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Esa extraña sensación de meternos en la piel de un personaje de videojuegos

Hay cosas que nos hacen poner la piel de gallina y no entendemos porque. Te sucede con la música en momentos especiales, con una película, pero también nos pasa con los videojuegos, especialmente a los gamers de pura cepa. Aquellos que venimos de las generaciones pasadas, donde éramos fáciles de sorprender.

El paso de los 16 BITS a la era de la PlayStation y Nintendo 64 era un constante orgasmo visual, sonoro y de momentos únicos. Pasamos de recorrer un ilimitado mundo de plataformas a abrir puertas, utilizar Ítems, asustarnos y maravillarnos con sound tracks exclusivos. Ya no era el típico tema MIDI, cada juego tenía su dedicación en lo musical, cada juego tenía su presentación en CGI, los juegos en si tenían mucha dedicación  y tiempo invertido para que tengas la mejor experiencia.

¿Cuál es esa sensación en mi cuerpo? Esa respuesta va en cada uno, en lo que juega día a día o en el momento que puede, esos momentos que vas avanzando en el juego y te quedas con la boca abierta y decís: ¡WOW! ¡Mirá eso!, mirá donde estoy y lo que estoy haciendo, y te encontras muchas veces solo sin compartir ese momento.

Te sentís parte del personaje que usas, volves a ser un púber que te encantaría tener esas Blades of Chaos en los brazos, reventar dioses por todo el Olimpo, ser un saqueador de tumbas como Lara Croft, ser un negro gangster en San Andreas, ser el mejor luchador, el mejor tirador o el mejor Mario Bros de todos. Estás en tu habitación o sala de juegos con tus auriculares o sistema de sonido personal sintiendo que lo que estás haciendo es ver una película o sos parte de esa historia. Acá no importa la exclusividad o si tenes consola o PC, lo que importa son las sensaciones que te hacen vivir los flacos que se rompen el lomo haciendo un juego, ahí está la clave, hace poco tiempo viví la experiencia de jugar un juego llamado: Hellblade.

Está bien si lo ves con ojos “críticos” y te pones a analizar cada boludez que te puedas plantear, vas a terminar llegando a la conclusión que es un simulador para caminar, pero lo que me generó a mí fue otra cosa y ahí creo que está la clave del éxito, desde su inicio hasta el final del juego, estuve prendido como si tuviese 15 años. La historia espectacular vikinga, el problema planteado en la época que se desarrolla el juego, los gráficos increíbles, los lugares por donde recorrías tu historia y el personaje en sí, la verdad, que me puso piel de gallina varias veces. Lo que más tengo que destacar fue el gran trabajo de sonido realizado. Si jugas Hellblade con auriculares vas a sumergirte aún más en esta locura que realizaron sus desarrolladores, creo que este título es un buen ejemplo para abordar este tema.

También podemos rescatar títulos como la saga del God of War. Hasta el día de hoy mi preferido sigue siendo el 2, o sea ya arrancar como Dios de la guerra, luchando contra el coloso de Rodas, luego ser asesinado por el mismísimo Zeus y escapar del infierno, no tiene precio. Este tipo de juegos y laburos hacen que nunca deje de ser fiel a mis principios y seguir disfrutando cada día lo que es sentarse cómodamente a jugar una buena campaña con una buena historia , personajes sólidos y un trabajo excepcional.

Todo título tiene su “algo” especial, obviamente no todo es bueno en la viña del señor, nos vamos a encontrar con cada fiasco que no te va a durar ni 5 minutos, juegos con poco corazón y sentido, como también te podes cruzar con juegos de mente, puzles que no te generan nada pero te dan una diversión momentánea. Aunque a mucha gente le gusta jugar multiplayer y lo disfrutan todo el tiempo, a mí me gusta siempre tener una historia, algo que llevarme a la mente y poder recordar un buen momento. Porque son esas experiencias las que te tocan fibras sentimentales, además de la adrenalina. ¿O no lloraste con la muerte de Dom en Gear of Wars 3?

Y a vos, querido gamer, ¿qué personaje te pone la piel de gallina?

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