El morbo es curiosidad, es el deseo de hacer algo que no está del todo bien, es desobedecer a la razón-según Plutarco- es ese algo que nos llama a abrir ese link, a mirar esa imagen con detenimiento. Morbo es esperar a que todos se duerman en casa para tocarse, es ponerte los auriculares para ver una porno o un video que te mandan al grupo. Es que suceda un accidente y salir a mirar o entrar a la página “Rotten” -que tuvo mucho auge entre el año 1996 y 2000- para mirar su contenido. Morbo es el proceso, esos segundos que nos lleva a decidir hacer algo que socialmente está mal. Porque si nadie nos hubiera retado por hacerlo, no tendría sentido.
Hace tiempo atrás quise armar una nota que para mí estaba cargada de morbo, y se la reenvié a un colega para su revisión, que en su devolución me envió lo siguiente:
“Para el morbo, el lector tiene que saber lo que pasa, y mirar a la protagonista en esa entrega lenta y dubitativa que tiene la incursión de nuestros morbos. Esa mezcla de pasión y miedo que se siente al decidirnos a acceder a ellos. El morbo tiene que acompañar al lector a entrar en él, porque ese es el morbo, más que lo que el morbo sea en sí mismo. Es la decisión de animarse a algo que sentimos que no está bien pero nos emborracha de calentura, nos pierde. Es algo que sentimos que hacerlo no es del todo o para nada sano. Después el morbo propiamente dicho es secundario. ( …) También exige la descripción fáctica y concreta porque el morbo es un proceso, consiste en el proceso, de eso se trata. Es más femenino que masculino. Y está más cerca de la necesidad especial de la psicopatía que del erotismo, le da más placer la perversión que la sexualidad.”
Marcos Valencia.
Si está más cerca de la necesidad de la psicopatía y le da más placer la perversión y según la Real Academia Española es una enfermedad, ¿estamos todos enfermos? ¿Vivimos en una sociedad enferma? ¿Quién está completamente sano?
En el morbo se cruzan dos pilares de la psiquis: La muerte y el sexo. El sexo con sus parafilias y la muerte con su campo semántico, el degrado y la violencia.
Fetichismo. Voyeurismo. Necrofilia. Exhibicionismo. Sado. Pedofilia. Zoofilia. Videos snuff. Snuff con necro-pedofilia. Porno. Hardcore. Videos crush. Todos términos que nos provocan espanto –algunos desconocidos– hasta fruncimos el entrecejo, horrorizados con lo que leemos pero lo cierto es que lo consumimos a diario sea en el mundo del cine, en películas como “El juego del miedo”, “Destino final”, “Hostel”, “Carne” –de Gaspar Noé, director y guionista argentino- o por los medios masivos de información.
“Más allá del deber ser, de las discusiones respecto del rol que los medios de comunicación deben tomar en una sociedad, su función como informadores y formadores y la deontología mediática, es difícil negar el hecho de que los medios masivos, y especialmente la televisión, se encuentran empeñados exclusivamente en la tarea de entretener. No quedan dudas de que la razón de ser de la televisión se encuentra en la lógica de mercado y sus contenidos son creados a la medida de las necesidades del marketing y la publicidad. Ahora bien, si el imperativo de la televisión actual es entretener a toda costa y llevar esta lógica del divertimento y la distracción a cada uno de sus productos, debemos analizar de qué manera los programas periodísticos construyen la noticia para cumplir esta doble función de informar y entretener.
Por ello, sostenemos que los medios masivos, particularmente la televisión, han sabido construir un modo de enunciación muy propio, que se hace particularmente visible en los informativos, que consiste en crear un núcleo morboso al interior del discurso, mostrar aquello que no debe ser mostrado, trabajar con lo obsceno y con lo que se supone privado. Han encontrado motivos suficientes por los cuales el morbo resulta una actividad que acapara nuestra atención, nos resulta atrayente, adictiva y no requiere la puesta en funcionamiento de habilidades o capacidades para ser consumida ya que apela directamente a lo emotivo, sin necesidad alguna de procesamiento racional. Entretenimiento atractivo y fácil de consumir.
Más allá de lo que ocupe la pantalla en un momento determinado, siempre estaremos consumiendo la misma noticia, ya que a todas las iguala este contenido impúdico, que muestra lo que se supone reservado a la intimidad.”– dice Juan Pablo Schneider, en un informe realizado por la Línea de Jóvenes Investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA en el año 2009.
“Una explicación posible y ampliamente aceptada por el psicoanálisis ante el fenómeno del morbo nos habla de la atracción por lo desconocido, aquello que desborda la experiencia humana, pero que a la vez lo enfrenta con lo más perturbador. De esta manera, la muerte es a la vez lo incomprensible e inalcanzable desde la razón y algo que todos inevitablemente experimentaremos llegado el momento. Freud trabaja la pulsión de muerte en “Más allá del principio de Placer”, donde habla de la tendencia a repetir y recrear hechos desagradables o traumáticos, en una supuesta búsqueda de equilibrio en las tensiones.” Sostiene Schneider en su texto que, si bien es de algunos años atrás, los principios que analizó no han tenido mucha variación.
¿Es este morbo que nos ofrece la sociedad – invadiendo nuestros hogares, volviéndose cotidiano y que consumimos a diario – una especie de placebo para nuestras necesidades, enfermedad tácita o deseos ocultos?
