/Descubrimos el secretito de Martín Lubowiecki

Descubrimos el secretito de Martín Lubowiecki

La historia comienza hace un par de domingos mientras almorzaba fideos en la casa de mis abuelos. Resulta que hacía unos días habíamos salido en la contratapa del diario Vox Populi y yo andaba con una copia de la edición. La había llevado para mostrárselo a mis abuelos, quienes no entienden que es El Mendolotudo, que es un diario On Line y si siquiera que es Internet, pero ver escritos de su nieto en un “diario papel” ya eran palabras mayores.

El tema es que mientras ambos leían la nota la mirada de mi abuelo se posó sobre la foto de Martín Lubowiecki, que sale en el borde superior de la contratapa.

Olga – dijo mi abuelo – ¿ese no es el Ernestito, el papá de la Nora?

¡No Ñato! ¡Por favor! – Respondió mi abuela – ¿Cómo va a ser el papá de la Norita? Ese hombre ya debe haber espichado.

Pero miralo bien. ¡Bomuuuuuur! – Me llamo mi abuelo – ¿Este muchacho no se llama Ernesto?

¡Ñato no seas pesado! – lo calló mi abuela.

¿Sabes de que Ernesto hablo vieja chota? – le gritó mi abuelo

Si… el tío del Mario y más viejo choto serás vos – le contestó enojada mi abuela.

Martín se llama Lelo, Martín Lubowiecki – le dije.

¿Es doctor? ¿Su apellido es Molina? – me preguntó mi abuelo

No, es periodista y se apellida Lubowiecki no Molina – le dije.

¿Ves que sos un viejo choto? – le aseguró mi abuela y ambos siguieron leyendo la nota.

Ambos no, mi abuelo no dejo de mirar al Lubowiecki.

El tema es que después de almorzar mi abuelo se había desaparecido. No estaba en la cocina, no estaba en el living, no estaba en su pieza, no estaba en la vereda. Lo llamamos a los gritos hasta que se escucharon las contestaciones desde el fondo, desde la despensa de la casa.

¡Yo sabía que era el Ernestito! – volvió agitando mi abuelo desde la despensa. Traía una caja de cartón viejísima.

¿Qué pasó Lelo? – le dije.

Que yo sabía que ese de la foto era el Ernestito, mi amigo, el papá de la Nora. Mira pibito, mira estas fotos – Me dijo mi abuelo al tiempo que descubría la caja de cartón.

Fue entonces cuando me llevé la sorpresa.

Mira mira, ese es el Ernesto. Acá está con su familia. Su señora la Pochi y sus hijos el Bruno, el Juan Carlos y la Norita – señaló mi abuelo.

Mira esta otra, esta la saque yo con los muchachos del barrio. Ahí lo tenes al Ernesto, el de al lado es el Pelado Camargo y ese viejo era un profesor nuestro. El Profesor Ramirez. Estábamos en el bar del barrio – recordó mi abuelo.

Y esta es de unas vacaciones en Uropa, al Ernesto le encantaba Uropa y como yo no conocía me regaló esta foto. Acá está con su familia, se había llevado a su mamá la Gladis y a la Elsa, la señora que le cuidaba los niñitos – me marcó mi abuelo. Yo estaba asombrado y mensajeando a Conep.

Apenas llegué a mi casa lo llamé a Conep y organizamos “reunión urgente”. Me llevé las fotos y antes de mostrárselas nos pusimos a hablar.

Che Conep, ¿Cuántos años tiene el Lubowiecki? – le dije.

No se, pero no debe tener más de treinta y cinco – Aseguró.

¿Viste que parece que está siempre igual? – le pregunté.

Si culiado, parece eternamente joven – me dijo.

Eternamente joven – pensé. Como Highlander. Ese pibe tiene algo raro.

¿Qué? Facha… eso tiene envidioso – me dijo.

No boludo, además… desde que tengo uso de razón que el Lubowiecki está igual culiado ¿Vos te acordas cuando salía en el noticiero nueve? – le pregunté.

Si – me aseguró.

Bueno loco, está idéntico. Paso hace varios años y el tipo está exactamente igual – le dije.

Se debe bañar con formol – me dijo jactándose el Ingeniero.

O quizás es un Highlander – volví a embestir.

¿Vos sos pelotudo o tus abuelos son primos? ¿A que queres llegar con esta boludes? ¿Sabías que me estoy perdiendo los Simpsons por estar acá hablando sandeces con vos? – me increpó.

