Esta es una carta que pensaba, no ibas a leer nunca. Mi psicóloga me lo había propuesto como un ejercicio: tenía que escribir lo que sintiera, cada una de las sensaciones que tuviera, todo lo que nunca te había dicho y creía necesario que supieras. Después de hacerlo leerla, una, dos, las veces que hicieran falta hasta sacarte de mi pecho y, finalmente, para matarte por dentro, prenderla fuego. Acabar con esa carta como alguna vez debí acabar con nuestra historia.
Hoy no tengo ganas de acabar con esta carta, hoy tengo ganas de acabar con mi vida. Vida que no vivo hace muchos meses, ocho para ser exacta y no creo contar con la fortaleza necesaria para vivirla mucho tiempo más. Aunque paradójicamente haya dejado de hacerlo hace mucho tiempo. Como te han contado no la he pasado bien, tus amigos me escribieron varias veces porque en algunas fotos pudieron notar los casi 12 kilos que bajé cuando decidiste dejarme. 43 kilos no saludables me hicieron compañía durante los cuatro meses que duró mi agonía.
Salí con una persona, no me hizo bien, no es que haya intentado buscarte en él, pero no se te parecía en nada. No duró más de dos meses y te juro que no sentí nada. Eso me asustó, sentirme rota, averiada, que ya no iba a poder estar bien y ser feliz nunca. Eso es lo que me está llevando hoy a acabar con mi vida. Tengo miedo de no volver a sentir amor nunca, y en el fondo sé que no quiero sentirlo con otro, soy una cobarde y lo admito, no me voy a aguantar no ser feliz con vos, con tu amor.
Me decías que no podías salir conmigo porque no estabas bien emocionalmente, pero mis amigas se cansaron de verte con otras mujeres en diferentes lugares. Sin derechos te lo pregunté, una y mil veces me lo negaste y yo te creí, te creí hasta ayer mi amor. Hasta ayer que yo misma te vi cenando con otra mujer. Llamé a la sensación que me causó verte como “parálisis corporal”, porque no tuve fuerzas ni para gritar. Verte sonreírle como antes lo hacías conmigo, ver tu mano sobre la de ella fue mi dosis de veneno y en ese instante supe que yo iba a morir.
Los pongo en contexto: yo soy una paciente psiquiátrica, padezco toc y desde que mi ex me dejó quedé sumergida en una gran depresión que ningún “anafranil” o “foxetin” (drogas antidepresivas) lograron rescatarme. Mi ex me dejó por loca, mi ex me dejó por cagón. No se bancaba el amor que yo le tenía, mi ex me dejó por cagón. Y yo lamentablemente soy como él, soy como vos mi amor. No voy a soportar vivir esta vida sin vos, no soy tan fuerte como pensamos algún día y no vamos a tener esos hijos que alguna vez soñamos. Ya no.
Le pido perdón a los hijos que nunca tuvimos, a los invitados de nuestro casamiento que jamás va a realizarse y a las promesas de vivir viejitos juntos. Yo no quiero sufrir más y es por eso que prefiero dejarte ahora, esta es una carta anónima que vos no vas a leer, pero mucha gente sí. Perdoname por cargarte con el peso de mi muerte mi amor, pero por primera vez vas a sentir lo que padecí yo por dejarme por “loquita”. Y las pastillas que alguna vez mi psiquiatra me recetó para hacerme sentir mejor, son las que se van a encargar de quitarme la vida lentamente, durmiendo, para siempre.
Hasta siempre mi amor. Ojalá el cielo nos encuentre juntos…