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Disney nos vio la cara

Un día como cualquier otro, en mi ronda matutina de boludeces cibernéticas, me topo con un hashtag en Twitter que decía «#RecuerdosDeDisney». Me llené de recuerdos de cuando era una mendolotudita inocente que podía pasar horas frente a la tele con los eternos clásicos, y me fui a buscarlos (todavía en VHS) para enternecerme un poco.

Después de desempolvar cajas y leer cada uno de los títulos, empecé a hacer una pequeña reseña mental de cada uno de ellos, (A ver qué tan senil estoy ya con 21 años) y me di cuenta que pensándolo bien, las películas que veía de nenita no tenían tan poco significado como aparentaban. Lógico, en una cabeza donde sólo hay espacio para pensar en que lo más copado del mundo es armar la casa de muñecas perfectas y que todos son buenos, no hay chance de que brote una mínima pizca de doble sentido frente a una hora y pico de dibujos y cancioncitas pegadizas. Pero ahora, con varios años más y una mente por demás torcida, caigo en la cuenta que Disney me engañó como a un niño.

Acá dejo un par de ejemplos que prueban mi teoría:

Blancanieves: Una de las primeras golosas de la pantalla. No le alcanzaba con uno, no, ella tenía que tener siete comprobar con certeza que la regla de la L era cierta. Estoy segura que no soy la única que se pregunta por qué le hacía de ama de casa a siete hombres sin la más mínima queja y se levantaba todos los días cantándole a todos los divinos animalitos del bosque. No sólo me planteo el significado dudoso pervertido de esta película, sino también el hecho de que me estuvo dando una lección muy importante para mi vida: las mujeres con envidia somos capaces de empujar a la otra a que se quede dormida y se la lleve el primer gil que le dé un beso.

La Bella y la Bestia: No sólo zoofílica, a la flaca no le alcanzaba con un Gastón musculoso, apuesto y machote; no, ella quería de paso uno que la bancara a ella y al padre inventor chiflado de por vida. Casualidad y suerte para esta cazafortunas, se encuentra con un príncipe medio bestia (literalmente hablando), lleno de guita y con problemas de ira. De a poquito, se hizo la que lo quería por lo su personalidad, se hizo amiga de los muebles y listo, felizmente casada de por vida con una bestia domada y obediente. Ahora que lo pienso, esta película debe haber sido la biblia de más de una famosa y no tanto.

Alicia en el País de las Maravillas: En esta me pongo a pensar seriamente, si Disney pretendía enseñarme que podía encontrar un mundo mágico a la vuelta de la esquina con mucha imaginación, o que si tomo drogas buenas voy a flashear así de loco. O capaz que Alicia se comió un hongo en el bosque, no sé, pero es un flipe esta peli. Flores que cantan, un gato que habla, un conejo con más estrés que cualquier trabajador un lunes al mediodía, una reina menopáusica que se enoja porque no le pintan las rosas como se debe (Casualmente de rojo, ¿Metáfora escondida quizás?). Simplemente tengo que decir que durante toda mi infancia no le encontré sentido a esa película, y todavía sigo igual.

Películas donde a un personaje sufre por uno de los padres: A ver, ¿en qué mundo se permite destruirle la infancia a un crío así? Mufasa, la mamá de Bambi, la mamá de Dumbo y estoy segura que varios más, son el cachetazo en la cara para decirles que esta vida puede ser horrenda y que van a llorar mucho. De ser así la lógica a usar, yo digo que hagan pelis como: “Plata por un diente”, “Los Papás Magos”, “Todas las mascotas mueren”, “Te vas a quedar solo” y dale que va. Disney era una persona con problemas de la infancia, o el cínico más famoso de la historia.

El Jorobado de Notre Dame: No sólo que cruda, esta película muestra que la vida sólo quiere a los bonitos. El tipo bueno, habilidoso pero ya medio demente hablándole a las gárgolas, se enamora de la gitana fácil que a su vez se enamora del rubio en armadura. Contando también con el fraile verde y mala onda, este clásico nos muestra que por más que el vago se la juegue por liberar al amor de su vida, la mina “lo quiere como amigo”. Claramente al tío Walt no le gustaban las personas con problemas físicos, pero para no ganarse el título de discriminativo lo hizo famoso y querido por la ciudad. Asquerosamente realista, los chicos no estaban listos para esto.

Y los ejemplos pueden ser cientos… escucho ofertas.

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