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Obsesión

Andrea no pensó demasiado la historia que había leído, y se decidió a publicarla online. Camila, una conocida suya de la facultad venía mal con el novio hacía mucho tiempo. Por alguna razón de la vida, confió en Andrea para contársela, en busca de algún consejo, o al menos un oído que la quisiese escuchar.

La situación era, de más decir, angustiante. Su pareja la vivía celando, le había puesto los cuernos varías veces y tenía hijos de otras parejas anteriores de los cuales él no se hacía cargo. Ella, por sus palabras, le decía que quería salir de esa situación, pero no sabía cómo hacerlo, y Andrea intentó ayudarla. Pasado un tiempo, Camila publicó en sus redes que se había separado.

“Pobre chica, que bueno que pudo salir de una relación así” pensó Andrea para sus adentros, ella misma había vivido tiempo atrás una relación tóxica, y con mucha ayuda había podido salir.

Unos tres meses después, Camila publicó una foto con su ¿ex? Diciendo que festejaban 3 años de aniversario, y que no imaginaba a otra persona a su lado. El shock que Andrea tuvo fue mayúsculo. Entonces no se le ocurrió mejor idea que publicarlo en sus redes como escritora, en donde tenía otro nombre diferente al suyo, sin dar nombres de ninguno de los afectados. Ella no entendía como alguien podía volver a una relación así.

Esa noche, una amiga la invitó a tomar unos tragos a un bar cercano de su casa, y aceptó gustosa, esa semana había sido muy pesada.

—¿Che, no te parece que no está bueno andar ventilando sobre las relaciones de las personas?— Le dijo su amiga, y Andrea que no lo pensó al escribirlo, reaccionó. Era verdad.  —A vos te costó mucho darte cuenta en qué relación estabas metida con Hernán, y te costó mucho más salir de ahí. En vez de andar publicando, yo creería que lo mejor es ofrecerle ayuda para que ella se de cuenta en donde está metida— le dijo.

Y Andrea se dio cuenta de que su amiga tenía razón. A lo cual agarró su celular, borró el estado, y siguió con su vida normal. Cuando llegó a su casa, alrededor de las dos de la mañana, le empezaron a entrar audios de WhatsApp de un número que no tenía agendado, de una tal Sabrina. Puso “play” al primero y escuchó:

Hola, Andrea, soy Sabrina Cesare, ¿Se puede saber porqué andas hablando de mi relación por las redes sociales?” Y después la insultaba y la acusaba de ventilar sus intimidades por facebook. El segundo audio, era aún más violento, hasta la amenazaba. “Olvidate de seguir hablando gratuitamente de la gente” empezaba diciendo. Le puso pausa y pensó quien era esta chica, bastante agresiva, que le mandaba esos mensajes.

Sabrina, era solo un contacto más entre los cientos que tenía Andrea en su perfil de escritora, una o dos veces habían charlado de cosas triviales por facebook, pero sin pasarse los celulares. Había en la historia una tercera persona, que había pensado que Andrea hablaba de Sabrina, le había pasado el chisme, junto con el número de celular. Era todo tan confuso, y en parte, alarmante ya que Andrea no le daba su número personal a nadie. Pero debía averiguar quién era.

Esa noche Andrea no durmió bien, y, al otro día, despertó con varias llamadas perdidas del número de Sabrina, y de otro número más, que descubrió que era la pareja de Sabrina, al marcarlo y esperar a que alguien atendiese.

Dos contactos más, por privado, le dijeron a Andrea que Sabrina les había contactado para difamarla, y decir mentiras de ella por facebook y por privado, y también en su perfil puso el nombre completo de Andrea y su celular, diciendo que ella había dicho cosas falsas suyas y de su pareja. Cerró los ojos, no lo podía creer. Jamás le había pasado algo así. Pero desconocía que se iba a poner mucho peor.

Durante los dos o tres días siguientes, nada pasó. Ya todo parecía estar en calma, “en las redes todo se viraliza y se olvida rápido” pensó para sus adentros, y en parte tenía, razón, recordaba dos o tres escraches que gente había hecho, y después nadie más recordaba a la semana. “Ya pasó todo” se dijo Andrea para sí misma.

Una noche, pasada una semana del incidente, Andrea recibió un audio de WhatsApp de un número que no tenía agendado. Ya había bloqueado el número de Sabrina, y de su pareja, pero, cuando le puso play, de inmediato reconoció la voz que le hablaba… era ella.

“¡Para alegría tuya me acabo de separar, basura de persona! ¡Ahora seguro debés estar contenta, porque eso es lo que querías! Me tenías envidia, seguro que ahora le debés estar mandando mensajes a mi pareja, pero ¡Te vas a arrepentir toda tu vida, vas a ver!», el audio continuaba con insultos de todos los tipos.

Andrea sintió miedo. Pensó que Sabrina había olvidado todo, pero aparentemente el separarse había encendido más aún la mecha que había iniciado su estado de facebook. Al otro día encontró en el buzón de su casa una carta, al abrirla eran fotos suyas saliendo de trabajar, llegando a su casa, con un mensaje que decía “te vas a arrepentir” con una letra S como firma.

