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Cuando no todo lo que brilla es oro

Hoy quiero contar algo que pocos saben. Es algo que pasa muy de vez en cuando pero justo a mi me pasó y después de llorar desconsoladamente, aceptar todo y reírme de la historia, puedo contarla.

Tenía sólo 17 años, estaba en el último año de la secundaria y transitaba esa época de la vida en la que sólo querés ponerte en pedo todos los días con tus amigos pero también te gustaría tener una linda compañía amorosa.

Había ido al cumple de una amiga de mi mama, uno de esos cumpleaños embolantes que a nadie le gusta ir y menos a esa edad. Mientas charlaba con mi hermana y comía como cerda para evitar el aburrimiento, aparece un flaquito que no daba más de lindo: tenía unos 19 años, buena onda y cada tanto se tiraba una mirada a lo Sandro que me derretía. Resulta que el hermoso puberto era el mejor amigo de la hija de la amiga de mi mamá. Como los viejos hablaban, los chicos jugábamos al Pictionary. La noche pasó en dos segundos de lo bien que la pasamos.

Llega la mañana y, como buena stalker, encontré su face y lo agregué. Empezamos a hablar pero muuuy de vez en cuando, hasta que por fin llegó el día: me invitó a salir.

Con su corta edad, ya era súper independiente y tenía hasta su auto para pasarme a buscar. Yo chocha. Fuimos a la Arístides y hablamos de todo. Era muy delicado para tratarse, atento, sensible y además, no se quejaba cuando me paraba para ver vidrieras, es más, miraba los mismos zapatos que yo. Desde ese día empezamos a salir.

Con Ignacio nos veíamos todos los días o día por medio. Era algo estable pero todavía no teníamos el «título» de novios. íbamos a cenar, a bailar (con 17 años sólo entraba en Alquimia) y también nos dábamos nuestro espacio personal: yo salía con mis amigas y él con su mejor amigo. Mis amigas estaban contentas por mi, sólo que había algo de Nacho que no les gustaba, pero no me querían decir qué. El mejor amigo de él me amaba, justo empezamos a trabajar juntos y me llevaba más que bien, además era gay así que hablamos temas de mujeres y lo trataba como a mi mejor amiga.

Un día, Ignacio me cuenta que iba a salir a bailar con amigas y que iban a Estación Miró o a Queen. Al principio me pareció raro pero me aclaró que frecuentaban seguido esos lugares y que les gustaban. ¿Como le iba a prohibir que fuera? Naaaaa, me parecía genial que fuese tan open-mind.

Llega navidad y mi bombón cayó con tremendo regalo, encima también le había comprado algo bonito a su mejor amigo, lo que me pareció super tierno. Se hicieron las doce y Nachito me dice que va a saludar a su mejor, Alan. Yo esperaba que se quedara conmigo como me había dicho o de última que fuera a saludar a la madre, pero dijo que Alan se estaba enojando porque no estaba con él. Me ase y por una semana no quise mucho contacto.

Al ver todos los días a Alan en el trabajo, le comentó que su amigo no me llamaba y que sólo me había dicho que andaba sin celu. Alan me mira con ojos de plato y me dice: “¡Ay que tontito! Ahora lo llamamos”. Y resulta que el boludo si tenía celular pero sólo queria hablar con su mejor amigo. Al cortar, Alan me dijo que seguramente me estaba haciendo una joda porque Ignacio era un chico bueno, centrado, amable, atento, educado, bla bla bla. Ahí entendí todo. Alan estaba enamorado de Nacho y Nacho de Alan. Al ser una chica bien, me había usado de antifaz ante su familia, quien nunca lo aceptaría siendo homosexual. A esa altura ya estábamos de novios hacia sólo un mes, pero llevábamos cinco meses juntos y por cinco meses me había usado. Mi novio era gay y yo lo había estado negando todo el tiempo.

Hoy en día no hay rencor, Nacho sigue siendo mi amigo y hace varios años que esta de novio con Alan. Sinceramente, son la pareja más linda que he visto en toda mi vida.

Escrito por Karina para la sección: 

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