/Quiero

Quiero

Como magullados, sensibles al tacto; en un momento nos dimos la mano y fue terrible.
Julio Cortázar

A veces quiero que la mañana no empiece, que se quede en la puerta de mi habitación y no entre, que mire desde ahí, sin decir nada, calladita.

Quiero que las estrellas no salgan más de mis ojos.

Que tu boca salga de las sombras y que tus palabras no repten por las paredes.

Quiero que el barco oxidado que me llevó por el Caribe reflote del naufragio de mi mente.

Quiero que el Faro del Fin del Mundo que está en mi pecho, le ilumine el derrotero a los navíos de mis vísceras.

Que los Conciertos de Brandemburgo sean eternos en el cosmos de mis oídos.

Que el Sol deje de latir a cinco metros de distancia de mis sienes.

Quiero que las alas en mi espalda, doradas, poderosas y contundentes, dejen de tomar impulso sin mi permiso.

Que tu cabellera no sea invisible, para poder acariciarla con los ojos abiertos.

Que los tigres que reposan sobre la medianera de mi casa, no caigan dormidos sobre las latas con malvones azules y rojos repartidos en la marisma que es el piso.

Quiero que la Calima, arrastrada por el viento del desierto de mis hombros, no se quede en suspensión en mis pupilas.

Que la noche no sea insomnio y Clonazepan, que se transforme en un caleidoscopio de estrellas roncando panza arriba y una Luna soñolienta.

Quiero a mi bandera, planchadita; quiero la mamadera, calientita.

Que las imágenes sean capturadas por el daguerrotipo que funciona en mi mente y se impriman en la plata de mi alma.

Que mi uppercat sea demoledor y noquee al fantasma que vive dentro del armario que hay en mi habitación.

Quiero subirme a mi Sputnik particular y dar la vuelta al planeta un millón de veces en un segundo, sin marearme.

No es sencillo, para nada, poder plasmar nuestro deseo, es una batalla cuyas mayores bajas están dadas por el fuego amigo, en una tierra de nadie que es de todos.

Aunque en realidad el problema radica en que no sé lo qué quiero, pero lo quiero ya.

 

ETIQUETAS: