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El diario secreto de Brenda Burke

Día 1

Querido diario:

Es la primera vez que escribo en estas páginas. Voy a confesar que cuando Sami, mi compañera de banco del colegio, me hizo este regalo, hace cinco años atrás, para mi décimo cumpleaños, perdón, hace un año; disculpa, todavía estoy un poco confundida con el tiempo que transcurrió aquí. Bueno, cuando te recibí como regalo, no te tomé la importancia y el cariño que siento ahora. Tal vez porque en aquel momento no tenía nada importante para escribir, o alguna vivencia que mereciera ser registrada para siempre en tus delicadas páginas. Pero hoy tengo mucho para contar, de hecho si no lo hago, siento que podría enloquecer. Intenté contárselo a mis padres, pero no me creyeron. No voy a intentarlo con alguien más. Si ellos, que son mis padres y que me conocen más que nadie, no me creen, no lo harán otras personas en este mundo. Estoy sola, sola con todo esto que me sucedió y no sé qué hacer. Aunque en el fondo me invaden las ganas de gritarlo a los cuatro vientos: ¡No somos los únicos habitantes en este universo! ¡La realidad tiene muchos más matices de lo que los humanos podemos ver!

Se trata de algo que no puedo hablar con nadie, excepto contigo. Nunca imaginé que esto me pasaría a mí. Es algo… mágico, extraño y a la vez confuso, pero no quiero olvidarlo jamás. Es por eso que decidí plasmarlo aquí, porque sé que todo lo que te cuente, no será juzgado por nadie.

Primero que nada voy a presentarme. Soy Brenda Burke, tengo once años, acá en la Tierra. En realidad hasta hace unos días tenía 16. Pero algo sucedió cuando crucé involuntariamente una especie de portal. Éramos muchos jóvenes y niños en ese momento, y ahora nos hemos separado, supongo que cada uno volvió a su hogar como lo hice yo. Pero lo más triste es que hemos perdido contacto, no sé dónde están, ni cómo buscarlos.  Entre ellos estaba Ivo, no sé si algún día lo volveré a ver. Jamás supe su apellido, ni siquiera sé a dónde vivía antes de cruzar a Fairiel.

Voy a contarte algo que descubrí durante todas estas estaciones, o si quieres llamarlos “años”, que habité en aquella dimensión. Le llaman el Reino de Fairiel, se trata de un universo paralelo al nuestro, habitado por espíritus de la naturaleza. Seres mucho más evolucionados espiritualmente que los humanos, con un estilo de vida que acá no es lo cotidiano. El tiempo allá transcurre de una forma bastante distinta a lo que conocemos en la Tierra. La sensación de que los días duran menos, es algo a lo que te acostumbras al poco tiempo de estar allí. El cielo cambia de color al avanzar el día, y la noche no es como la apreciamos aquí. Allá, definitivamente, hay más luz. La luna y las estrellas iluminan como el mismísimo sol, por lo que de noche el cielo se ve color púrpura. No existen las horas, ni los minutos, ni los segundos. Aprendes a valorar lo que acá, a veces, ni miramos.

Llegué a ese lugar sin elegirlo, me llevaron. La responsable de mi “secuestro” fue una simpática y diminuta criatura con alas brillantes. Su nombre es Paz. Cómo la extraño… Nunca olvidaré sus agudas y contagiosas carcajadas de alegría, y su profunda y dulce voz. En especial sus mensajes. Allí aprendí muchas cosas, cosas que aquí nadie enseña. Quisiera volver. Allí era muy feliz, todos lo éramos. Pero de pronto en un abrir y cerrar de ojos, se acabó. Una mala decisión nos devolvió a la Tierra y me siento responsable de ello. Fui yo quien los convencí a todos para que ingresaran en aquella cueva. No puedo evitar sentirme culpable.

Si supieras lo difícil que es dejar un sitio de paz y amor, donde reina la armonía y la solidaridad, para encontrarte con la triste realidad de que aquí todo sigue igual. Si los humanos aplicaran tan solo un cuarenta por ciento de aquel conocimiento, te aseguro que todo cambiaría para bien. El egoísmo y los malos deseos desaparecerían para siempre. Hasta la naturaleza tendría otro brillo. La vida tendría otra importancia y al fin verían la verdad de lo que es.

Mañana te contaré por qué no puedo ver la vida de la misma forma. Ni siquiera al viento puedo percibirlo igual. Es como si el hecho de haber permanecido en Fairiel, provocó que se desarrollara algo en mí. Algo que antes permanecía dormido. Un sentido que supera a los cinco sentidos básicos del ser humano. Ahora me parecen básicos. Antes lo eran todo.

Continuará…