En nuestra sección de MDZ revivimos la nota que nos dejó hace años un lector, particularmente interesante, donde critica al Mendolotudo. La publicó en el Mendo, lo cual me enorgullece porque demuestra que efectivamente es un pasquín plural, un espacio de libertad para expresarnos y plasmar una parte de la realidad que nos acontece. Es cierto que nuestras notas no tienen rigor científico, pero tampoco aspiran a tenerlo. De hecho, a estas alturas está claro que las opiniones que vertemos en nuestros textos son opiniones. Pero si resuenan en la gente, y le hacen sentido, o los enfurecen o les dan risa, es porque algo de lo que decimos se conecta con lo que las personas de nuestra provincia están sintiendo, o pensando. Incluso si no se habían dado cuenta. Y en última instancia, nos hacen sentir menos solos.
Por otro lado, estamos en tiempos de la cultura de la cancelación y el culto a lo políticamente correcto. Si bien es cierto que todos merecemos respeto, el peligro del pensamiento único y la imposición de valores culturales reside en que queda poco espacio para las personas que no están de acuerdo con esos valores, y la vida se puede tornar insoportable. Si no podemos expresar lo que pensamos, se va limitando el espacio para la tolerancia, la creatividad y el respeto por el diferente. Por eso es importante defender a capa y espada los espacios de libertad de expresión.
El lector nos critica que las notas son machistas o feministas. Yo creo que todos somos machistas hasta que abrimos los ojos a las desigualdades, injusticias y privilegios que genera el patriarcado. El que dice que no es machista ni feminista, está presentando una posición, mucho más cercana al machismo que al feminismo. Así como la gente que dice que no es de izquierda ni derecha, que es de “centro”. En verdad está en la centro-derecha, aunque no se haya dado cuenta. La verdad es que no es su culpa estimado lector si usted aún no se ha dado cuenta de lo que estoy diciendo, espero que pronto lo haga, pero somos muchos lo que estamos en proceso de deconstrucción, y tengo esperanza en que notas como esta, y varias del Mendo, puedan inspirarlo.
También nos señala nuestro crítico más acérrimo que varios de nosotros no somos periodistas. La verdad es que no sé quiénes son periodistas y quienes no. De hecho, justamente la sección Mendoza Escribe tiene muchísimas notas, y ahí es todavía más difícil calcular la profesión de cada quién. No obstante, sí sé que varios de los autores somos personas que escribimos de manera profesional. No somos pocos los que hemos publicado libros. Pero ese no es el punto. El Mendo es de los mendocinos que lo leen más que de los que escribimos. Porque el contenido generado no tiene sentido si no conecta. Y no siempre necesita generar risas escandalosas. Pero nos vincula. Debo concederle que puede ser que algunas veces escribimos de una sentada, por impulso y por ganas irrefrenables. Como estoy haciendo en este momento. Pero lo hacemos porque nos gusta, y porque encontramos un espacio donde podemos hablar de lo que queramos, y nos lo tomamos en serio.
El Mendo ha ido cambiando con el tiempo, como cambian las personas y cambia la sociedad. Lleva 10 años presente en los medios, y es lógico que algunos espacios funcionen y otros no, como el caso de la radio. La mayor parte de este tiempo fui lectora. Y la rutina de leer alguna nota mendolotuda me conectaba con mi gente, me hacía reirme de mí misma, y hasta me daba tema de conversación con las personas que más quiero. Se generaron debates en la mesa familiar en torno a conceptos propuestos en el Mendo, donde a nadie le importó si faltaba una tilde por aquí o por allá. Eso no quita que ahora que escribo trate de enviar mis textos pulidos por respeto a los lectores, pero la clave, aquí, es que es un espacio donde podemos ser irreverentes. Lo cual es una sociedad tan conservadora y cerrada y careta como la mendocina, es una bocanada invaluable de aire fresco.
Sobre los títulos de las notas, creo que es posible que la crítica tenga sentido. No sé si es una razón para que a alguien le de asco nuestro aporte a la cultura mendocina, pero sí tiene algo de cierto. Es verdad que no siempre los títulos son coherentes con el contenido del texto. Personalmente yo tengo algunos problemas con encontrar títulos adecuados, pero confío en los actos de fe de los lectores, que ya nos conocen, aunque usemos pseudónimos. Por otro lado, el tema de que el título prometa mucho más de que efectivamente la nota ofrece, no es algo inusual en los medios. Y los que le tenemos cariño al pasquín incluso enfrentamos la decepción con simpatía. Porque son cosas que podemos hacer, y hacemos en el Mendo. Siempre abrir una nota es una predisposición del ánimo a pasar un buen rato.
Sobre el supuesto humor imperativo de las notas, pues no está porque ya no es requisito que esté. Es cierto que varios asociamos al Mendo con el humor desenfadado, pero la verdad es que hay categorías como “terror”, “vivencias”, “filoflash” y “política” que no prometen carcajadas en sus notas. Pero existen porque también son parte de la experiencia humana. Nadie está obligado a leernos, pero si la gente nos lee, es porque lo que hacemos les hace sentido. El tiempo es finito para todos. Es un orgullo que tantos mendocinos y mendocinas dediquen parte del suyo a seguirnos en nuestras reflexiones.
De hecho, en estos meses inusitados de encierro, varios hemos utilizado el Mendo para compartir nuestras reflexiones. Y una vez más, recordarnos que no estamos solos. No están solos nuestros lectores, porque lo que sí comparten las notas, es que son expresiones de nuestra identidad. De lo que es ser mendocino. No en sentido totalitario. No son las únicas formas de ser mendocino o mendocina, tampoco son las formas en que los mendocinos deberíamos ser ni aspiramos a ser ni decimos en voz alta que somos. Y este espacio para la resistencia, para animarnos a compartir nuestras visiones del mundo, y nuestras historias, estoy segura de que será estudiado dentro de varios años como expresión de la cultura que nos rodea.
Por último, quisiera agradecer a Enrique Rosi por su nota. Justamente su crítica me hizo acordarme de las razones por las cuales me siento orgullosa de participar en este espacio, y le tengo cariño. La verdad es que supongo que así como a mi me dieron unas ganas locas de saltar a defender al Mendolotudo, le debe haber pasado a todos los que alguna vez integramos el staff, y probablemente también a varios de nuestros lectores, pero eso no quiere decir que lo que tengo que decir no importe o no sirva, y esa enseñanza, se la debo al Mendo.
«estamos en proceso de deconstrucción» «mendocinos y mendocinas» AAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
El Mendo, Dr Bomur o quien sea el dueño de este pasquín alguna vez interesante, por incluir a estos mamertos, o debería decir mamertes, es que el pasquín se hunde como la confianza en el gobierno de Alverso.
Recuerden, por ver de todo, terminamos acostumbrándonos. Por acostumbrarnos a todo, terminamos tolerándolo. Por tolerar todo, terminamos pensando que está bien. Rajen a estos progrelotudos