La estación de año más esperada, para algunos, lo peor que les puede pasar, para otros, de todas formas el verano sigue dando el presente. Pasaron más dos meses desde que inició sus actividades y aún seguimos con vida.

Algunos psicólogos aseguran que las sociedades de regiones geográficas más cálidas son más felices. Pero ¿qué es ser feliz en verano? A ésta pregunta podría responderla con un “si estás en la playa seguro que lo seas”, si estás en la ciudad de concreto, trabajando todo el verano, no creo que seas tan feliz. Un caso particular es la ciudad de Mar del Plata en la costa de Buenos Aires. Sí ya sé que el mar en Argentina es frío pero es el que nos tocó y nos metemos igual, no jodamos.

La “ciudad feliz” comienza a perder su fuerza como tal cuando llega la “elite” de todo el país. Ese sector de la sociedad argentina, que sigue marcando una diferencia social, no solo con guita, sino con su discurso berreta hacia el sector oprimido, aplastado por un sistema que, potencialmente, en el contenido de lo que se dice está la cara oculta que se vuelve visible al instante que aparece un “cabeza”.

El discurso puede establecer líneas, imaginarias, que demarcan un adentro y un afuera. Estar adentro es pertenecer al sector elitista, es ir a las playas del sur, tomar un café sobre calle Güemes, es no ir a las playas del centro y tampoco a la histórica peatonal, ahí se concentran los “cabezas”, esos que “no son desarrollados culturalmente”- sic- (vieja y su familia tomando un café). Estar afuera es jugar en las playas del centro, comer una pizza en la peatonal, sacarse una foto con el lobo marino, ver algún show de artistas callejeros, ver travestis haciendo performance, pasear por la plaza de artesanos, conocer los olores de la ciudad de la costa.

Cuando la “ciudad feliz” se vuelve “infeliz” es por el contenido y no por la forma. Entonces, si estar afuera es ser “cabeza” me declaro como tal.

Escrito por Julius para la sección: