Nos vimos en aquella estación de tren y supimos que nuestra historia recién comenzaba.

Yo te amaba…

A escondidas, desde las sombras, con mi entereza, con mi desasosiego.

Te amaba…

Y supiste ver ese destello en mis ojos. La vida quiso juntarnos, la vida se empecinó en hacernos uno.

Desde mis entrañas, hasta mis pies, todo mi ser te añoraba. Decidimos juntos llegar hasta el final.

Prometimos, amamos, deseamos, proyectamos.

Te amaba…

Nos hicimos mucho daño. El pasado nos pesaba. No supimos dejarlo ir.

Te amaba… y me amabas…

Nos quisimos tanto que, de un fuerte lazo nos multiplicamos; nos hicimos tres.

Te amaba…

Los planes se solidificaron, los proyectos se concretaron y las ganas de más, no pararon.

Te amaba…

Te seguí a sol y noche, no creíste mis reproches. La luna roja no nos tuvo de testigo y quizás ello fue la muestra de lo vecino.

Te amaba…

Con el tiempo, con los días; la distancia fue creciendo, y el miedo entrometido puso su semilla aquella tarde de hastío. A las ocho en punto, a las ocho sin minutos, junto con el sol amaneció la desilusión.

Te amaba…

Mimé cada capricho, refugié cada momento, escuché sin descansar todos esos planes en los que en ninguno me vi pasar.

Te amaba…

Mas las ganas de más, pudieron más. El desentendimiento fue mutuo, las discusiones se hicieron montañas y con el paso de las horas, ya no tuve fuerzas de trepar.

Te amaba…

El pasado nos pesaba. No supimos dejarlo ir.

Mas juro al cielo que nos sigue, fiel a su esplendor, que yo te amaba.