, que no quiero ponerme de novio…

– Sí, Ernesto. Las Gauchitas no son para cualquiera. Las Gauchitas son sólo para los tipos que vinieron al mundo a sufrir, a pasarla mal. Las Gauchitas son como las flores, que cualquiera pasa y las corta, las mira, las huele, pero a nadie le importa el que las riega, las cuida o les abona la tierra, están ahí para cortarlas y disfrutarlas hasta que se marchiten y mueran en manos ajenas al que las cultivó. Las flores y las Gauchitas, Ernesto, son para gente que vino al mundo a pasarla mal.

– Estoy un poco incómodo ahora porque le dije a un amigo mío que pase a buscarme por lo de ella, y que si yo no había llegado que me espere en la casa.

– ¿A qué hora iba a pasar?

– Ya debe estar en la casa.

– ¿Y tu amigo es gay?

– No.

Por el ventanal del bar Tulio miraba cómo Ernesto se iba de la librería de enfrente con los capítulos “La Casquivana” y “Fáciles y bien dispuestas” fotocopiados en una carpetita, con sus pómulos bañados en lágrimas, encorvado y sin consuelo hacia la parada del 166 mientras que Marcos entraba al bar con el pesado Corpus Dipiétricus de regreso.

– ¿La llamó? –preguntó Tulio.

– Sí, el amigo ya había llegado.

– Qué duro…

– Sí, pero lo más duro fue que ella, muy alegre y simpática, le dijo que no se preocupara por su retraso, que ella iba a atender a su amigo hasta su regreso…

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