/Justicia

Justicia

mujer-victima-del-juego-del-odio

A los 16 me violaron. Humillada, destrozada, herida por dentro y por fuera fui a la comisaría y se me rieron en la cara. La gente encargada de velar por mi seguridad, de protegerme, se me burló en la cara. Llorando, curando mis heridas regresé y no le conté a más nadie. «Nada había pasado» me dije, traté de protegerme más, de sufrir en silencio. «Nada había pasado» pero pasó.

Se hace de noche y voy a salir. Ya sé por dónde anda. Si ellos no hacen nada, yo lo haré.

Han publicado sus fotos en internet. Se ha llevado la vida y el trauma de dos chicas, y nadie hace nada, la justicia no hace nada, en esta maldita sociedad en donde vivimos con miedo.

¿Qué sentirán cuando pasan de ser victimarios a víctimas? ¿Cuándo están pidiendo a gritos que los suelte, primero a puteadas, y después cuando ven su sangre correr con desesperación? Ellas sufrieron igual, ¿por qué a ellas nadie las soltó? Porque a ellas las encontraron en las mismas situaciones que yo los dejo. Muertos.

A los 17 empecé a entrenar, a los 25 tenía una fuerza ganada a base de entrenamiento que todos me envidiaban, pero nadie sabía su verdadera razón. Entrené para vengarme de él, entrené para vengarme de todos aquellos que se deleitan violando y truncando vidas ajenas. Porque un violador no cambia en la cárcel. Porque mi violador vivía tranquilo mientras que a mí cada vez que un hombre me tocaba me daba un ataque de pánico.

Lo he venido acechando de hace unos meses y hoy es la noche. Está solo en su habitación, nadie más vive con él. Tengo lista la jeringa que lo atonta, toco el timbre de la casa, me abre, me le abalanzo y le clavo la jeringa en el cuello. Sencillo, y como una piedra cae al suelo y yo cierro la puerta.

El filo del cuchillo es tan intenso que apenas lo apoyo sobre la piel dormida le hace un tajo y empieza a sangrar. Se despierta atado a la cama y sin poder hablar. Le escribo «violador» con el cuchillo mientras que intenta gritar, pero la mordaza no se lo permite. En mi mente están las fotos de Mariela, de Julieta, de Belén, y de todas ellas que sufrieron. Y más me centro en mi tarea, lo termino asfixiando y se queda ahí, quieto en la cama. Para siempre.

Alguien lo encontrará en unos días. Alguien dirá que se lo merecía. Alguien dirá que en vez de vengarse es mejor esperar a la justicia. Al igual que hicieron con ellas. Pero si la justicia no actúa, los suelta y ellos vuelven a violar, vuelven a burlarse de sus víctimas. No quiero esperar. No quiero que se sigan burlando de mí y de todas ellas. No será la ideal, pero mi justicia es justicia. Ellas lo valen.

Ahora es mi turno. Limpio el cuchillo en el lavatorio de casa. «Otro menos». Con este ya van 5. Soy una asesina, lo sé, pero no me importa. Yo sé muy bien que ellas, muertas y vivas me lo agradecen. Fui violada a los 16. Ya no más. Ya no más.