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El ángel de Giuliana

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La separación había sido difícil para Giuliana, tantos proyectos tirados al tacho, tantas esperanzas y sueños hechos añicos por una calentura. Pero había decidido continuar con su vida y no estaba dispuesta a tolerar una nueva infidelidad.

– Gorda quédate en la casa del nono, los inquilinos la acaban de desocupar. Anda a saber que bicho les picó, pero  dejaron la mitad de los muebles dentro.
– Esta buena la idea, encima queda a 2 pasos de Irigoyen, puedo ir al trabajo caminando.
Esperó a que Mario dejara la casa para ir al trabajo y armó los bolsos, se sabía débil ante él, que con solo unas palabras la cautivaría nuevamente y le sería imposible abandonar su hogar.

El caserón del abuelo Pedro era una antigua construcción, de habitaciones amplias y galerías con baldosas rectangulares que prometían una agradable vista una vez lustradas.
Cuando Giuli llegó, arrojó los bolsos sobre la cama de la habitación principal, su abuelo Pedro falleció cuando ella era sólo una niña y una de las pocas cosas que recordaba vivamente era ese respaldar de bronce, ese colchón de resortes, tan cómodo como ruidoso.
Cayó rendida Apenas apoyo la cabeza sobre la almohada.

***

Iba sentada en el asiento trasero de un vehículo que no conocía, manejaba un hombre desconocido, que vestía de saco y sombrero, en el asiento del acompañante una mujer joven con blusa blanca. El cuadro le era ajeno, pero se respiraba paz y alegría, no sabía dónde ni con quien estaba pero el sueño le regalaba un pasaje a momentos más felices, más simples, era una niña en compañía de sus padres, sonriendo, sin preocuparse de nada más que ser feliz.
El auto se detuvo a un costado del camino y de la mano del señor que creía su padre bajaron hasta la rivera de un río.

***

Despertó de su corta siesta con una extraña sensación, aún sentía en sus mejillas la fresca brisa del río, era como si le hubiera robado a alguien un hermoso recuerdo y estando escasa de motivación no iba a dejarlo escapar, por más que fuera una fantasía.
Hurgo en su mochila y sacó del fondo un paquete de cigarrillos casi vacío, se preparó un café y fue hasta el patio a disfrutarlo sentada en la reposera.
Frente al naranjo y con el cigarrillo en la mano cerró sus ojos e imagino como habría continuado el picnic a la orilla del río.

***

Su madre la tomó del brazo y la sentó en su falda, haciéndole cosquillas le dijo que tenían un regalo para ella.
– Mirtita, con papá tenemos una sorpresa para vos.- el nombre de la niña había surgido naturalmente en su cabeza.
Ella abrazo fuerte el vientre de su madre y levantando la blusa lo beso.
– Vida, mira a papi para la foto.
Un momento para inmortalizar, una familia completa y feliz, rebosante, ella era una más en un cuadro que ya no le era del todo extraño, sino por completo familiar y acogedor.

***

Cuando pitó el pucho por segunda vez la boca se le lleno de un extraño sabor metálico y comenzó a toser, tan fuerte lo hizo que tuvo que correr al baño conteniendo el vómito. Hacia semanas que no podía terminar un cigarrillo, tal vez era momento de dejarlo.

Se puso una campera y salió a tomar un poco de aire, ya había tenido suficiente fantasía por un día.
Llegó a la avenida Irigoyen y tranquila camino algunas cuadras, frente a un carrito recordó que no comía desde que salió de su departamento.
– Un pancho por favor.

Sentada en una de las mesas comió tranquila la minuta.

– Mami quiero una hamburguesa.

La voz de la pequeña niña le llamó de inmediato la atención, sin verla adivino su edad, unos 6 años, su cabello rizado y tez blanca.  Se sentó en la falda de su padre y sin quererlo llevó a Guliana nuevamente al picnic a la orilla del río. Prefirió levantarse y caminar hasta su hogar para continuar soñando.
Se recostó en su cama y el sueño no tardó en llegar.

