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El dia que el rock desapareció

7:00 am suena el despertador, lo apago, duermo un rato más. Diez minutos más tarde vuelve a sonar, última chance, es hora de levantarse. Somnoliento busco la ropa para ponerme, me visto, me dirijo al baño para asearme y con una media erección orino con los ojos cerrados sin levantar la tapa del baño, me doy cuenta después. Luego me cepillo los dientes, bajo las escaleras, y me dirijo a la cocina para preparar el desayuno. El café está listo, hago unas tostadas con mermelada y me siento como todas las mañanas frente a la computadora para leer los diarios. Una cruel noticia empaña mis ojos, “El congreso aprueba la ley que prohíbe el Rock en toda su expresión” titular en todos los diarios, en primera plana. Se me cierra el estómago. Apurado me levanto, vuelco el café con leche de la desesperación, pero no me importa, prendo la televisión, la misma noticia en todos los noticieros, no lo puedo creer, entro en estado de shock. Empiezan a entrar mensajes de texto y mensajes en whatsapp a mi celular comentando el suceso, que escuche las noticias, que prenda la radio. Es una locura. Incrédulo por necedad, prendo la radio e intento sintonizar Vorterix, nada, la Rock and Pop, nada, la 103.1, nada, era verdad, era el día en que el rock había desaparecido.

Las primeras semanas fueron de pura incógnita, nadie entendía nada, el miedo acechaba la ciudad, Aloha clausurado como tantos otros bares rockeros. Los jóvenes se ausentaban en las calles, en las plazas, hasta en los colegios. Las voces del rock no se hicieron esperar, con protestas y marchas empezaron a revolucionar el país, cacerolazos en la mayor y con distorsión, pogos en plaza de mayo, San Martín y Peatonal se había convertido en Woodstock, todo aquello con la esperanza que vuelvan a restituir el rock. Como era de imaginar, empezaron los disturbios. La fuerza policial, gendarmería, y un grupo de camporistas disfrazados de personas, si, de personas normales empezaron a reprimir a los seguidores del rock de todas las formas posibles. Borraron tatuajes con ralladores de queso, cortaron el pelo de manera normal a los punks, plancharon el pelo de los metaleros, y lavaron el pelo de los rastas reggae, incautaron instrumentos, remeras, cds, y todo lo que esté relacionado con el rock.

Los fanáticos del rock estaban atónitos, caminaban perdidos, sus miradas estaban confundidas. Recuerdo quedarme en mi habitación llorando durante horas, acostado en mi cama con la remera de los Cadillacs, y una vincha del Indio Solari. Ya no era lo mismo, por primera vez en la historia, el rock había sido callado totalmente.

Cada vez mas duras las represiones, apresaban a los que usaban zapatillas Adidas de lona blancas con los cordones desatados, jean rotos por el tiempo (no de aquellos rotos industrialmente), remeras y mochilas rockeras, o documentos con la tapa de alguna banda. Mi madre coció las mangas de las decenas de remeras rockeras que yo tenia tipo musculosas caceras, ahora todas parecían normales, tenía miedo de que me agarraran. Las noticias decían que Pergolini y Ricardo Mollo se habían exiliado a Europa, habían hablado con el Papa, pero todo era en vano. A Ricardo Iorio lo condenaron a ser evangelista, y a trabajos forzosos en un asilo de ancianos, donde les leía pasajes de la Biblia, le hicieron tomar un curso de protocolo y ceremonial, que lo terminó de enloquecer. Fue fusilado a besos y con buenos modales por tratar de formar una banda en un convento. El Indio Solari fue condenado a peluca perpetua, le pegaron una peluca tipo flogger, para no poder ser alagado por nada ni nadie, ya no era quien supo ser. Pity Álvarez se ahorco con una cuerda de guitarra, se lo encontró en su casa, con una remera de Viejas Locas y al parecer se había subido a un amplificador para llevar acabo el hecho. Los integrantes de Orcas y de Pez, en un pacto suicida análogo al de Alfonsina Storni, desaparecieron en las profundidades del mar.