Loco, me parece que tenemos la investigación y la primicia del año. Hay algo raro en el Lubowiecki. Lo descubrió mi abuelo – le dije al tiempo que sacaba la caja vieja de la mochila. Mirá estas fotos y me contas. Son de un amigo de mi abuelo – le dije enseñándole las fotos.

Conep se quedó boquiabierto, no lo podía creer.

¡No puede ser culiado! – me dijo y al toque nos pusimos a googlear al Lubowiecki. Empezamos viendo sus fotos en la tele, sus fotos en la radio, sus fotos en algún evento, pero nada raro. No tenía sentido lo que estábamos haciendo. ¿Cómo arrancábamos? ¿Dónde buscábamos? Comenzamos a investigar su apellido, lo desglosamos, lo traducimos, le cambiamos el orden de las letras, lo leímos de atrás para adelante, de arriba para abajo, de pies a cabeza. Pero después recordé que mi abuelo había hablado de un apellido “Molina”, no de Lubowiecki. Nos estábamos volviendo locos.

No usa siempre el mismo apellido – le dije suspicaz a Conep

Che ¿y si solamente es un chabón parecido? – me dijo.

Es mucha casualidad… ¿Por qué no buscamos fotos viejas a ver si vemos algo? – le dije y una luz de esperanza bañó nuestras sienes.

Buena idea Bomur, a ver… probemos con algo viejo, probemos con jeroglíficos egipcios – me dijo Conep al tiempo que se calzaba sus gafas de chicato buceador de Internet.

Y fue entonces cuando casi se nos estalla el corazón. Nos quedamos perplejos con lo que vimos, no lo podíamos creer. Comenzamos por la foto de los jeroglíficos y empezamos a buscar otros sucesos históricos y ¡ahí estaba! El muy culiado. Ahí estaba en todos los eventos, en todas las épocas. Lubowiecki es un Highlander, no se baña en formol. ¡Lo descubrimos! Le llamamos al Marcelito Ortiz pero se nos cagó de la risa, nos dijo que éramos unos drogadictos, que le aflojáramos a la frula porque nos íbamos a quemar. Le llamamos a Mur y nos dijo que si no era él el Highlander ni le calentaba la primicia. Le llamamos a Hidalgo y nos dijo un aforismo y nos cortó el teléfono. Rudyk y Jerez tenían los teléfonos apagados y todas las chicas periodistas nos tienen bloqueados por pajeros. Entonces decidimos igualmente hacer público nuestro descubrimiento y mostrarles a todo el mundo el secretito del Martín Lubowiecki, o sea Highlander.

Acá vemos como lo están momificando los egipcios y él muy cancherito dejándose tocar el ombligo por una mina mientras otra le está por dar una cachetada en la pinchila.

Acá está en el magnicidio de Julio César segundeando a otro para darle masa al pobre cristiano.

En día que los indios se rindieron ante Estados Unidos también estuvo. Acá vemos la formación de izquierda a derecha, arriba: Burro Matado, Emo Aborigen, Viejo Feo, Escroto Lampiño, Sandro Cheronka, abajo: Fuma Rama, Quema Opio, Toro Sentado, Martín “Highlander” Lubowiecki y Manso Pancho.

Encontramos esta foto de la construcción de la torre Eiffel y cuando acercamos el zoom pudimos ver a un Lubowiecki de bastón muy pituco el turrito.

En esta imagen vemos a Pancho Villa y Emiliano Zapata en la silla presidencial, pero si observamos a la derecha, bien de coté, aparece un Lubowiecki tirando rostro.

Mientras Lenin les da un discurso a las tropas Bolcheviques, un despistado Lubowiecki es capturado mirando a la cámara.

¡Esta es tremenda! En el histórico asesinato al presidente Kennedy podemos ver a un Lubowiecki preso del pánico y la confusión en el parque de Dallas.

Nos volvemos menos años en el tiempo y vemos a un Lubowiecki alemán agitando los trapos durante la caída del muro de Berlín. Ahora nos cae la ficha de la vez que le encontramos en su escritorio un pedazo de ladrillo. ¡Era de esta pared cancherito de mierda!

Ahora lo sabe todo el mundo, ¡te descubrimos pillín! No es formol, no son cremitas Anti Age, no es dieta alimienticia ni vida sana, no es deporte, no es nada. Te descubrimos. Estas en el horno Martín Highlander Lubowiecki.

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