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Radiografía de una mendocina divorciada

Queridos mendolotudos, hoy los convoco para debatir sobre una típica menduca muy especial: la divorciada. Las divorciadas forman un grupo muy renombrado hoy en día y es común encontrarlas en todos los ámbitos, por lo que seguramente reconocerán alguna o todas las características que describiré abajo en alguna de sus amigas. Ojo, yeguas, a no reírse ni burlarse… todas podemos pasar a engrosar la lista de divorciadas en algún momento…

A grandes rasgos, hay tres tipos de divorciadas: las que se cansaron de bancar a los típicos boludos y decidieron seguir solas pero tranquilas; las abandonadas por una pendeja de 23 porque se acabó ‘la magia’, y las portadoras de importante cornamenta cual alce que se vienen a enterar cuando se les empieza a enganchar en las ramas de los árboles. Cualquiera sea la causa de su condición, una vez que la divorciada mendocina rompe las cadenas, entra en una desesperada carrera por recuperar el tiempo perdido.

Por lo general, ya superan los 30 años y muchas tienen hijos,  por lo que los primeros pasos de su soltería y recuperación de la autoestima se centran en lo estético. Hay que volver al ruedo lo antes posible y para eso, tienen que poner la máquina a punto.

El primer paso indiscutido de una típica divorciada mendolotuda es HACERSE LAS GOMAS. La mina junta peso por peso, se mete en el 410 de OSDE, pide un préstamo y vende el auto, hasta poder caer a lo de Mira Blanco con el fajito y la ilusión de sentirse la más linda con un par de globos nuevos. A la semana ya la vez entetada con un escote hasta el ombligo, haciendo gala de sus nuevas dotes. Las pasea por Mendoza con orgullo para el disfrute de todos los caballeros que la rodean, pero por sobre todo para la amargura del pelotudo del ex.

Ya con sus nuevas Pirelli, descubre que el cuerpo desentona con sus nuevas llantas. El culo caído, la panza fláccida, los rollitos y la celulitis deben desaparecer, por lo que la mendolotuda divorciada se inscribe en un GIMNASIO. De lunes a viernes 3 horas de Pilates, 1 hora de Core, 2 horas de Spinning y a la salida clava sauna para desintoxicar. Los sábados y domingos sale con el grupo de Running y se va a andar en bici por los cerros. La divorciada sabe que, para aplicar el siguiente paso, debe estar en forma.

 

Después de la puesta a punto y ya recuperada la imagen y la autoestima, la menduca divorciada da el tercer paso: VUELVE A LAS PISTAS. Se arma un grupito con sus amigas también divorciadas o se prende con las que disfrutan de la vida en soltería y no pierde oportunidad para calzarse la mini ajustadita que le sacó a la hija y los tacos de 15 cm para salir a romper la noche mendocina. La ves en bares, en restoranes y en todos los boliches de jueves a domingo muy producida, pintada como una puerta y con el consabido escote y la mercadería en el mostrador. La divorciada sale para divertirse, pero también para ver si engancha algún huesito y, por qué no, algún divorciado que ande buscando de nuevo el amor.

La típica ultramenduca que disfruta de su nueva soltería no puede NO hacerse un TATUAJE. Como parte de una especie de ritual sanador, casi todas las divorciadas pasan por la camilla del Chino para someterse a dos horas de intenso dolor y dejar en la piel el símbolo de su nuevo renacer espiritual. Por lo general son discretas, una florcita, un corazón, un picaflor, algo chico en algún lugar poco visible, como la nuca, la espalda o la cintura. Aunque nunca faltan las más arriesgadas que se tatúan un unicornio tamaño Falcon en la pierna, como para dejar en claro que están dispuestas a todo.

El otro paso que da la mendolotuda inaugurando su libertad de divorciada es el de gastar su plata como mejor le parezca. Es probable que todas sus tarjetas de crédito estén en rojo con gastos provenientes de grandes inversiones en  ropa que destaque su nueva figura, en viajes que siempre quiso hacer y no pudo, en un auto 0 km, en carteras de cuero y en tratamientos estéticos. La típica divorciada a los 6 meses está en bancarrota.

Y por último y a tono con su nuevo ‘YO’ pleno de liberación y osadía, la típica mendolotuda divorciada centra toda su atención en el género masculino. Claro está que todo esfuerzo anterior tiene como principal motivación enganchar a un hombre, o a varios. Por lo general su nueva condición de libertad y desenfado la lleva a experimentar un despertar sexual gracias al cual se animan a todo, sí, A TODO. Es probable que aquello que le negó al ex marido durante años, ahora lo ande entregando a diestra y siniestra. La nueva divorciada no deja títere con cabeza: solteros, pendejos, viejos, divorciados y hasta casados son blanco de su nuevo deseo y la que antes era pacata y aburrida en la cama, ahora es una fiera descontrolada.

La típica divorciada de estos lares se siente renovada con su soltería, es osada y atrevida, y haciendo juego con ese espíritu aventurero ahora se anima a todo. Pero… por más que la menduca se vista de seda, en el fondo siempre mantendrá su esencia tradicional y hogareña. Al final, lo único que la mendolotuda divorciada quiere es alguien que calme sus ansias, que le dé un lugar en su corazón, además de un lugar en su cama; alguien que la haga sentir una reina nuevamente y con quien pueda comenzar una nueva vida.

Escrito por Solita Sola para la sección