El país era un caos, la cumbia y el pop empezaban a ganar terreno, Las Heras se volvió popular. Los rockeros empezaron a exiliarse en los países limítrofes, huían despavoridos disfrazados de golfistas decentes, escondiendo sus rastas, sus tatuajes, bajo ropa LaCoste. Aumentaban las detenciones de aquellos desertores, eran presos políticos. Los clubes clandestinos donde se escuchaba rock, iban siendo descubiertos poco a poco y ardían en llamas, llamas con las que alguien hacía un asado.

Se hizo una gran quema de instrumentos, remeras, discos, mochilas y calcomanías de todo lo que involucraba al rock, todo lo incautado, las lágrimas del país no se hicieron esperar. Miles de personas saltaban de las ventanas de los edificios, algunos le apuntaban a la pileta como Charly, en símbolo de protesta, eran detenidos también.

Los más afectados fueron los rolingas, tuvieron que aprender a bailar distinto, a cortarse el pelo distinto, a comprarse ropa, pues todo lo que tenían era rolinga. Tuvieron que cambiar su alimentación, pues la idea era cortar el rock de raíz, ya no vendían panchos, con porrón.

Los rockeros intentaron camuflarse entre otros estilos musicales, como el pop, la cumbia, la electrónica, pero fue en vano, en cuanto los veían tomando cerveza del pico, sabían de donde venían, las detenciones y las golpizas eran un final anunciado. La depresión aumentaba, al igual que la venta de clonazepan y la venta de discos de Manuel Wirtz, y del Chaqueño Paraquevino. Intenté ir a un recital de Tan Biónica, pero fue mas fuerte que yo, era todo distinto, ya no vendían cervezas en lata, ni remeras de la banda, ahora había artesanías y bebidas sanas, sin mencionar que los puestos de choris habían sido remplazados por puestos de tarta de verdura, y empanadas de jamón y queso. ¿Hasta donde vamos a llegar? Me preguntaba, las misas ricoteras iban a ser ahora ¿misas biónicas? O peor, ¿misas miranderas? Recuerdo salir corriendo de aquel recital con lágrimas en los ojos, y al verme algunos encargados de seguridad, me preguntaron si era rockero, pero lo negué, tres veces, como el apóstol Pedro lo negó a Jesús.

Los diarios internacionales hablaban de esta guerra civil que se había generado en el pais, el New York Times publicó “The rock dies in Argentina”. Le monde, Francia “Argentine aucune rocke sans laa bière” (sin rock y sin cerveza). La Repubblica “ Siamo fuori di roccia”. Bild (diario alemán) “El rocken en el orten”.

Recuerdo ver los programas de farándula en los que seguían la vida de los periodistas del rock, Bebe Contempomi era instructor de yoga, Lalo Mir vendía turrones en los trenes, Eduardo De La Puente había conseguido laburo en el programa de Florencia de la v. Tristísimo. Se corría la bola que los Zona Ganjah se habían hecho floricultores, tenían varios viveros. La Bersuit nunca quiso sacarse el pijama, consiguieron trabajo en una colchonería.

Cada vez estaba peor, cada minuto que pasaba sentíamos que la libertad desaparecía. Tuve que enterrar mi colección de discos, ya que ponía en peligro a toda mi familia.

Un buen día, cansado de escuchar un casette de los Chalchaleros, me dirijo al comedor y le comunico a mis hermanos y mis padres que iba a intentar cambiar, que ya no aguantaba mas, que si el rock algún día decidía volver, yo lo iba a estar esperando. Les pedí  que me encierren en mi habitación. Iba a poner un disco de Miranda, y les pedí que por favor no me dejaran salir. Pero en el primer tema, empecé a gritar como un loco y a golpear mi cabeza contra la pared, me habían hecho caso, no podía abrir la puerta, mi desesperación era total. Busque un cd de los Redondos que había escondido en la tapa de uno de Copani y cuando hice el intento de ponerlo, toda mi familia entró a la habitación y me redujo para evitar el cohecho. Desistí al darme cuenta que mi fuerza no alcanzaba, no podía vencerlos.

Me despierto llorando de una pesadilla como pocas, larga y horrible como ninguna, miro mi celular, eran las 4:00 am, transpirado y nervioso, intenté relajarme, no pude dormir aquella noche, había sido el peor y mas largo sueño de mi vida. Ese día me levante, e hice sonar en mi casa, lo mejor del rock, Pappo, Los Redondos, Divididos, etc. Los vecinos me denunciaron, pero no importa, el rock sigue vivo, y es legal.

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