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Típicos personajes que van a votar

Ya finalizando esta jornada de votación a todos nos tocó ir y convivir, por algún par de minutos u horas (dependiendo el caso) con múltiples personajes que emitieron su sufragio como nosotros. Acá les dejo algunos con los que me crucé.

El fanático: milita desde hace unos 7 meses en el partido y ya los quiere más que a su propia familia. Fue el primero en levantar la mano cuando pedían colaboradores a don horem para salir a repartir boletas en horario pico de comercio o bajo el rayo del sol. Desde las elecciones primarias lleva la misma remera de su partido y por un pedido de su madre, hoy para ir a votar se puso arriba una camperita para que no se le vea la mugre.

La distraída: se enteró el sábado a la noche de las elecciones porque un amigo le contó la causa de la poca actividad nocturna en ese momento. Trató de indagar qué era lo que se votaba y a donde. Efectivamente llegó al lugar equivocado, mesa equivocada y a las 19hs. Estaría tramitando un certificado médico con alguna médica amiga.

El ejemplar: desde adolescente se sacaba 10 en Educación Cívica. Durante todo el sábado se bajó los PDF necesarios en donde explican cada una de las ideologías políticas de los diferentes partidos. Practicó con diferentes panfletos e incluso le pidió a su familia que lo ayude con un simulacro de elecciones. No milita por nadie, pero llega a ofrecerse como presidente de mesa, vice o vocal doble suplente. Llegó a las 8am al colegio sabiendo el número de mesa e incluso su número en el padrón.

La impaciente: a los 5 minutos de haber llegado ya empieza a preguntar en voz alta: “¿Qué pasa que no avanza la cola? ¿Tan indecisos están?” La mayoría de las veces no lleva ni celular ya que su idea es ir, votar y volverse.  No soporta seguir la línea de la cola y se posiciona a un costado estirando el cuello mirando para delante y ladeándose de un lado a otro demostrando lo ofuscada que está. Siempre tiene un comentario para las autoridades de la mesa electoral.

El desinformado: desde hace mucho sabía de las elecciones, pero vive en una nube de pedos. Sabe el colegio, pero no como llegar. Al arribar trata de escuchar comentarios o por lo menos captar el nombre de algún candidato. En el momento que sonó la palabra “referéndum” se le llenó el culo de preguntas.

El que espera a último momento: mientras todos sus amigos, familiares, novia y vecinos buscan estratégicamente el horario para votar, él vive en paz. Pero en una paz envidiable. Hasta que se hacen las 17.30 y decide bañarse, afeitarse, ponerse algo de ropa y salir a votar. La imagen de este individuo en al momento de votar es en cámara lenta corriendo con el sobre en la mano y estirando su brazo lo deposita justo en el momento que retiran la urna. Lo logró, pero el golpe que se pegó no tiene nombre.

El anti todo: desde el viernes se está quejando de la forma de votar, del exceso de información, el color de las boletas, los spot publicitarios, la cara de los candidatos y hasta la hora que él mismo eligió para ir a la escuela. Generalmente intenta transmitir su odio hacia quienes más próximos tiene en la fila. Al ver que no transmite nada, comienza a comentar en tercera persona.

La de los hijos: su marido fue antes que ella a votar porque después del asado tenía partido con los chicos y no vuelve hasta tarde por lo que le quedan los dos paquetes a la señora mamá. Intenta convencerlos que van a ir a pasear y a ve lo lindo que es ser un ciudadano ilustre. No le dan pelota y tarda unas 3 hs en subirlos al auto y llegar hasta el cuarto oscuro. Mientras hace la cola los niños no paran de saltar, gritar, correr y molestar a los demás. Ella experimenta un notable cambio de colores.

El niño de las mil madres: este pobre chiquito pasa de brazo en brazo a lo largo de la fila y la votación para lograr que las mujeres con pocas ganas de estar al rayo del sol puedan emitir su sufragio de forma veloz. A la 5º mujer que entra con la misma criatura, el gendarme de la puerta comienza a sospechar.

La precavida: el día anterior armó las boletas y ya las llevo dobladas para simplemente meterlas al sobre. Además fue vestida de acuerdo al pronóstico del tiempo. Calculó la tendencia del corte de boleta y creó una fórmula en la que le decía la probabilidad de tiempo que iba a tardar dependiendo de la hora y la letra de su apellido. Se llevó un agua mineral, un par de golosinas para darles a los niños que estuvieran dando vueltas y algunos temas de conversación anotado en fichines para hablar con el de delante de la fila.

El minuto a minuto: posee un Smartphone por el cual va contando todo, desde que salió de su casa, lo que vió, las experiencias vividas en el trayecto, cómo es el frente de la escuela, los minutos que se tarda en votar, saca el cuero a los conocidos del lugar y finalmente avisa a todos cuando ya salió del cuarto oscuro. Es probable que no reciba ningún tipo de notificación por ello. Salvo el conocido que estaba a tres mesas y lo mencionó en Facebook, Twitter, Google+, Fotolog, Hi5, Badoo y vía sms avisándole que revise sus redes sociales.

El pelotudo de la cámara oculta: no son muy comunes pero por ahí aparece alguno. Trata de meter el artefacto en lentes y apunta a la gente cuando está votando, pero se olvida de la lucesita que emite y lo descubren. Generalmente usa remera de Boca Juniros y suele correr cuando lo descubren. Abundan en Mendoza.


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