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Laura y los globos

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Existe un karma que solo los del medio conocemos. Si a ustedes les tocó, como a mí, ser la del medio sabrán a que me refiero. Para los que no lo entienden, les explico:

Con el mayor, mis viejos como tantos otros cometieron mil errores en su crianza, justamente por ser padres primerizos, se sienten culpables de no haberle dado todo lo que merecía.

A mi hermana menor la han consentido desde el instante mismo en que nació, ya están mas duchos y su situación económica es mucho mas cómoda.

En cambio yo nací en una nebulosa,  no es que no me quieran , pero siento que directamente dan por sentado que estoy bien. Por darles un ejemplo, cuando recién entraba al secundario mi hermano estaba pronto a egresar por lo  que entre cena y viaje tal hecho paso desapercibido; y cuando fui yo la que egresaba, mi hermana cumplía los 15.

De a poco me fui amoldando a mi realidad y fabrique mi propio mundo, mas de una vez me retaron por perderme mirando el techo. No es algo extraño que un niño se haga de amigos imaginarios, lo extraño es que  aun de grande se los conserve y ese es mi caso. Uno era el oso Roberto y otro era EL GLOBO. Roberto era mi amigo y consejero, era mi cable a tierra, Globo en cambio era mi musa, era el que me permitía soñar.

Roberto me aconsejo que estudiara leyes, Globo que siguiera mis sueños de ser una artista.

Créanlo o no Roberto quedo muy triste cuando decidí seguir con artes.Mis días transcurren sin sobresaltos,  feliz en mi mundo,  aceptando el hecho de ser la del medio, medio ignorada y medio amada.Se acercaba mi cumpleaños y junte algo de plata para hacer un pequeño festejo.Se hicieron las 12  y en mi habitación vi como GLOBO se acercaba a mí, el siempre era el primero en saludar, Roberto se demoró unos minutos pero subió a mi cama a darme un beso.

Me levanté temprano a desayunar, esperaba que mi vieja me saludara pero fue un simple Hola. Mi viejo hizo lo mismo, paso de largo, de mis hermanos no esperaba más.

Estuve masticando bronca toda la tarde,  mis compañeros de la facu me recibieron con una torta y abrazos a diestra y siniestra, pero no era lo mismo. Llegué tarde a casa,  estaban todos sentados alrededor de la mesa, cenando como si nada.

Entré azotando la puerta, corrí a mi pieza, mi vieja corrió detrás mío.

-Laurita ¿que te pasa corazón?

– ¿Todavía temes la caradurez de preguntar qué me pasa? ¿ sabes siquiera que fecha es hoy?

– ¡¡Ay!! Por Dios!  Laurita mi amor, nos olvidamos,  sabes que…

– Si sé, sé muy bien que pasa, Gonza se quedó sin trabajo y a la nena de la casa le fue mal en el ingreso de la Facultad.  Ya lo sé. No es la primera vez que pasa, no va a ser la última tampoco,  pero duele, duele como una puñalada en el estómago. Me tienen harta.

– Laura entendenos. Te amamos

– Déjame dormir tranquila.

– Te amo hija.

– Si, jajaja.

Procure conciliar el sueño pero me era imposible. Sentí murmullos cerca mío, encendí la luz y lo vi. Roberto apuñalando a Globo con el cutter. Me arroje sobre el pero huyó. Lloré desconsolada, sosteniendo en mis manos los restos del que había sido mi mejor amigo.

Corrí desesperada para dar con el maldito animal culpable de tal crimen. Con una tijera en mi mano camine silenciosamente por el pasillo, estaba sobre la cama de mis padres. Me acerqué y lo tome entré mis manos. Lo mire fijo a los ojos y comprendí el terror que le causaba, clave las tijeras hasta el fondo de su estomago, las abrí, las cerré, vi como desaparecía todo rastro de vida de sus ojos.

Regrese a mi habitación temblorosa, agitada y debo decirlo, satisfecha. Me acosté tranquila y al fin pude descansar.

– ¡¡¡Nooooooo!!! ¡¡Papaaaaaa!! ¡¡Mamiiiii!! ¡¡Gonzaloooo, Lauraaaa!!

Los desgarradores gritos de mi hermana me hicieron saltar de la cama. Corrí por el pasillo y la abracé.  Temblaba horrorizada. Pude distinguir en el cuarto de mis padres las sabanas ensangrentadas, el macabro rastro de sangre sobre las paredes.

Sentí como me tironeaban de los pelos, Gonzalo me arrojó contra la pared y comenzó a golpearme, intente detener sus golpes, fue cuando vi mis manos y mi pijama cubierto de sangre.

Ahí entendí porque me había costado tantos cortes matar a un simple muñeco de peluche.

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