Javier estaba anonadado, sentía el frío de la caverna en su espalda y como el enorme aguijón se insertaba cada vez mas en su espalda, era como si tuviese voluntad propia. De apoco se habría paso dañando mas y mas los tejidos. Un ardor como el de un hierro caliente subía por toda su espalda adormeciendo sus piernas. Si seguía insertado pronto dejaría de caminar.
– ¿Papa? – volvió a preguntar estupefacto.
El contorno verde del crepúsculo se marcaba detrás de la figura oscura en la entrada de caverna, el hombre suspiró profundamente. Se acercó lentamente y entonces Javier lo supo, no se trataba de una ilusión, era el andar de su padre. Nada en ese lugar era una ilusión.
Lentamente se reincorporó y caminó hacia su padre, como si se tratase de un hermano gemelo o como si el hombre de la oscura figura caminase frente de un espejo. Llegó a estar a solo unos centímetros de él y lo abrazó con todas sus fuerzas. Por primera vez desde la muerte de su papa, Javier se permitía volver a llorar. Nunca lloraba frente de nadie, le hacia sentir poco hombre, “solo un maricón llora” le había enseñado su padre en vida y ahora estaba ahí, de alguna forma estaba ahí, y todo lo que sucedía era real.
Después del mejor abrazo que pudo recibir Javier en toda su vida, paradójicamente en el peor lugar en donde se podía encontrar, preguntó:
– ¿Vos sos mi papa?
– Si Javi – un sollozo involuntario se desprendió de Javier, solo su papa lo llama así, el recuerdo lo golpeó en lo mas profundo de su corazón, parece que hasta en el infierno hay algo de clemencia.
– ¿El infierno? – dijo Javier retirándose hacia atrás, con el miedo expresado en su rostro, sus ojos se dilataron y sintió como el aire se le escapaba de los pulmones.
– Si hijo. ¿No lo sabias?
Javier se impactó al oír la confesión de su padre, trastabilló un poco y sintió cómo el aguijón seguía penetrando en su medula, de haber sido un condenado ya no podría caminar. – ¿Cómo es posible?
– Seguramente moriste, ¿Qué es lo ultimo que recordas?
– Iba por la ruta 50 y una tormenta fuerte llegó de golpe, entonces una persona me hizo señas para que entrara a una casa que había en la orilla del camino y me resguarde ahí – mientras hablaba su papa movía su rostro de lado a lado dando un gesto negativo.
– No me sorprende, los que mueren rápido nunca se dan cuenta que ya están muertos. ¿Te acordas si te fueron a buscar?
– No papa, no morí. Entré en la casa y me caí en un pozo, un abismo gigante. Después de caer, no veía nada, todo era muy oscuro. A acepción de la luz verde que se veía al borde del horizonte. Pensé que era una caverna y caminé para acá buscando una salida.
El padre de Javier entrecerró sus ojos -. ¿No recuerdas haber muerto? ¿Solo una persona que te hizo señas, entrar a una casa y caer a un pozo?
– Si.
– No puede ser, vos te moriste, como todos los que caemos acá – el pesado hombre cayó en el suelo y se puso a llorar como un niño-. Que estés acá es culpa mía hijo, aprendiste todo lo malo, por eso llegaste hasta aquí.
Javier caminó, se sentó a su lado, cuidando que el aguijón no se le insertara mas en la espalda. – No papa, yo estoy acá por mis propia culpa, no por vos. Se me hace imposible creer que estoy en infierno – dijo moviéndose, sintiendo como el aguijón penetraba mas y mas profundo. El padre de Javier lo notó.
– ¿Cuánto hace que te pico la abeja? – le preguntó.
– Quince minutos mas o menos – respondió mirando un punto fijo, buscando el consuelo o la resignación sobre el lugar donde se encontraba.
– Es imposible, todos se quedan paralizados en cinco minutos o menos – la oscuridad era absoluta, solo un poco del verdor entraba a la caverna y permitía visualizar facciones toscas. – Mejor te la saco antes de que no te puedas mover.
Javier se paró de espaldas a su papa, este tanteó lentamente la espalda de su hijo y le sorprendió lo caliente que se encontraba. Deslizó su mano hasta la punta del aguijón. Lo sostuvo firmemente con sus dos manos y tiró de él con todas sus fuerzas. El aguijón salió rápidamente y con gran facilidad. El padre de Javier se movió hacia atrás tropezando hasta que se cayó al suelo. – ¿Qué mierda pasa acá? ¿Javier estas seguro que no moriste?
– Si papa, recuerdo caer en el pozo, pero no morí, de eso estoy seguro.
– Puede que seas un vivo en el infierno, tu cuerpo esta caliente, el aguijón salió fácil y no te dejo paralizado, pero igual tengo mis dudas.
– ¿Qué dudas?
– He oído de estos casos antes, a lo largo de la eternidad muchos vivos han venido aquí, pero solo unas pocas docenas se han logrado escapar. Los vivos pueden entrar, pero se les es muy difícil salir. Podríamos intentar algo, hay una persona en esta parte del circulo que lleva como 1500 años aquí, es un español. Él llegó vivo y murió en el circulo intentando huir, nos puede ayudar. Esta cerca de acá.
– No me interesa ir con él, no me quiero ir, si tarde o temprano voy a volver, seria extender lo inevitable.
Entonces el padre de Javier lo tomó de la camisa, lo arrinconó en un costado de la caverna y le gritó – ¡Nooooo! – en el rostro-. No vas a terminar acá como yo, vos te podes retractar y mejorar tu vida.
Javier sintió el pecho de su padre, pero no su estomago, intento separarse, pero no pudo, el espectro de su papa era mas poderoso.
– No te voy a dejar acá, no vas a morir en el infierno, esa va a ser mi redención como padre. Te voy a llevar con el español. Y si te puedo sacar de acá, lo voy a hacer, aunque eso signifique un sufrimiento insoportable – lo soltó y cayó al suelo. Después caminó hasta la entrada de la caverna, se volteó y con gesto severo le dijo: – Vamos.
Javier titubeó, recordó el temor que le tuvo a su papa en vida. Caminó hasta la salida de la caverna y se paró a su lado. La visibilidad mejoró abruptamente y se dio cuenta porque no sintió el estomago de su padre cuando lo atacó. Este no tenia órganos, todos habían sido robados o profanados.
– Papa, ¿Qué le pasó a tu estomago? – preguntó intentando de contener las nauseas.
– Este circulo se divide en dos – le explicó -, las personas soberbias van de este lado. Nos profanan el cuerpo, como quisimos tener mucho en vida sin importar las consecuencias, aquí nos roban todo lo que tenemos, hay personas que se quedan sin piernas, sin brazos. Yo solo perdí mi panza de una mordida. El otro lado es para las personas que vivieron con gula en sus vidas. Es imposible caminar en ese lugar. El propio peso de tu cuerpo te aplasta, hay diez veces mas gravedad que acá y como si fuera poco, hay moscas que te devoran, así como vos devoraste la comida toda la vida.
– ¿Cuántos círculos son?
– Son 9, si las leyendas son ciertas, y estas vivo solo hay un ser que te puede matar y es Cerbero, el guardián de este circulo, el que me saco la mitad de mi estomago.