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Si Argentina aprueba la pena de muerte

Hoy vamos a dejar de lado las leyes, porque de todas formas nunca están del lado de “los buenos”. Aunque paradójicamente estemos pensando en terminar con la vida de un ser humano, culpable o no ¡Alguien tenía que pagar! Y seguimos cuestionando, vivimos para eso.

Conocemos todos y cada uno de nuestros derechos, pero no queremos estar al tanto de nuestras obligaciones, de hecho cuando vas a votar no lo hacés conscientemente pero no te culpes, el argentino promedio es igual. Pero ¿Vos qué hacés para que el país sea distinto? Ah, bien ¿Exigir la pena de muerte? Entonces vamos a lo nuestro:

La justicia no existe, entonces prima el morbo colectivo de querer hacer justicia por mano propia, acabando con la vida de algún que otro hijo de puta que no vale nada; porque sin pensarlo dos veces asesinó a tu hijo, le dio un tiro a un amigo o violó a tu hermana. Ellos merecen morir también “porque la justicia y las leyes argentinas son una cagada”, decís, mientras pagas en negro, estacionás en doble fila y te importa un carajo el que va atrás tuyo, vas hablando por teléfono y fumándote un pucho mientras el semáforo te dio la señal amarilla y sabés que no vas a llegar, pero vos acelerás y finalmente pasas en rojo, o por ahí no, te cayó la ficha de que vos también podés morirte y frenás con todo el potencial que tus cubiertas te permiten y te chupa un huevo la senda peatonal.

Igual todo lo que nombramos anteriormente no es el punto, acá en Argentina pasan cosas peores. Bueno, les daremos el hipotético gusto por un día: Matemos al que mató, violó o robó. “Esa rata no le hace más mal a nadie” y… en algún punto hasta tenés razón, porque estaría muerto y por el momento no creemos en la resurrección.

Pero Argentina, además de tener una justicia pésima donde importa el “cuánto tenés, cuánto valés”, accionaría exactamente con ese poder en sus manos. Y el poder puede ser oro o barro.

Y, como siempre, la clase menos privilegiada, “los menos” (que en realidad somos “más”) seríamos los principales perjudicados. ¿Ustedes imaginan a Daniel Vila yendo en cana y tras un juicio justo ser ejecutado por alguna estafa a la provincia, o al país? ¿No? Nosotros tampoco. Pagaría sus culpas algún perejil, porque nadie se escapa del poder, de la guita que mueve al mundo, que nos mueve a nosotros que no podemos tomarnos un taxi sin tener que decidir si hacerlo o guardar la plata para la cena.

Efectivamente este país no está capacitado para matar gente “culpable”, porque aunque soretes sobran, pero también hay perejiles que se venden, porque todos tenemos un precio.

Yo no estoy dispuesta a dejar la vida de personas que puedan ser inocentes en manos de jueces cometeros y codiciosos, porque más allá de lo que vos decís: “una laucha menos”, también ejecutarían a algún inocente y el verdadero culpable estaría en su casa de varios ambientes, sentado en su sillón que no habla español, limpiándose la culpa con un billete de 500 pesos que vos solo has visto en fotos cuando vas al banco.

No estamos dispuestos a cargar con esa culpa porque tenemos fe en que las cosas pueden cambiar y no, no hablamos de “ese cambio” sino de uno de verdad, positivo y que nos incluya a todos. No dejaríamos la vida o muerte en manos de personas que no saben votar porque suplen la razón por el odio. ¡Nosotros no!

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