Desaparecen las horas
contadas en ábaco
de tu milimétrica existencia.
Tan mío, tan oscuro, tan pronto…
Tan pronto te imagino,
te veo espectral
leyéndo un poema
al resto de mis miedos,
en el bestiario donde los guardo.
Te escucho dar cátedra,
contando la historia
de cómo en seis semanas
hiciste que cualquiera de ellos
se volviera polvo,
frente al dedicado desafío
de salir con vida
de este lugar.
Una copa de rojo escarlata,
tu refugio y tu sepulcro.
Copa de vida y de muerte,
de ilusión y realidad.
Se tiñe de negrura
lo que roza mi mano.
No debí acariciar mi vientre.
Soy nicho de deseos y muerte,
de deseos de muerte,
de soledad plena
y en plena soledad.
Mis ojos
ventanas de tu cripta.
Tan oscura, tan obnubilada,
tan torcida e imperfecta.
Engendro mentiras,
expulso verdades.
Involuntario regalo de paz.
Triste melodía de violín.
Un trazo sin tinta.
Un abrazo
sin brazos
ni fin.