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El último viaje de Carlota

Si la pudieses ver, caminando como una reina, atrapada entre los muros de cristal que los años construyeron a su alrededor. Mira el tiempo pasar desde la ventana mas alta de la torre, soñando, añorando y recordando otros tiempos, cuando con su corte recorría todo el ancho mundo y la vida parecía extenderse ante sí como un camino cuyo fin no se veía en el horizonte.

Si la pudieses escuchar, contando miles de historias de cómo los pajes se convirtieron en escuderos y hoy en día son caballeros, de cómo cada uno construyo su castillo, y hoy reinan en otros reinos que rara vez visita, pero cuyas noticias traen siempre los pájaros que, lento vuelan desde el sur.

Si la pudieses tocar, suave como la seda, pero dura como el acero. Los años llenaron de surcos su piel, pero aun así hoy conserva la belleza que antaño era legendaria en este reino. Ya los años raspan sobre su piel y van dejando ver el alma bondadosa que se encuentra dentro. Ya las fuerzas no le permiten levantar su cetro, pero su voz como el trueno, conserva la fuerza para hacerse escuchar en la tormenta.-

Si pudieses respirar a su lado, entenderías, por que se siente libre como el águila y fuerte como el león, por que ha decidido voluntariamente no abandonar su morada, por que mantenerse en su autoexilio, lejos de la mirada de los curiosos y esperar, simplemente esperar, que la vida siga su inexorable paso.-

Si pudieses hablar con ella, escucharías como se ve el mundo desde el final del camino y tal vez, solo tal vez, estarías un poco más preparado cuando llegues ahí. Entenderías, por que la charla va discurriendo siempre entre los mismos recuerdos y los mismos personajes. Escucharías la mágica leyenda del caballero que la visita en sueños y le cuenta como se vive en el fantástico reino de los cielos.-

Yo, que tuve la suerte de verla sonreír, escucharla cantar, tocar su piel, respirar su perfume y charlar con ella pude comprender por que ya siente cumplida su misión, por que ve llegar el final, cargada de la felicidad que solo quien todo lo vivió, puede experimentar. Sabe  que Caronte no espera lejos, pero sonriente hace tintinear en sus bolsillos, las monedas para el pago del último viaje.-

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