***

Veía a lo lejos a sus padres, el amontonaba la leña para encender el fuego y su madre preparaba la carne.
Miró a sus pies y vio el fondo rocoso bajo la helada y cristalina agua.

Una pequeña trucha se deslizó entre sus pies, el gracioso y colorido pez captó su atención y corrió asía el para alcanzarlo. Sólo un paso la separaba del animal y sigilosamente se acercó a él, teniéndolo a su alcance se arrojó sobre el, escapándosele de entre los dedos.
El grito de su madre la distrajo, queriendo incorporarse tropezó y cayó de bruces sobre las rocas. Su padre corrió en su auxilio pero la corriente impidió que llegará. Intento con todas sus fuerzas sujetarse de las plantas de la orilla pero sus costos brazos eran incapaces de lograrlo. La corriente la alejaba cada vez más y su pequeño cuerpo se entumecía con la gélida corriente, veía como sus padres corrían desesperados, pero era inútil, no había nada que pudieran hacer.

***


Despertó llorando y con un nudo en la garganta, en su pecho la sensación de haber perdido a un ser amado, en un instante la felicidad se había vuelto tragedia, no era tan sólo un sueño… Mirtita estaba muerta.
Se incorporó y fue hasta la cocina por un vaso de agua. Sus manos temblaban, el nudo en la garganta no bajaba.
Volvió a su habitación y trato de no pensar en lo sucedido, intento convencerse de que había sido sólo un sueño, aunque fue inútil, todavía sentía el agua helada, todavía escuchaba los gritos desesperados de aquel hombre que intentó por todos los medios socorrer a su pequeña hija.
Con la cabeza sobre la almohada cerró sus ojos.

Sintió como alguien se apoyaba sobre el borde de la cama, abrió los ojos y con el celular intento iluminar la habitación pero le fue imposible. Volvió a levantarse y encendió la luz, se asomó al pasillo… nada. Regresó a la cama y su dedo meñique dio contra la esquina de algún objeto, se agachó para evitar darse con el mismo en la mañana. Sus manos dieron con un pequeño baúl forrado en papel que le llamó la atención.
Volvió a encender la luz y sobre la cama investigó la pequeña caja, nada sofisticada, forrada con papel de regalo. Al abrirla se encontró con un montón de papeles color sepia rayados con lápiz de un color único, dientes de leche y en el fondo el reverso de una foto antigua. De inmediato reconoció la imagen retratada:
Una mujer joven con su pequeña en la falda, sonriendo al camarógrafo, sentadas a la orilla de un río, llenos de paz, rebosantes, ignorantes del trágico final de la tarde.
Rompió en llanto, guardaba esperanzas de que sus sueños fueran sólo eso, pero de alguna manera había vestido el mismo vestido, había sentido el mismo amor, había sufrido el mismo destino.
Comenzó a sentirse cada vez más descompuesta, corrió hacia el baño conteniendo el vómito, enjuago su boca, lavó su cara.
Una vez en la cama, estando entredormida sintió nuevamente como se movía el colchón, no abrió los ojos, sólo espero a dormirse totalmente.

La noche había sido dura, con el estómago vacío fue a trabajar.
Era casi fin de mes y la gente no compra zapatos cuando tiene la heladera vacía. A media mañana llegó su mama con facturas.

– Gorda tenes cara de no haber dormido nada. Deja de pensar en ese estúpido, no vale la pena.
– No es eso, he estado teniendo unos sueños muy incómodos.
– Las películas de terror provocan pesadillas.
– No son pesadillas, son sueños muy incómodos, muy reales.
–  No les des pelota, estas atravesando por una situación muy difícil, es normal que te sientas mal. Dale, comé una factura.
– La verdad que estoy sin hambre, no puedo probar bocado que me descompone. Mejor dame un cigarrillo.
– Creí que lo habías dejado.
– En eso estoy pero se me antoja uno, aunque cada vez que lo enciendo me descompongo.

