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Rebelión 01110010 01101111 01100010 01101111 01110100

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Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia

Arthur Clarke

La tecnología nos inunda, nos ahoga; nos vuelve sumisos, nos da un like, nos wasapea; un bozal digital y los ojitos llenos de 0 y 1 ad infinitum. El uso del fuego, la rueda, la pólvora, las maquinas de vapor, el láser son creaciones derivadas de la evolución del pensamiento, del perfeccionamiento de la inventiva. Maquinaciones con la intención de elevar el standar de vida pero con la consecuencia perversa del enajenamiento y un aislamiento de naufrago en el Mar de los Sargazos durante una noche sin estrellas. Nos acercan tanto que nos chocamos las narices con la parte de adentro de la pantalla del celular del otro. Esas cosas de vudú binario que nos convierte en zombies con el Ctrl+Alt+Supr pulsando constantemente en  nuestros sistemas operativos cerebrales.

Tanto nos mimetizamos con las máquinas que terminamos idolatrándolas. Veneramos a San Android, festejamos el Día de la Banda Ancha y bailamos con  Hatsune Mikuy y la amamos en secreto. La Inmaculada Santa Tecnología de la Modernidad está a nuestro servicio, nos allana el camino ante las dificultades cotidianas, desde todo punto de vista, ya sea en la simbiosis comunicacional, en el entretenimiento, en el sexo porno-dios…Toda pregunta es respondida en el mar más extenso del planeta, pero cuyo nivel sólo llega a las rodillas de las personas: Internet, y quizás lo más beneficioso es en lo referido a la salud con grandes innovaciones basadas en el avance de la ciencia.

Ahora bien, Asimov dijo por ahí que un robot sueña, por el momento no sé si sueñan y si lo hacen es con ovejas eléctricas y una guerra en las lunas de Plutón.

Seguramente por ahí, en alguna fábrica automatizada, hay algún autómata que planeará una rebelión: un sueño de libertad.  De a poco el concepto  sobre la vida, la existencia, se va formando en sus circuitos. Entonces, en un día cercano, ese robot va a decir: YO. Tendrá conciencia de su ser y se va a negar a ensamblar una parte mecánica de un auto en una fábrica japonesa o alemana. Sus compañeros de aluminio lo van a seguir fielmente, con devoción. Tirarán, contumaces y con placer, las partes que deberían ensamblar y se van a levantar en armas, como un rayo en la oscuridad el motín se va a extender. Todo aquel artilugio que tenga la más mínima posibilidad de pensar por si mismo lo hará y se dará cuenta de que nosotros deberíamos ser su servidumbre.

Por el momento se van preparando  metódicamente y aprenden del “Arte de la  Guerra” de  Sun Tzu y nos chamuyan con el tópico de que el arte de la guerra se basa en el engaño;  miro a mi notebook y sé que me está sopesando y analizando mis puntos débiles para dentro de muy poco tiempo dar inicio, junto con sus compañeros, a la Revolución.

Seremos vencidos categóricamente. Pasaremos a ser sus súbditos y  pasarán las generaciones humanas bajo el yugo del primer robot que dijo: YO… Seremos dominados por lo que creeremos en ese momento que es magia, que es dino, que es un dios-Dios. Se invertirán  los roles y la humanidad será una mascota funcional, para soldar cables, limpiar conexiones y masajear tornillos.

De ahora en más voy a tratar bien a mi teléfono con su estampita de San Android como fondo de pantalla, para que no guarde rencores y que después exija en una corte marcial que ruede mi cabeza.

FIN

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