/Amantes (una nota hot para arrancar el año)

Amantes (una nota hot para arrancar el año)

Sedienta por sus besos y anhelando ser suya una última vez, corrió a buscarlo.

Ansiosamente él la esperaba en la puerta, al verlo su corazón comenzó a latir furiosamente.  Deseaba sus besos con desesperación. Anhelaba sus caricias con locura, pero él solo pensaba en un castigo, un correctivo apropiado. Ella se había olvidado  que era suya, pero a ella el miedo la atormentaba día y noche  no podía escapar de él.

Cuando pidió verlo  pensaba cual será el correctivo apropiado

-pensó: ¿si empiezo sin hablar?  Empezar de una, no darle los mimos que la tienen acostumbrada, nada de caricias, ni besos ricos. Cuando ella llego lo hizo; la tomo por detrás y la desnudo, quería azotarla, pero  que fuera un castigo  y a la vez un placer. Que ambos disfrutaran el castigo.

-¿cuantos azotes serían necesarios? ¿Y si me paso?

-¿cuán fuerte los aguantara?

-¿hasta qué punto disfrutara? deseaba que fueran más de diez pero ella se saco la ropa cuando se lo pidió,  acepto el castigo, hubo uno que otro en forma intencional. Fuerte, pero no dijo nada, le pidió que los cuente, y lo hizo sin rezongar, quería mas , pero solo se merecía diez.

Ella supo que al entrar a la habitación  no había vuelta atrás, su silencio y seriedad le preocupaban, la angustiaban. Deseaba desahogarse entre sus brazos, cuando solo sin mediar palabras la desvistió, sin decir nada concluyo la tarea, siguiendo cada uno de los pasos que él dictaminaba

Subió a la cama y espero paciente el primer chirlo, sintió que los músculos de sus piernas se tensaban, él  acometió una y otra vez, cada chirlo iba con firmeza sobre cada nalga 1, 2, 3, 4,5, repetía ella cada golpe. Su voz se mantenía fuerte y segura; sabia que eso lo volvería loco.

Fue tan así que noto en sus ojos la desesperación, por su tardanza. Sabía que la deseaba, y ella se sabía deseada y eso los excitaba aún más

Ella solo deseaba ser suya, se sentía más nerviosa y ansiosa que la primera vez que estuvieron juntos. La penetro con voracidad, sintió su sexo reventarse dentro suyo, clamaba el deseo de su miembro moverse para así sentir el pleno goce del placer que él le producía. Quería besarlo que la posea con pasión y desenfreno.

Su movimiento al comienzo fue lento, casi rozando sus cuerpos, mientras ella aturdida por sus sentimientos se dejaba llevar. Él le  hacía el amor como jamás lo había hecho antes, presintiendo y temiendo  a la vez ese temor a perderla, la deseaba solamente suya y de nadie más.

Se lo recriminaría si lo abandonaba, pero decidió ser más suspicaz y darle la oportunidad de marcharse.

Recorrió su cuerpo desnudo, su piel blanca le fascinaba, la beso cada centímetro. ¡Esa mujer lo volvía loco! Su manera de ser en la vida y en la cama tan opuestas era lo que deseaba, sumisa y rebelde.

Giro su cuerpo, colocándola de espaldas, levanto su pelvis un poco, le susurró al oído. “serás completamente mía” y ella entre ansiosa y jadeante solo dijo ¡sí!  Separo sus muslos con cuidado y mientras su mano acariciaba su vulva húmeda de deseo la penetro. Un dolor raro, extraño y dulce le invadió el cuerpo. Sabía lo que estaba haciendo. Ese hombre conocía cada movimiento a la perfección. Su cuerpo comenzó a agitarse, jamás había jadeado de placer, debió aferrarse al colchón por que sentía que su pecho iba a estallar.

Le pidió algo al oído  en sus casi 30 años jamás había llegado al clímax, y él deseaba que ella experimentara todo,  la volvió a su lugar, se aparto de ella por un instante.

Sin entender nada lo miro. Supo que la deseaba aun más, que el fuego se había elevado por demás, subió a su miembro, se dejo invadir otra vez, pero en esta oportunidad ella tenía el control  y la llevo a cabalgar en su cuerpo.

Se deseaban cada segundo más, el sudor de sus cuerpos ya se había fundido, sus sexos eran ríos de placer, él rueda sobre ella dejándola indefensa, sin escapatoria, ella agitada solo deseaba sentir el placer pleno de su miembro llevándola al más allá. Se aferro a su cuerpo como el águila a su presa, su respiración agitada sobre su cuello la excitaba mas, estaba por suceder y no pudo evitar gritar de placer.

El al final la supo completamente suya, sabía que había ganado la batalla. El victorioso, concluyo su trabajo, ella lamio el sudor de la victoria, la bebida magnánima de estas luchas.

Ambos satisfechos de placer, se rindieron en un mar de caricias propuestas por ese después, las horas habían pasado raudamente, ninguno de los dos recordó el tiempo. Pero la noche se acercaba y ambos debían regresar a sus vidas.

Escrito por La Dulce Eva para la sección:

ETIQUETAS: