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Naufragando en números

Creo en la carne y en los apetitos, ver, oír, tocar… ¡Cuántos milagros! Y cada parte de mi ser es un milagro.
Walt Whitman

Los números me persiguen.

Mi cuerpo es sostenido por 206 huesos hechos de madreselvas y alambres de púas. Una estructura cuyo centro de gravedad se ha corrido unos grados hacia ningún lado.

Hay en mi interior 440.000 millones de células que están en una guerra termonuclear constante, no se sabe quién es el enemigo, pero está ahí latente y sigiloso; resistiendo cada contraataque en forma tenaz y contumaz, aplicando la guerra de guerrillas.

Casi 6 litros de mi sangre corren, vertiginosos y sin descanso, como un tren fantasma deambula entre los espantos -que no asustan a nadie- hechos de madera y pintura.

Los 200.000 kilómetros de mis venas están llenos de parches mal pegados. Hay pérdidas por doquier, no alcanzan los trapos en el piso para limpiar.

Ya no late mi corazón 100000 veces al día, quizás lo haga una sola vez con suerte en la noche, durante el insomnio, en un rincón alejado de mi propio cuerpo.

En mi cabeza 100000 cabellos se erizan con la estática de tu lejanía y se entrelazan en nudos ciegos por tu recuerdo.

639 músculos pugnan por salir de mi continente, y cuando al fin lo logren van a desear que les salgan alas para poder volar. Luego, cuando vuelen siendo un amasijo de carne desnuda, dando aletazos torpes y poderosos, vendrán los pájaras carnívoros y seré el alimento de sus pichones.

Mis 2 m2 de piel van a servir para hacer una vela, que sirva para navegar contra la corriente de ese río que desemboca en el estómago de una selva llena de flores doradas.

Hay un cortocircuito en mi líbido generado por el placer propio, entonces eyaculo 40 millones de mis propios yoes que se estrellan contra el aire como funámbulos ebrios y quedan desparramados sobre el mapamundi de un planeta que no existe..

La lógica de mis 86000 millones de neuronas entran en conflicto cuando escucho su voz hecha de miel, acero filoso y alucinaciones.

Mi respiración, mi altura, el peso de mis sueños, los mares de mi saliva, los tsunamis de mi sudor, las inquietantes mareas en mis pies, los soles acuáticos de mis ojos, los sucubus que me visitan por las noches y muerden mi pecho. Todo tiene su valor en cifras.

Naufrago en mis propios números, que están tatuados en mis manos, mis pupilas y mis rodillas.

Mis restos flotan al garete entre las estrellas..

Entonces, si sumo todas mis cantidades, infinitas y precisas, quizás den por resultado de manera maravillosamente errónea 1,618033989; un número que me declara atroz y falazmente perfecto.

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