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El arte del sexo oral femenino

De acuerdo a las estadísticas, del 100% de los hombres, el 110% es buenísimo en eso. Según ellos mismos, obvio. Ahora metamos unos tapones en sus oídos y digamos la verdad, compañeras de género. Sincerémonos una vez en la vida. ¿Qué porcentaje manejamos de expertos o atinantes? ¿5%? ¿3%? 

El problema con los hombres es que son tan machotes, tan vivos, que toman como referencia para auto catalogarse como buenos a las propias minas.

¡A nosotras! ¡A nosotras nos ponen como referencia en ese curriculum tan específico! Las mismas que más de una vez por pena o por premiar el esfuerzo del pobre, nos mandamos mansa fingida digna del Oscar a la mejor actriz porno, a pesar de que te trató al pobre clítoris como apretando el botón del PES al hacer un tiro libre al arco.

Encima que una tiene esa decencia, lo usan con las futuras garchangousas que tengan para decirles que son unos genios, sólo porque vos le cuidaste el ego al gil. Se jactan de que son los mejores ¡Sólo porque otra mina se los dijo! Cuando todas sabemos que en la cancha se ven los pingos, y que al ganador hay que desenterrarlo del culo del profesor Klump.

Se las dan de chupadores expertos, de que les encanta, que lo hacen siempre y después de un tiempo, se van a lo principal en vez de tener siquiera el instinto de perfeccionamiento, no sabes si en realidad te mintieron para engancharte y odian hacerlo o es porque se creen buenos en serio.

Qué lindo sería que el mejor amigo del pelotudo que te tocó en turno cargara manso clítoris, así le diría sin tapujos: “Sos horrible hermano, estás más perdido que el Chavo en el Kremlin”.

Todo esto es responsabilidad nuestra hermanas, lo sabemos. Sabemos que al hombre se lo maneja por el ego y si aclaramos su inutilidad para chuparla como la gente, lo más probable es que nos quedemos sin pija también por esto hacemos el sacrificio sabiendo que, gracias a nuestra frondosa imaginación, lograremos tener el tan deseado orgasmo que vinimos a buscar.

Ahora van a saltar ellos a decir que no sabemos chuparla, pero dejame decirte querido lector, que la prueba de si somos buenas o malas en eso es un poco más fehaciente y palpable que en nosotras.

La realidad es que le pegás dos o tres gritos agudos, mejorados con la práctica y con años de porno encima, entonces el flaco cree q tenés la pocha on fire.

Obvio que odiamos fingir, pero diganme mis chiquitas si no llega un momento en el que te la están chupando o poniendo directamente, en el que te das cuenta que no vas a acabar ni en pedo con el pobre chabón. ¡Y lo peor es que somos tanto o más calentonas que ellos! 

Propongo solemnemente entonces unirnos en la lucha por dejar de lado la hipocresía, jugarnos por lo justo y decirles a viva voz: “No, chiquito, dejame que te enseñe cómo se hace”.

 

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