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La verdadera historia de Pinocho

En un pueblo vivía Don Pecheto un ex ferroviario, don pecheto quien ya estaba jubilado al haber cumplido sus años de servicio como maquinista. Un día Pecheto fue en busca de madera para echarle a la estufa, con la madera que le sobro construyo un adorable y hermoso porta libros y con la madera que le sobro hizo un muñeco y dijo te llamare Pinorcho. Pero Pecheto no estaba conforme quería que el muñeco tuviese vida que se pueda mover por sí mismo y fue que decidió llamar a el hada madrina

– ¿Hola con la hada madrina?

– Si con la misma, ¿Qué necesitas?

– Mirá tengo un muñeco y no le puedo dar vida.

– Emm ¿emm necesitas viagra?

– ¡No! Es un muñeco de madera y necesito darle vida

– Ah bien bien ya entendí voy para allá.

Al poco tiempo el hada madrina apareció en la casa de Pecheto

– ¿Quién eres?

– Soy helada madrina!

– Ahí esta ese es mi muñeco pinorcho.

– Que lindo y ¿con que lo construiste?

– Con abedul

– ¿Ah sí? Con una madera blanda

– No con mi amigo el turco abedul.

Y así fue que el hada madrina le dio vida a pinocho. “¡Está vivo!” gritó Pecheto, “¡Estoy vivo!” dijo Pinorcho, “¿Quién me paga?” exclamó el hada madrina.

Pinorcho lleva una vida normal como cualquier otro niño iba a la escuela tenia amiguitos pero no estaba a salvo de las bromas de sus amigos o compañeros de la escuela ya que le decían que era de madera y otras tonteras más.

Una tarde Pinorcho regresaba a su casa con tristeza al ser objeto de burla de sus compañeros, y en camino se cruzo con un simpático bichito.

– Hola yo tengo lo que necesitas para que levantes el ánimo

– ¿Si y tú quién eres?

– Permíteme presentarme soy Pedro grillo reconocido  cabaretero de la zona

– Ah yo soy Pinorcho.

– Ven Pinorcho te invito a mi cabaret.

Y fue así que Pinorcho y pepe grillo fueron al cabaret.

– ¡Hola Conep! ¡Hola don Rata!

– Hola Pinorcho – respondieron ambos.

Después de un largo rato de estar en el cabarulo viendo como Conep se quejaba de todo y twitteaba y como Don Rata no quería meter la mano al bolsillo por miedo a que lo muerda el cococrilo (posta que tiene un cocodrilo en el bolsillo pero es otra historia) Pinorcho decidió irse ya que era tarde y Pecheto se preocuparía.

– Bueno ¡chau Conep, chau rata!

– ¡Chau! – respondieron ambos.

Al llegar a casa Pecheto le preguntó: – ¿De dónde vienes Pinorcho?

– Hem… de… de la escuela (y su nariz empezaba a crecer).

– No me mientas Pinorcho, estuviste bebiendo y estuviste con mujerzuelas.

– ¡No! (su nariz crecía y crecía)

– ¿Pinorcho estuviste consumiendo algún estupefaciente, crack, detergente en polvo o algo por el estilo?

– ¡No no papá Pecheto!

– ¡Mentiroso! ¡Ve a tu cuarto estúpido muñeco!

Pero Pinorcho aún estaba en un nivel de excitación muy alta por haber visto tantas minas y fue en ese preciso momento que decidió entrar a el mundo de la masturbación y descogotar la gallina… pero algo sucedió. De tanta fricción se prendió fuego y en ese instante que Pinorcho se dio cuenta que era de madera.

Una vez apagado el fuego y limpiado el aserrín que había dejado, Pinorcho decidió que quería tener vida y ser un niño de de carne y hueso y fue que decidió llamar a el hada madrina.

– Si dime Pinorcho ¿qué es lo que quieres?

– ¡Quiero ser un niño de verdad!

– Bien Pinorcho concederé tu deseo.

Y así fue que Pinorcho, en medio de música celestial y sonidos de campañillas,  se convirtió en un niño de carne y hueso.

– Oh estoy vivo y tengo un corazón de verdad, ¿pero cómo es posible eso?

– ¿Te acuerdas de ese niño que necesitaba un trasplante?

– Si me acuerdo…

– Bueno nada, eso.

Pinorcho llevaba una vida normal pero seguía teniendo su gran problema. Cada vez que mentía le crecía la nariz, pero Pinorcho era adorado por las féminas ya que era muy bueno dando sexo oral y combinando que a la mujeres le gustaba que le mintiera, era el combo perfecto.

Pero no todo fue color de rosas en su vida. Entrando en la adolescencia, Pinorcho paso un largo tiempo en el Cose.Una vez cumplida su condena volvió a la su casa, pero por llevar una mala vida, volvió a convertirse en madera.

– Hola viejo Pecheto, ¡he vuelto!

– ¡Pinorcho has vuelto!

– Si Pecheto,  he vuelto. Ya cumplí con mi condena.

– ¿Pinorcho me puedes hacer el favor de fijarte si la salamandra sigue prendida?

Pinorcho abrió la puerta de la salamandra y Pecheto le pego terrible patadón en el culo que lo mando de jeta adentro de la estufa.

– ¡Toma muñeco hijo de puta! Dijo Pecheto.

El anciano no soportó la presión de vivir y ver cómo su más importante creación se autodestruía entre mujeres, drogas y alcohol y fue eso lo que lo llevó a tomar la decisión de terminar él mismo lo que había creado.

Hoy en día, Pecheto se desempeña como gerente general de su segunda y más exitosa creación: Valerio Pecheto Oliva.

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