/Machistas eran los de antes

Machistas eran los de antes

Bueno continuando con mi temática de darles con un palo por la nuca a ver si despiertan, hoy sí me gano puteadas de todos porque creo que no sólo se van a sentir tocados, sino también manoseados, sobados, hurgados y ultrajados.

Viendo a mi padre, hombre de los de antes, machista hasta el tuétano, que jode por la comida desabrida y por la ropa sin lavar que se acumula de vez en cuando, porque no hay nada en la heladera (o sea que se acabó el jamón) y mil boludeces más; no puedo sin embargo dejar de notar que si hay que subirse al techo a tapar una gotera, ensuciarse con el auto porque pierde aceite, levantarse si hay ruidos, manejar si hay un viaje largo, arreglar un enchufe, una canilla, una cerradura o armar un mueble, hasta revocar una pared… el tipo está, suspira y pone manos a la obra, y una vez terminado puede echarse al sillón a ver el fútbol, resoplando cansado y quejándose de la puerta/pared/auto/techo de mierda, pero feliz.

Por esto y otras cositas que atañen a su papel de hombre de la casa, la mujer lo banca, lo mima, lo regalonea, y no cuenta si ella se ocupó de toda la casa 7 días seguidos y él arregló una sola vez la puerta, al fin y al cabo se toma con  mucho humor su papel de ama de casa y profesional, y le da para a delante.

Mi viejito a los 18 años terminó la escuela técnica y cuando volvió de la colimba, lo mandaron a laburar. La opción era: “trabajas o trabajas, porque hay que ayudar en la casa, por lo menos bancándote solito. Si querés hacer algo aparte, cosa tuya”. Más o menos lo mismo que: “hágase hombre”. Así lo hizo, entró en el ferrocarril, laburo pesado si los hay, y comenzó Agrimensura que se cursaba de noche. Para la novia le quedaban sólo unas horas por semana, y para sus amigos menos aún. Fue una época jodida, pero creo que eso a mi viejo y a casi todos los viejos de esa generación les enseñó a ser esos hombres que son ahora. Machos solitarios, que se las ingenian para todo, que van de frente y que se creen reyes de la casa.

Porque que venga un señor mayor que mantuvo a su familia toda su vida, que levantó su casa con sus propias manos (o casi), que se engrasó las manos con el motor del auto, salió en medio de la lluvia a poner un nylon, no tuvo reparos en trabajar de lo que sea y protegió a sus hijos y su mujer de la adversidad, a exigir que cuando llegue tenga la comida hecha y la ropa limpia, el baño preparado y el control de la tele a mano, vaya y pase.

Pero que venga un flaco de los de ahora, que no puede mantener una familia solo, que nunca en su vida vio un destornillador, ni digamos una cuchara de albañil o una pala, que no es capaz ni de llamar al plomero si se rompe una canilla, que le da miedo matar una arañita, que no quiere trabajar de nada que no sea gerente o administrativo (aunque no haya terminado el secundario), que no quiere manejar un auto que no tenga aire acondicionado y si se le rompe una goma llama a la grúa del seguro (o llama a su mujer o a sus padres para que llamen a la grúa y lo reemplacen en la espera),que llama a papá para que le clave un clavo o le ponga una estantería, que necesita que alguien le abra y le cierre el portón para sacar el auto, que no hace un asado si hace mucho calor, o mucho frío, o llueve, o está nublado, o no hay churrasquera; que se hace el boludo si hay que ir a buscar a alguien que se quedó a pata, que se borra o se llena la agenda si hay que pintar el comedor, si escucha un ruido en el patio despierta a toda la familia hasta que alguien sale a ver qué pasa (nunca él), ante el parto de su mujer se desmaya primero y después anda tan descompuesto que no puede ayudar en nada y lo tienen que atender a él, a la hora de cortar el pasto primero debe tener el cochecito corta-pasto de los que usan en las canchas de fútbol, para lavar el auto debe tener la hidrolavadora, para sacar la basura debe tener el carrito a ruedas y guantes descartables, nunca se acuerda de darle de comer al perro o levantar las caquitas; en fin, un pendejo que nunca hizo ni hará una tarea de las que antaño se consideraban masculinas; que venga a exigir que las mujeres hagamos las tareas que antaño se consideraban femeninas… ¡es lo menos!

Primero porque no tienen autoridad moral, se les cae la cara; y segundo porque las mujeres ahora en una casa se tienen que ocupar de hacer varias de las tareítas que antes eran de ellos. No es que nos vamos a subir al techo a tapar una gotera (aunque quién sabe, en unos años) pero debemos: averiguar quién lo hace, pedir referencias, llamarlos y pedir presupuesto, esperarlos, atenderlos, escuchar cómo nos versean (porque no entendemos un pito), y dejar que nos cobren lo que se les da la gana (ah sí, y pagar también). Es decir… lo hacemos nosotras.

Entiendo que en casa papá y mamá les solucionaban todos esos temas, pero ¿saben qué? ¡A nosotras también! Nadie nos crió para ser amas de casa, sino para ser profesionales o trabajar en lo que nos guste, al igual que a ustedes. Entonces, no veo por qué una vez formada la pareja empiezan a romper soberanamente las bolas con que aprendamos a cocinar lo mismo que hacía su mamá, cuando en realidad tendrían que agradecernos o mejor aún, aprender ustedes , criaturitas salvajes.

Además, si les gusta vernos bien, cuidaditas, bien vestidas y con las uñas recién pintadas; no pueden pretender que estemos fregando todo el día o lavando platos… eso mejor háganlo ustedes: no se les va a saltar el esmalte, y si se arruinan esos cortos de Huracán Las Heras con lavandina nadie se va a hacer problema.

Otro mal argumento de los hombres: “si no querés hacer las cosas de la casa, pagate una empleada de tu sueldo”. ¡Mal dicho, porque a la empleada la necesitan más ustedes que nosotras! El que requiere una empleada atrás limpiando todo a su paso y alcanzándoles las cosas que tiene a 50 cm son ustedes (y que les encuentren las cosas que no ven y tienen enfrente de su cara). Nosotras venimos de nacimiento con un chip que nos programa para volver a colgar el toallón una vez que nos secamos, encontrar las cosas sin ayuda y si nos da hambre en lugar angustiarnos y preguntarnos por qué la vida es tan cruel improvisamos algo para comer.

Por todo lo expuesto anteriormente, chicos: a ver si antes de demandar tanto no se hacen unos cursitos de mecánica, electricidad, albañilería, plomería y gas, y una vez que ustedes sean Mc Giver como nuestros padres, recién ahí nos piden que seamos Choly Berreteaga como sus madres… O mejor: ¡actualícense con los tiempos que corren! ¡Ya no son el ombligo de la familia! Dirija su mirada hacia sus hombros: los apéndices que salen de allí se llaman BRAZOS, y las cositas móviles de las puntas se llaman DEDOS. ¿Ve cómo se mueven? ¡Muy bien! Sirven para alcanzarse cosas, cocinar, lavar… y muchas cosas más interesantes también. ¡Pruébelo y después me cuenta!

Nota importante: dichas extremidades NO SE PARALIZAN AL PASAR POR LA PUERTA DE ENTRADA DE SU CASA. Es sólo una sensación.


También podes leer:

Adolescencia for ever

ETIQUETAS: