Pez

Pez, vas a morir de todos modos, ¿Tienes que matarme también a mí?
Ernest Hemingway- El viejo y el mar

Soy un pez.

Tengo branquias en los sobacos y una aleta en el bolsillo de atrás del pantalón.

No soy un tritón, ni nada por el estilo.

No me sumerjo en profundidades abisales, eso se lo dejo a los más avezados.

No puedo contener mucho la respiración, unos escasos segundos, es por mi afición al tabaco.

Tengo escamas de hule.

Buceo en mi propia saliva; y, cuando tengo la garganta seca, lo hago en las secreciones que he dejado olvidadas en los rincones del universo.

Soy un pez de Hiroshima, sólo una sombra en el fondo del mar.

Buceo en el calor, como en un sueño que no es un sueño, sólo un parpadeo largo, en cámara lenta. Aspiro aire, una bocanada de oxígeno puro capaz de hacerme estallar con la menor chispa.

Mi lugar es bajo el agua probable, posible, cercana y sicaria.

Tomo mis recaudos contra el síndrome de descompresión.

Soy un pez entre la maraña de sudor y las estrellas explotando a mi alrededor.

No soy un salmón, soy demasiado perezoso para eso de remontar la corriente.

Tengo 206 espinas -en lugar de huesos- repartidas en mi cuerpo que sostienen mi carne para que no caiga por el piso.

Soy un pez y le tengo miedo al agua y amo los anzuelos.

A veces, me voy para la superficie, hasta el techo del agua, y le sostengo la mirada al sol, a ver quien pestañea primero.

Nado entre la música, corrientes marinas con silencios en pentagramas azules.

Soy un pez en el colectivo, me escabullo entre los corales de brazos y piernas y llego justo a tiempo para tocar el timbre.

Caigo con frecuencia en las redes del amor y termino enlatado, listo para la venta.

Soy un pez en las noches eternas de mis insomnios.

Fuera del agua convulsiono, moribundo, boqueo, suplico, muero, reencarno, muero, renazco, muero, cierro los ojos.

Soy un pez ciego y golpeo las paredes de vidrio de la pecera sin saber que es una pecera.

Con un movimiento de mi cuerpo creo un tsunami, con la esperanza de que un par de gotas, al menos, lleguen hasta besar la voluptuosidad de tus pies.

Sigo la estela de un barco, su derrotero me llevará a una playa de arenas verdes y soles rojos, varios soles tibios, amenos, suaves y lánguidos.

Soy un pez, sólo un pez.

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