Cuando entendemos que el morbo está en absolutamente todos lados, nos sentimos menos culpables. Es inevitable y buscamos ese falso consuelo en saber que no somos los únicos que lo padecemos y nos lavamos las manos, de última “yo no redacté la noticia”, “Yo no grabé el video”. Pasamos a verlo normal, lo compartimos y lo hacemos viral.
Nadie está libre de esta insania y hay hasta quienes la disfrutan. ¿Está mal consumir porno, excitarme mientras escribo las notas, mirar mientras me sacan sangre? Soy partidaria de que todo se puede disfrutar siempre y cuando la situación no nos domine, ni lastime a nadie.
“Ningún artista es morboso. El artista está capacitado para expresarlo todo.”
Oscar Wilde.
Con fragmentos del trabajo de Jóvenes Investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
La maestría para meter dos temas en uno. Excelente.
Muchas gracias Zippo!
Me parece que una buena pregunta sería: ¿Dónde está el límite? O, dentro de lo morboso, ¿dónde comienza lo patológico? No creo que esté mal consumir porno, ni que seamos unos enfermos si lo hacemos. Pero sí creo que las altas frecuencias de consumo o la preferencia de ciertas categorías, podrían ser alarmas de una patología importante. Alguien que siempre prefiera ver videos relacionados con la pedofilia, y se regocije con ello, creo que tiene un gran potencial de insensibilidad hacia el abuso infantil, y eso estaría dentro de lo patológico, como así también cierto sadismo que implica el placer de infligir dolor al otro pero de forma sanguinaria, donde haya una extrema crueldad física. Por lo demás, creo que el morbo es sano mientras rompa con los prejuicios.
Por otro lado no creo que el morbo sea más femenino que masculino, como asegura Valencia, no distingue sexo, todos somos morbosos de alguna u otra manera. En lo personal relaciono lo morboso con lo desconocido, por ejemplo cuando nos sentimos atraídos sexualmente por una persona, es porque nos atrae aquello que esconde y no tanto lo que muestra.
Un tema super interesante, Mina, da para hablar mucho más.
Queridísima Lore, cuando digo que el morbo es más femenino que masculino no me refiero a que se da más en un sexo que en otro, sino que tiene características femeninas en cuanto a que la validez del morbo se da por el proceso de una acción y no por el fin en sí mismo. El morbo se nutre de una condición en el proceso de una acción común, como por ejemplo, que la mujer se disfrace de enfermera. El acto siempre es el de la relación sexual, lo que el morbo solicita son condiciones del proceso de esta acción.
Sobre la supuesta «salud» de romper prejuicios, te recuerdo que la pedofilia, además de un delito, es necesariamente un prejuicio. No todos los prejuicios (juicios preconcebidos) son malos, mi queridísima amiga. Tampoco creo que todos los morbos (perversiones más o menos comunes) sean aprobables.
Después de esto, lo que quieras.
Primero: verás lo valioso que es argumentar y no decir a la ligera de que es más femenino que masculino, porque me figuré justo eso, que te referías a que se da más en las mujeres.
Segundo: Sobre la morbosidad sana o inofensiva, no me refería a la pedofilia. Puse punto, pasé a otro tema, debería haber puesto punto y aparte. Además no sé a qué te referís con eso de que la pedofilia es un prejuicio. ¿En qué sentido lo es? Yo me refería, con respecto a los prejuicios, que no todo lo morboso es malo o prohibido o pecaminoso. Que muchas veces es un componente valioso en la sexualidad.
Tercero: «Después de esto lo que quieras», frase con alto contenido de soberbia, mi queridísimo.
Queridísima Lore: Primero, estoy seguro que fue lo primero que te figuraste, tal vez debiste haberte tomado un poco más de tiempo para seguir figurandote oooootra posibilidades, y no opinar de lo primero que se te viene a la cabeza.
Segundo, un prejuicio es un juicio preconcebido, no todos son malos, lo malo es quedarse con el juicio preconcebido y no preguntarse el por qué pueda ser malo… o bueno.
Tercero, la humildad es la verdad, sin adiciones ni mentiras. No hay soberbia en mi frase, sólo te desafían mis palabras y eso te hizo sentir vulnerable. No hay que confundir soberbia con robustez. Ni belleza con inteligencia. Ni soda con agua con gas. No todo es lo mismo, mi queridísima Lore.
¡Ohhh, qué comentario tan brillante! ¡Un derroche de genialidad! Sobre todo la maestría con la que ampliaste tu comentario anterior. Gracias por volverme a dar la definición de «prejuicio», no la conocía.
«La humildad es la verdad», otro concepto que lo tenía equivocado. Siempre pensé que la humildad era no creerse nunca el poseedor de la verdad y respetar las opiniones de los demás. Lo bueno que ahora sé que sentirse superior a los demás y creerse convencido de sus propios dichos, expresándolos de manera dogmática, se llama robustez. Y claro, acompañaste a tus palabras de tan indiscutibles argumentos, que ¡cómo no me voy a sentir vulnerable! Y sí, la belleza no significa inteligencia, como así también, pretender tener la razón no es una característica precisamente de los inteligentes.
Lore, da para hablar muchiisimo más pero no quería resultar cansadora o mezclar temas e irme por las ramas. Muy contenta de recibirte por estos lados. Gracias por leer.
Leído.
Gracias Ger!