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Los cuentos que Diem Carpé cuenta: Querida Eugenia

Mi propensión a las llamas, hace que la mayoría del tiempo incinere todo lo que a mi alrededor se forma. Y la dificultad no es él cuando, la situación se atañe con el después. Para que se entienda: Cuesta salir a la superficie de un mundo de cenizas, sabiéndonos que somos de madera poco noble. Somos volátiles e inflamables al mismo tiempo. Estoy cuasi seguro de que si acomodásemos a cachetadas la cadena evolutiva, de seguro quedaríamos al final.

Lo que quiero decir es que no soy el más noble, ni tampoco el más correcto, con las situaciones que lo ameritan. Pero Eugenia sí. Eugenia sabe valerse por sí misma hasta en las situaciones más extremas. Juro que más de un vez me admire de la voluntad de su instinto. Conociéndola desbordada en extremo, la vi ajustar sus cables para modular los más claros canticos por la vida. Amante de lo complejo, eligió sin titubear seguir el camino más difícil: el de la ideología. Pocas abanderadas he visto como ella. Enarbolar orgullosa los colores de su elección y defenderlos con pluma y espada, a costo de incontables litros de lágrimas y millones magullones en su cuerpo.

Primogénita de padre soñador y madre santa, Eugenia eligió siempre su propio camino. Los estándares fueron los palos en las ruedas durante toda su vida. Pero Eugenia sigue. Eugenia aguanta. Eugenia respira, suspira, grita y vuelve a pelear. Eugenia es amor y odio. Es la poesía escrita con sangre que da miedo leer.

Jamás pidió que se la entendiese y nunca dio explicaciones. Siempre corrió su carrera, y aunque saliera ultima en su propio juego, se atrevía a tirar los dados nuevamente. El destino no fue un misterio en su vida; decidió erradicar de inmediato el azar y regirse por la moralidad de sus pensamientos. Pensamientos que a veces atormentan a la propia Eugenia. Pero ella aguanta y puede aguantar más de ella. Porque ella se creó para sí misma, bajo sus virtudes y defectos.

Eugenia es volátil como todos. Pero su combustible se quema más rápido que cualquier otro. Porque carga sus energías con la furia de mil sufrimientos. Es que Eugenia no eligió una vida sencilla. Pero se enorgullece cada mañana al despertar de lo que ve frente al espejo. Y eso es más de lo que puedo decir de cualquier persona que conozco. Eugenia me enseña directa e indirectamente.

Eugenia vive conmigo. Tengo el placer de crecer bajo su sombra, y el agrado de limpiar los escombros que su aprender va rompiendo. Sé que en mi mente ella lee estas letras y solloza en su eterno silencio. Me agradece con un beso humedecido en llanto y me regala un amor incondicional. El mismo amor que le profeso con la mirada ardiendo en eternas flamas. Flamas de amor. Es que a veces soy muy propenso a las llamas…

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