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¿Es mucho pedir?

¿Sería mucho pedir cinco minutos con yo de ayer? Volver a correr por los pasillos de antaño y toparme contra esas puertas que albergaban desafíos. Encontrarme ahí, haciendo girar el picaporte con toda seguridad y total inocencia, sin saber qué hay del otro lado. Sin miedo a equivocarme y teniendo algo nuevo porque pelear.

¿Sería mucho pedir volver el tiempo adonde todos mis amigos, eran amigos para siempre? Donde todo rostro extraño me parecía conocido, donde la compañía era lo cotidiano y estar solo era cosa de grandes. Donde “soledad” era una palabra desconocida y, a veces, hasta prohibida.

¿Sería mucho pedir una década atrás? Unos años solamente pido. Para reconocer en el rostro de mi padre mi pasado, y así  sentirme seguro con mi presente y poder certificar mi futuro. Abrazar a mi madre y encontrar el cariño más grande que mi alma ha recibido jamás. Poder verlos a ambos jóvenes y prósperos ¿Sería eso mucho pedir?

¿Sería mucho pedir una chispa de fantasía? Sentirme pequeño de nuevo, al punto de que cualquier mueble me parezca un edificio. Correr por las callejas del barrio, imaginando extraños paisajes y personajes. Dejarme colgar por esos artes maravillosos del soñar, eso me gustaría.

Será que hoy ya estoy más firme, o que mi porvenir se planea con años de antelación; o tal vez será que he madurado. No lo sé. Pero hoy la vida nos enseña a pensar dos veces antes de abrir cualquier puerta y encontrar un desafío. Hoy por hoy, veo mucha gente conocida desde la vereda de enfrente y nos limitamos, nada más, que a levantarnos la mano para saludar. Hoy los tiempos para mis padres son los mínimos, y a veces no tengo ni el tiempo para soñar, o para imaginarme cosas. Las calles hoy, me saben a nada.

Será que hoy no pienso como ayer, que lamentablemente crecí. Y, tal vez, sea mucho pedir las cosas que pedí. No lo sé. Pero de algo estoy seguro: es que siempre vamos a mirar atrás añorando lo que se fue; sintiendo que tal vez no sea mucho pedir lo pasado.

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