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La Terminal del Sol te recibe como el orto

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Muchas veces hablamos con el Bomur de distintas cosas de la vida, algunas trascendentes y otras con menos importancia que conocer quién es el arquero del seleccionado del Poliguay.

Uno de estos días lo hacíamos sobre cómo la gente tiene una facilidad gigante de hacerse odiar. O caer mal. O ser imbancable. O insoportable. O hacerte poner de un humor del ogete.

Bueno, eso me pasó hace unos días con la Terminal del Sol.

Resulta que por diversas circunstancias de la vida, ando mucho por la terminal subiendo y bajándome de distintos bondis. Casualmente bondis en los que viajo yo y un tercio de la población mundial (mas o menos). Entonces, para asegurarme una butaca, voy con bastante tiempo y saco el boleto temprano. Esto hace que pase entre una hora y una hora y media dentro de ese infierno.

¿Por la cantidad de gente? “¡Pero Conep! ¡Eso es normal, es un lugar de paso para muchos!” dirán ustedes. No, no es por eso. ¿Por la baranda a combustible quemado? “¡Pero Conep! ¡Eso es normal, es un lugar donde hay cientos de unidades colectiveras!” dirán ustedes. No, no es por eso.

Lo que me saca de nuestra y principal terminal de ómnibus es la presentación y trato que deja a quienes llegan a la provincia desde otro lugar.

Les voy a contar mi experiencia.

Transcurría un tranquilo lunes en donde intentaba arrancar las actividades, y no tuve mejor idea que irme temprano con la compu a la terminal e instalarme en uno de los cafés de allá. Error. Es de no creer, que teniendo dos cafés de un importante tamaño en un lugar de paso para muchísima gente y que ninguno cuente con wifi. No solo eso, sino tampoco cuentan con enchufes al alcance del público para enchufar lo que sea necesario.

No obstante, y por la hora que era, me quedé en uno de ellos a tomarme por lo menos un café y leer el diario. Me atendió una moza, quien deduzco que le había venido, pero no ese día, ni el anterior, sino por el humor que llevaba, intuyo que le comenzó a venir desde los 15 años y jamás paró. Primero que su única acción al acercarse a la mesa fue tirarme la carta, o bueno, una especie de papel plastificado en la época de los australes cuyos precios estaban más remarcados que las cejas de Beatriz Salomón. La dejó y se dio media vuelta.

– No, pará, tráeme un cortado con una fact… – Ya se había ido.

Quiero aclarar que el lugar tenía unas 4 o 5 mesas ocupadas, de unas 30 que debe tener, osea, para dejar en claro, había menos gente que en el sector de “clientes conformes” de cualquier compañía de telefonía celular.

En fin, unos 10 minutos más tarde vuelve, con la misma cara que pone uno cuando abre la heladera a la noche y no está más ese pedazo de torta que con tanto anhelo guardamos durante todo el día.

– Un cortado con una fact…
– No tenemos facturas.
– Bueno, una tortita.

Media vuelta y se fue. Al rato llega con lo pedido, salvo que esa tortita debe haber sido un eslabón perdido en la cadena evolutiva “Piedra – Tortita Raspada del día”. Se las describo en dos palabras: in – comible. Me muerdo el labio como cuando veo un buen par de tetas, y me dije a mi mismo:

– Bueno Conep, contá hasta 10. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, sei… ¿¡Y el azúcar?! ¡¿DÓNDE ESTÁ EL AZUCAR?!
– No tenemos más, le deje edulcorante señor.

Me levanté dejé 10 pe y me fui sin consumir nada, pero antes, para evitar que reusaran ese cortado, introduje los sobrecitos de edulcorante.

Más allá de mi fatalidad, una vez dentro del bondi, sentado, escuchando el primer disco de Moby y con más tiempo para la reflexión, me puse a pensar, ¿Qué pasa cuando lo que me pasó a mí, le pasa a alguien que llega por primera vez a la provincia? ¿Acaso no es recibirlos con un puntapié en la ingle?

Sumado esto, también están los que te cobran (ilegalmente) el baño, los negocios en donde lo de mayor calidad es un termo plástico a 89$, los kioscos que te venden todo 5$ más caro, la estructura de la década del 70´, el escaso personal que habla inglés, etc.

Mi consulta es… ¿Es importante el turismo para la provincia? ¿Acaso es demasiado complicado para poner mínimamente en condiciones la principal terminal de ómnibus de la provincia? ¿Es digna de una ciudad maravillosa o esto solo abarca a montañas y bodegas?

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El año pasado escribíamos: 
¿Afo afo?… ¡Aforismos!


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