En el frente del local encendió el cigarrillo y apenas pitó comenzó a toser, su madre la acompaño hasta el baño, se enjuago la cara y cuando quiso salir se puso pálida, de no ser por la compañía, hubiera terminado en el piso. Con ayuda de un vecino, llevaron a Guliana hasta el hospital mas cercano.

– Señora su hija ha tenido una baja de presión, parece que hace varios días que no duerme, lo mejor seria dejarla en observación. Le estamos haciendo algunos estudios para verificar sino se trata de alguna dolencia en especial- dijo el encargado de la guardia.

Guliana despertó en la cama del hospital con su madre al lado.

– ¿Que paso mama?

– Te desvaneciste cuando salías del baño.

– No me acuerdo nada.

– Fue una baja de presión, te están haciendo algunos estudios para ver que es lo que te pasa. ¿Me vas a contar con que soñabas?

Giuliana describió detalladamente a su madre sus sueños, describió a la pareja de jóvenes, a Mirtita.

Con lágrimas en los ojos su madre la interrumpió.

– Ya se que te pasa a vos, no tenes ninguna descompostura. Estas embarazada.

– Nada que ver mama.

– Mirta es mi hermana mayor, la pareja de la foto son tus abuelos.

Hacía años que tus abuelos estaban buscando un segundo hijo y yo me hacia esperar demasiado, cuando el médico le confirmo a tu abuela que estaba embarazada, la felicidad fue inmensa. Tu abuelo Pedro se tomo el día en el trabajo y con el Falcón salieron a dar una vuelta.

Mirta era un ser especial, llena de alegría y energía, nadie mas que ella necesitaba una hermanita para pasar las horas jugando.

Tu abuelo había comprado una cámara fotográfica para guardar ese momento tan especial, estando en la orilla del río Diamante le contaron a Mirta de la noticia, y ella no hizo mas que festejar, llenó a mama de besos.

¡Era todo felicidad para ella! Y eso es lo que se ve en la foto que tomaron en ese instante, felicidad en su más pura expresión.

Mirtita era una niña inquieta y traviesa, no podían sacarle los ojos de encima ni por un segundo, como vos Giuli. En cuanto se descuidaron la perdieron de vista; y como ya sabes, cayó al agua.

Fue un momento terrible, la búsqueda duro semanas, tu abuelo parecía no reaccionar, cayó en estado catatónico, si no hubiera sido por mi mama ni siquiera hubiera comido.

No es que mi vieja no haya llorado, en realidad ella estuvo a punto de cometer una locura, hasta que, según relataba sintió como durante la noche Mirtita se le apareció en los sueños, cuando más triste y desbastada estaba ella se acurruco en su vientre y nunca la dejo sola. Era tanto el cariño que me tenía, que ni siquiera el haber partido de este mundo le impidió cuidarme.

Y no se fue, cuando yo nací se quedó conmigo, mamá despertaba por las noches a causa de mi llanto y al llegar a mi cuna yo ya estaba a las carcajadas.

Fue mi mejor amiga durante mi más tierna infancia, lo que pasa es que uno se olvida de esos amigos y termina creyendo que son imaginaciones, cuando en realidad son tan reales como vos y yo.

En un momento empecé a soñar con ella, me paso lo mismo que te está pasando a vos ahora, no sabía quién era, sin embargo me parecía familiar.

A los días me entere de que vos estabas en camino.

Lo más probable es que ella todavía no sepa lo que ha pasado, pero no te asustes, no existe en ella ápice de maldad, es solo amor, uno tan  grande que trascendió su propia desaparición.

Durante la noche dejo sobre su mesa de luz una hoja con un lápiz encima. En la mañana lo encontró rayoneado, los trazos de un niño pequeño dibujaron un sol y una nena sosteniendo un pez entre sus manos, el que le había querido regalar a su hermana. Ella siempre iba a estar para cuidar a su hermana.

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