Fue a la policía a denunciarla, pero nadie le tomó la denuncia. —Hay que esperar a que haga otra cosa, quizá sea solo idea suya, no podemos rastrear la carta que te mandaron— fue todo lo que le dijeron en la fiscalía. Y Andrea no lo dudó, “si nadie hace nada, algo haré yo” y entró a una armería cercana, donde consiguió una navaja. “Espero no tener que usarla” se dijo a sí misma.

Pasaron los días, y su mejor amiga la llamó asustada. —Andre por favor, ¿qué dijiste de esta mujer?, está dele atacarme por mensajes de facebook, dice que vos hiciste que se separara del novio.

Andrea desbloqueó el número de Sabrina, y le mandó un audio diciéndole que por favor parase de actuar así, que ella nunca se había referido de su pareja ni de su relación, y que había sido un error escribir ese estado, aunque no se tratase de ella.

A los cinco minutos, Sabrina contestó con una frase escrita: “¡Ahora no te hagas la mosquita muerta que se que querés estar con mi novio, pero no lo vas a lograr!”.

“Esta mujer está mal” se dijo a sí misma.

Durante los siguientes tres días le llegaron a su celular mensajes intimidantes de diferentes números, pero todos de Sabrina, en donde la acusaba de difamarla y culparla de su separación. Que todo iba a terminar mal, y ya no había vuelta atrás. Andrea no lo pensó dos veces y cambió de número de celular. Las cosas no podían seguir de esa forma.

Pasaron los días, y las semanas, y de pronto ya había pasado un mes. Aún no se sabía quién le había dado a Sabrina el número de teléfono de Andrea, pero ella tenía sus sospechas… una amiga que antes había difundido datos personales de otras personas, y que ella consideraba no tan inofensiva.

Ese día se había hecho tarde, la época cercana a navidad siempre era caótica en el trabajo de Andrea, que trabajaba en un comercio de venta de ropa en un shopping muy concurrido de Guaymallén. Esa noche llegó a su casa a las 1 de la mañana, y, al momento de entrar, alguien le tocó el timbre. Ella, extrañada, miró por la ventana y vio a Sabrina encolerizada gritando —abrime porque esto no tiene vuelta atrás.

Aterrorizada, Andrea le gritó —¡Voy a llamar a la policía, vos no estás bien!— Y justo, al marcar el 911 de la policía sintió como le daban golpes a la puerta, intentando abrirla.

En medio de la llamada a la policía, pidiendo urgente un móvil, sintió que la mujer tiró una piedra a la ventana de al lado de la puerta, y la rompió.

—¡Por favor vengan rápido! ¡Me quieren hacer daño!— dijo Andrea por teléfono en un estado de nerviosismo frenético.

—¡Calmate por favor, amor, te dije que ella no tenía nada que ver! ¡Ya no te soporto!— Sintió que una voz de hombre le vociferaba del lado de afuera, proveniente de la calle.

Al acercarse a mirar vio como un hombre, que era por las fotos de Sabrina, su ex pareja, le gritaba e intentaba que se calmase.

—¡¡Decime que me dejás por esa escritora de cuarta!! ¡¡Decime la verdad!!— Le gritaba Sabrina.

—¡Yo a ella ni la conozco!— Gritaba él. Justo en este momento la policía llegó, y Andrea se animó a salir de la puerta de su casa, ya que la ¿ex? Pareja gritaba como loca en el medio de la calle, ante la mirada de todos los vecinos de la cuadra.

—¡Vos estás mal, hacen meses que me venís celando con todo el mundo, hacen meses que te quiero dejar pero vos amenazás con matarte y me das lástima y asco! ¡Cuando me acuesto con vos en la cama me das asco!— Le gritaba él de forma frenética.

Cuando los policías se bajaron del móvil, Sabrina rompió en lágrimas y dijo —ahora ¿Sabés qué? ¡No te voy a molestar más! ¡Anda a acostarte con todas las escritoras de cuarta que te encuentres!— Y acto seguido Sabrina agarró una navaja, y se hizo un tajo en la muñeca, la cual empezó a sangrar profusamente.

Uno de los efectivos policiales se le abalanzó a Sabrina, le sacó la navaja de la mano, mientras que gritaba —¡Pidan una ambulancia urgente!— La ambulancia llegó, se la llevó, y a Andrea y al ex se los llevaron a la comisaría para prestarles declaración.

Resulta que Sabrina sufría de celos patológicos que venía tratando con medicación psiquiátrica, la cual había dejado de tomar voluntariamente hacían unos meses, sin indicación médica. Al ver la publicación de Andrea explotó todo, hasta que terminó cortándose las venas aquella noche. Cuando le dieron de alta en el hospital, la internaron en un psiquiátrico.

Andrea por su parte descubrió quien le había pasado su número anterior a Sabrina, y era quien ella había pensado. De ahora en más tendría mucho cuidado con lo que escribía en las redes, y a quien le daba su número de celular. Mientras que Camila, su conocida de la facultad siguió en pareja, Andrea igualmente siguió llevando, por precaución, la navaja a todos lados.

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